The KLF, Glitter, Trance y Copyleft
Hay dos tipos de pioneros. Los primeros tienen el talento, pero también la fortuna, de ser los primeros en tomar en la creación de su arte el rumbo que circunstancialmente otros muchos también acaban tomando. Los segundos son siempre conscientes de su condición. Suelen crear y utilizar únicamente sus propias referencias, y suelen estar en posesión de ese sentido del humor del que sólo disfrutan quienes se toman su arte verdaderamente en serio. Hay muchos ejemplos en el primer grupo. Otros más selectos como Picasso o Kubrick estarían en el segundo grupo. También, por qué no, The KLF.
Primero, algunos hechos:
— El trance es hoy en día el country de Europa —Diego dit pero por desgracia no dejó écrit—. En efecto, no existe ni ha existido nunca un estilo que forme una base psicológica tan consistente bajo mucha de la música popular que se crea en el continente —desde, qué coño, OBK hasta, también qué coño, Tatu, pasando por Kate Ryan o Eleftheria Arvanitaki. Entiéndase continente en su acepción eurovisiva, es decir, no como una unión política, sino como un territorio que va desde las Azores hasta los Urales.
— Donde el ambient o el new-age siempre han sido estilos de aceptación minoritaria, el chill-out es un fenómeno comercial. Esta adaptación del ambient a escenarios de escaso contenido musical para escuchas en permanentes niveles mínimos de atención disfruta de una difusión y una popularidad posiblemente sin precedentes en cualquier otra expresión artística relacionada —lateralmente en este caso— con el minimalismo. Es posible descargar tonos chill-out para el teléfono móvil de uno, anunciados en programas de televisión de la máxima audiencia.
— Desde la invención del sampler, es posible aplicar a la música elementos tomados de técnicas expresionistas en otras artes —collage, cut-up, frottage. Por desgracia, por definición, el material de partida está generalmente protegido por unas leyes de propiedad intelectual diseñadas para proteger a otro tipo de autores —los escritores— del menoscabo en sus beneficios causado por la invención y la popularización de la fotocopiadora. En la actualizad, el movimiento Creative Commons milita por la aceptación legal de otro tipo de protección del material creado por el artista que permita su reciclado por parte de otros e impida los abusos habitualmente cometidos por las existentes entidades de gestión mucho más interesadas en lo comercial que en lo artístico.
— Cualquier músico popular de éxito internacional tiene más dinero del que sería capaz de gastar. Realizar donaciones a fundaciones o a organizaciones que trabajan en el Tercer Mundo tampoco les convierte de inmediato en benefactores de nada. Simplemente desgravan. Hay que ser muy Bono para realmente jugarse el culo por una causa justa.
Y ahora, qué tienen que ver The KLF con todo esto:
— En 1991, The KLF —el más popular de los varios nombres artísticos utilizados por los británicos Bill Drummond y Jimmy Cauty, acrónimo aparente de Kopyright Liberation Front, algo nunca desmentido por ellos— editan "The White Room", con la declarada intención de crear el primer disco dance puro, sin puntos de referencia con música anterior alguna, en particular sin elementos del rock and roll. Definido por sus autores como Pure Trance, bien podría haber pasado desapercibido de no ser por al menos tres memorables sencillos que capitanearon las listas de la época: "What Time is Love?", "3 A.M. Eternal" y "Last Train to Trancentral".
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— En 1990, Cauty había creado junto con Alex Paterson el exquisito proyecto ambient llamado The Orb. Decisivamente influenciados por el material que The Orb estaba creando, Drummond y Cauty graban "Chill Out". Conceptualmente, se trata de la crónica de un viaje nocturno por el sur de los Estados Unidos. Indisimuladamente suenan Elvis Presley, Fleetwood Mac, Acker Bilk, un Oberheim OB-8, una guitarra pedal steel —obvia referencia a las colaboraciones de Daniel Lanois con Brian eno— así como muchos otros ambientes. En 1996, la revista Mixmag incluye el disco entre las cinco grabaciones más importantes de la historia de la música dance.
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— En 1988, uno de los primeros singles creados por Cauty y Drummond, "Doctorin' the Tardis" llegó al número uno en las listas británicas. La canción es primordialmente un collage con piezas del tema para la serie de televisión "Doctor Who" y del clásico de Gary Glitter "Rock and Roll (Part Two)". Cauty y Drummond siempre presumieron de haber participado en la primera creación deliberada de un número uno e incluso escribieron un estudio, "The Manual (How to Have a Number One the Easy Way)" sobre, entre otras cosas, cómo reciclar a Gary Glitter supone un éxito seguro al menos una vez a la década. Antes, en 1987, con "Withney Joins The JAMs", la estrategia de colisión con el establishment había consistido en mezclar muestras del tema de "Mission: Impossible" con partes del "I Wanna Dance With Somebody". Pero el ejemplo más memorable resultó haber sido "The Queen and I", el cual utilizaba grandes partes del mítico sencillo de ABBA "Dancing Queen". Por supuesto, la grabación recibió la atención de los abogados de la banda sueca y, después de una intensa batalla legal, el álbum tuvo que ser retirado de las tiendas. Drummond y Cauty viajaron a Suecia con la esperanza de ser recibidos por ABBA y llegar a un acuerdo, junto con un periodista y un fotógrafo de la NME y ¡el resto de las copias del LP! No llevándose a cabo la reunión, sí que se ejecutó la quema ceremonial de dichas copias y el arrojo de sus cenizas al Mar del Norte. "Artísticamente justificado" siempre según Cauty.
— Anticipándose a su retirada, en febrero de 1992, durante la entrega de los Brit Awards, la actuación the The KLF fue acompañada con ráfagas de ametralladora con munición de fogueo sobre el público. Siguió la eliminación completa de su catálogo en las tiendas y la quema pública de un millón de libras esterlinas. Drummond y Cauty declararon entonces estar dispuestos a volver al negocio únicamente tras la finalización del conflicto entre Israel y el pueblo palestino, algo que, como bien se sabe, ni ha sucedido ni tiene trazas de suceder. En realidad sólo reaparecieron en una ocasión, actuando en sillas de ruedas.
—Publicado en su día en La media hostia.—