Dudley Mozart
Esas cosas que ocurren. Durante algunos años, a principios de los pasados ochenta, Dudley Moore se convirtió en el rey de la comedia cinematográfica, gracias a dos películas que rodó de manera consecutiva. Se trataba de Arthur y 10, la mujer perfecta. De forma curiosa, en realidad el éxito de ambas películas no tuvo casi nada que ver con el bueno de Dudley, sino con una mujer y con la música. 10 popularizó a Bo Derek y recuperó el Bolero de Ravel —una de las piezas más apasionadamente apreciadas del repertorio del siglo pasado, y una que sigue generando montañas de dinero en concepto de derechos de autor—. Arthur tenía a la siempre deliciosa Liza Minelli y presumía de una comercial banda sonora compuesta por el gran Burt Bacharach y cantada por el asexuado Cristopher Cross. No cabe dudar que la primera, dirigida por Blake Edwards, sea bastante mejor película que la segunda de Steve Gordon, si bien para quien esto escribe ninguna de las dos es para lanzar cohetes.
Algunos años después, Dudley Moore ya sólo rodaba refritos de sus dos papeles más célebres, y terminó su carrera cinematográfica con mucha más pena que gloria, falleciendo en 2002 a los 66 años de edad.
Lo que casi nadie sabe es que Dudley Moore era muchísimo mejor músico que actor. Tocaba el violín y el piano desde los seis años, y pronto se convirtió en un reputado organista. Durante los sesenta militó en su propia banda de Jazz, el Dudley Moore Trio. En aquel tiempo compuso bandas sonoras para varias películas. Uno de sus últimos proyectos antes de morir fue colaborar con el gran director Georg Solti en la creación de un programa de televisión, Orchestra!, dedicado a introducir en la música clásica a las grandes audiencias.
En el gag, rodado a finales de los años cincuenta del siglo pasado, y que no puede recibir otro adjetivo que no sea prodigioso, Moore parodia con una soberana destreza interpretativa y enorme sentido del humor una sonata de piano del clasicismo partiendo de la melodía silbada de la banda sonora de El Puente sobre el río Kwai, el famoso Hitler tenía sólo un cojón o Marcha del Coronel Bogey, el clásico de la música militar por excelencia.