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Naturaleza, lenguaje y silencio: la belleza inesperada de los sonidos cotidianos

06/11/2015 por Miguel Isaza

"Creo que el paisaje sonoro cotidiano puede ser la inspiración más inesperada para escribir canciones"

Aunque en rigor es un dato ancestral, la naturaleza es música, y todos los sonidos que componen el paisaje audible que nos rodea y conforma constantemente, lo son. En diversas tradiciones milenarias de la cultura, ha existido una valoración de los sonidos del paisaje como elementos musicales en todo sentido de la palabra, si bien algunas veces no tan fáciles de ubicar en los lenguajes que la tradición musical ha ido generando.

Hasta el día de hoy, poco a poco hemos alcanzado un estado de apreciación de la música cada vez más abierto, y aunque los instrumentos musicales tradicionales siguen generando un sin fin de gratas experiencias, la exploración de los timbre es cada vez más profunda; una aventura que en su momento emprendieron las culturas antiguas y que con el transcurso de los años se ha ido nutriendo hasta desembocar en lo que tenemos en la contemporaneidad: una apertura a la escucha de los sonidos en su totalidad, buscando integrar los lenguajes de las tradiciones a la par de aquellos códigos naturales que ya posee el sonido en su transito.

Así los animales, los entornos, las máquinas, las lenguas habladas, los movimientos, y en general cada objeto o actividad cotidiana, cobra un nuevo sentido musical, no necesariamente para ir en contra de los lenguajes establecidos, sino para saberlos romper, complementar y extender. De hecho algunas veces la valoración estética del paisaje sonoro permite una comprensión más íntima y profunda de los lenguajes musicales establecidos.

En entregas futuras exploraremos esta relación, por ahora concentrémonos en un ejemplo, el de Meklit Hadero, compositora y cantante de Etiopía de quien hace poco publicaron una grandiosa charla TED donde explora precisamente el valor estético, sentimental, narrativo y musical de los sonidos cotidianos, de aquellos ruidos que nos acompañan día a día y por lo general guardan mucho más que un mero sonido irrelevente: guardan vida pura, universos escondidos de las más exquisitas realidades audibles. Vamos al vídeo, al cual se le pueden activar subtítulos automáticos de YouTube y se encuentra también en la página de TED, con unos subtítulos que, aunque contienen varios errores, son comprensibles.

De entrada hay una palabra absolutamente hermosa: linajes sonoros, para hablar de cómo los sonidos que ha escuchado durante su vida la han formado como artista y han influenciado profundamente su creación musical, como comenta con su primer ejemplo de un pájaro con alteración de pitch y tiempo, que se escucha como "un cantante de ópera calentando su voz". Como afirma Hadero, las aves han sido nuestros maestros sonoros por miles de años, tal como lo ejemplifica por medio de una historia que cuenta como en Etiopía se valora a las aves como maestros musicales que han enseñado melodías, cantos, escalas y ritmos, influenciando la música y el lenguaje mismo que hablamos y haciendo “del mundo natural nuestro maestro cultural”.

Es bastante emotivo además cuando comenta –con una manera de narrar bastante especial, por cierto– en esta línea de reconocimiento de las influencias o linajes musicales, aquellos sonidos provenientes de las lenguas nativas, como menciona con la suya, la Amhariña, una de las principales en Etiopía y al parecer de gran influencia en la creación musical de la cantante, debido a que entre su poética, sus múltiples sentidos, su humor y sabiduría, se halla un factor esencial en la oralidad misma de su lenguaje, que define como "melodicismo", cierta "musicalidad construida en la palabra como tal", como la que ejemplifica Indey o Lickih nehu, de las cuales toma la melodía y el fraseo para construir patrones musicales en sus composiciones.

Luego del lenguaje, es interesante que se va hacia el silencio de John cage y su conocida 4'33", que ya hemos mencionado en otras ocaciones. donde no se interpreta ni una sola nota del instrumento para el cual la partitura es creada. Y como comenta apasionadamente Hadero: "Incluso cuando no hay cuerdas siendo tocadas o no hay cuerdas de piano siendo ejecutadas, aún así hay música. ¿Y cual es esta música? es el paisaje sonoro de lo cotidiano", los movimientos de cada persona, los ruidos del techo y el suelo, cada elemento de la sala, etc. Esto apunta a lo que muchos ya han apuntado por múltiples vías: que estamos inmersos en el sonido y no existe tal cosa como el silencio absoluto, entendido este como ausencia de todo sonido. Siempre estamos rodeados de sonidos, por eso es más sabio atenderlos que continuar ignorándolos

Narra Hadero una situación que seguramente nos ha pasado a muchos: hace su propia versión de 4’33”, es decir, se queda en silencio, atenta a los sonidos que ya la rodean y de repente se percata de una secuencia sonora inigualable, con un potencial estético-musical digno de cualquier composición. En el caso de nuestra compositora, se trata de una noche en la que se encontraba al frente de la estufa cocinando unas lentejas, y al retirar la tapa y dejarla en una superficie contigua, generó cierto sonido en un ritmo que Hadero aprovechó como un swing para una pieza musical, pero que seguramente podría utilizarse de muchas formas.

Los diseñadores de sonido son un claro ejemplo de esto, además de muchos compositores de hoy en día que mediante el uso de herramientas como el sampler o sensores/micrófonos, hacen del mundo un instrumento musical. Si a esto le agregamos que las grabadoras portátiles son cada vez más asequibles y las herramientas de sampling y reinterpretación de sonidos abundan, podemos facilmente entrever la riqueza tímbrica con que contamos en la actualidad.

Para concluir, Hadero comparte una interesante teoría del profesor Charles Limb de la Universidad Johns Hopkins, dedicado al estudio de la relación entre la música y el cerebro, quien afirma que "es posible que el sistema auditivo humano se haya desarrollado para escuchar música, porque es más complejo de lo que sería para el lenguaje por sí solo". Así que, como dice la compositora, "la próxima vez que esté usted buscando inspiración para percusión, no busque más que en sus llantas a medida que ruedan en la autopista", o "si está buscando inspiración melódica, no busque más que en las orquestas de aves al amanecer".

"Somos la audiencia y somos los compositores, [...] cuando se trata de la naturaleza, la lengua o el paisaje sonoro, no hay fin para la inspiración, si estamos escuchando".

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