Tolerar la presión
Hasta ahora, todas las pautas y recursos que desde nuestro blog os hemos facilitado sirven para controlar la presión. Parten de la base de que sólo con un cierto nivel de activación vamos a conseguir nuestro mejor rendimiento encima del escenario. Mucha presión nos perjudica, poca también; se trata de conseguir el grado justo de alerta para funcionar óptimamente.
Este enfoque presenta un par de inconvenientes: requiere que la persona esté pendiente de su auto-control durante la actuación y asocia la presión con algo negativo (demasiada nos perjudica).
A veces, durante la actuación, necesitamos fijar toda nuestra atención en lo que estamos haciendo, y no nos podemos permitir el lujo de estar pendientes de otras cosas. Querer controlar la presión implica necesariamente hacer esfuerzos deliberados para valorar y ajustar nuestro nivel de revoluciones durante la ejecución.
La presión forma parte del paisaje. Subirse a un escenario conlleva necesariamente sentirse presionado, a no ser que nos dé igual cuanto ocurra allí arriba. Es como ser domador de serpientes y tener miedo a los reptiles, dedícate a otra cosa.
Para superar los inconvenientes que plantea el control de la ansiedad os proponemos una nueva forma de afrontar la presión: tolerarla. Este enfoque consiste en no hacer nada para ajustarse durante la actuación. En este caso se parte de la base de que la presión, tarde o temprano, aparecerá durante mi actuación, la voy a notar, pero de lo que se trata es de no cambiar nada (en mi forma de pensar y de actuar) por culpa de sentirme presionado.
Para poder llevar a cabo este nuevo enfoque hacen falta dos requisitos: ser concientes de aquellas cosas que cambiamos cuando nos sentimos presionados y disponer de alguna señal, visible durante la actuación, que nos recuerde la necesidad de no cambiar esas conductas.
Por ejemplo, puede ocurrir que una banda en directo toque los temas, sobre todo los primeros, a una velocidad superior a como se han ensayado. Normalmente esto es un síntoma de que el grupo ha subido a tocar con bastante ansiedad. Si el grupo durante el momento de la actuación no se da cuenta de este hecho, posiblemente la próxima vez ocurra lo mismo. En cambio, si el grupo sabe que normalmente les ocurre y pactan que el batería justo antes de subir debe ser el encargado de recordar que deben controlar el ritmo en el primer tema y a la hora de dar la claqueta de entrada con las baquetas la realiza de forma pausada, al ritmo que toca, posiblemente el problema se resuelva. Los nervios seguirán ahí, pero no han hecho que se modifique nada en la actuación.
Si controlando la presión habéis conseguido rendir a vuestro nivel en el escenario, entonces no es necesario que tratéis de tolerar la ansiedad. Pero si controlando tenéis la sensación de no dar lo máximo de vosotros mismos y de no disfrutar haciendo aquello que más os gusta, puede que haya llegado el momento de empezar a tolerar la angustia que provoca actuar para un público.
Evitar, controlar, tolerar... Aún queda una cuarta forma de afrontar la presión: disfrutarla. Dejemos esta cuestión para otra entrega...
PsicoEscénico