Trascendiendo la música electrónica: Robert Henke y sus sonoros mundos de láser
Robert Henke es uno de los artistas más admirables en el mundo de la creación sonora y la tecnología musical. Aunque es popularmente conocido por sus creaciones musicales, en especial las publicadas bajo su popular duo-seudónimo como Monolake, su gran aporte a la historia de la música en relación a la tecnología, es bastante radical; fundamental, creería.
Henke fue co-desarrollador de lo que hoy conocemos como Ableton Live, quizás uno de los DAWs más revolucionarios de la historia de la música por computadora. Live fue una idea que por allá en el 99 comenzaron a esbozar varios desarolladores, incluido Henke, quien es el responsable del conocido sintetizador Operator, además de ser conocido por contribuir a la integración de MaxMSP en Live, no solo por sus asombrosos dispositivos para Max for Live, sino también por lo mucho que ha aportado para la integración de este entorno en la estación de audio digital de Ableton.
Y es precisamente su honda exploración con la programación y su inagotable visión, lo que ha conducido progresivamente a Henke hacia una increíble exploración más allá del formato musical tradicional para trascender su concepción de la música electrónica a territorios desconocidos, propios del arte audiovisual, como la instalación y el performance, en los cuales prima una interesante reflexión acerca de la imagen sonora, la espacialidad, la visualización de la energía, la intersección de las esferas de la realidad, y la imagen poética que resulta del tejido de medios, perspectivas y experiencias sensoriales.
Esto se refleja a la perfección en una búsqueda intensa que emprendió Henke hace unos años en relación a un medio de trabajo que hoy en día es aún escaso y desconocido para muchos, más aún desde una perspectiva tan sólida estética, narrativa y conceptualmente como la del artista: el laser, medio que Henke ha indagado en profunda relación con lo sonoro, encontrando no solo una asombrosa forma de explorar la luz y la manifestación de la imagen visual, sino la relación que esta tiene con la experiencia sonora y el espacio virtual diseñado a partir de aquello que escuchamos.
Su primera exploración al respecto se tituló Fragile Territories (vídeo superior), una instalación de laser y sonido que consistió en un muro de 30 metros en el cual emergen formas visuales creadas por cuatro rayos laser en constante variación y relacionados directamente con sonidos ideados para el espacio de instalación y obtenidos a partir de grabaciones de piano, en unos momentos sincronizados con el material visual, aunque en otros, de forma paralela simplemente.
La instalación funciona como un circuito vibratorio donde entre partículas de luz y sonido, se desenvuelve un complejo entorno generativo que se realza además mediante una capa oscura de imagen que va pasando de izquierda a derecha cada 4.2 segundos y va a la par de un barrido de bajas frecuencias que afecta el sonido reproducido en la instalación, a su vez que establece un contraste grandioso con la imagen visual.
Los componentes de audio e imagen se componen a partir de algoritmos estocásticos y estadísticos que hacen variar de forma infinita la estructura de composición, la cual, entre sonido y luz va generando una serie de estructuras cuasiorgánicas que reflexionan sobre la fragilidad no solo de los medios utilizados, sino de las mismas siluetas y estructuras que se van creando a lo largo del efímero ciberpaisaje propuesto por Henke, quien lo emite desde tres mac mini, dos para controlar los lasers, y uno más para el sonido. Todo es controlado desde Live y Max for Live.
Tras la impactante instalación, el artista se aventuró en 2013 a un proyecto más ambicioso aún, llamado Lumière y que básicamente buscó ir de la instalación al concierto y buscar maneras de improvisar e interpretar con laser a la par de la creación sonora, generando una especie de híbrido entre música electrónica y experiencia lumínica, donde lasers de alta capacidad van dibujando libremente todo tipo de formas en sincronía con el sonido.
Como comenta en una entrevista para Ableton, su mayor reto en esta obra fue el de establecer un sistema que le permitiera expresarse en tiempo real mediante la improvisación, tanto desde el aspecto visual como desde el sonoro. Básicamente utiliza Live para disparar clips tanto musicales como de patrones MIDI que leen los emisores de laser y se sincronizan desde la aplicación misma, gracias a patches de Max creados enteramente por el artista y que incluso la empresa que le suministra los laser, ha admirado por superar en muchos aspectos lo que el software propietario logra hacer
"Lumière es una composición audiovisual para lasers y sonido. Los pilares de la pieza son un nuevo tipo de eventos, compuestos de formas visuales y contrapartes sonoras. El trabajo está basado en cientos de estas “notas” audiovisuales, para crear una experiencia envolvente no conocida previamente y altamente sicronizada. Los lasers se proyectan en una extensa pantalla, parcialmente tapada con un muro de humo, el cual también hace visibles en el aire los intensos rayos de luz, conectando los lasers en la parte trasera del lugar con la zona frontal, formando objetos frágiles temporales por encima de la audiencia. La cualidad especial de los rayos laser permite combinar la completa oscuridad con momentos de extrema brillantez, blanco puro con intensos colores saturados y movimientos precisos con formas orgánicas.
Lumière es un proyecto de investigación artística a largo plazo, investigando la sintaxis, el significado y la narración entre un lenguaje audiovisual apenas desarrollado recientemente."
Más claro y directo no pudo ser: se trata de una profunda investigación que aunque tiene una salida artística, implica la rigurosidad y el conocimiento que podría requerir un proceso científico, colmado de una complejidad que está impulsada por el interés de Henke en encontrar nuevas fronteras de experimentación, a la vez que le ofrece cierta limitación, cierto enfoque desde el cual puede escudriñar su propia intencionalidad.
"El problema con la música electrónica es que tienes muchas opciones. Y esas tantas opciones a menudo hacen que te sea difícil tomar una decisión", comenta en otra entrevista, donde expresa su necesidad de establecer determinadas delimitaciones de su trabajo que le permitan un enfoque más balanceado en términos de aquello que fluye naturalmente en su proceso creativo, y lo que puede controlar, definir, pensar o estructurar de cierta forma, bajo determinada intención:
"Intento ser más estructurado en mi aproximación más que intuitivo porque quiero evitar el gran peligro de ser arbitrario […] Intento encontrar un contexto de algún tipo en el cual pueda poner mi propia creación mientras lo estoy haciendo; el contexto se convierte en una construcción auxiliar que excluye ciertas cosas"
Ante lo mencionado, comenta precisamente que los lasers le aportan una vía de trabajo diferente que, si bien es novedosa, pretende establecerla hacia lo atemporal, queriendo "lograr trabajos que se vean y escuchen en 20 años y aún se sostengan" y aporten algo igualmente rescatable. Y probablemente así será, dado que su creación es bastante singular y particular, y si bien son varios los artistas hoy en día que trabajan con lasers y demás, nadie lo está haciendo como Henke.
Esta originalidad de su propuesta es un rasgo que ha sido característico a lo largo de su carrera, desde sus concepciones musicales como Monolake hasta sus interesantes teorías y desarrollos, siendo este último un aspecto importantísimo de su labor que lo ha llevado a construir su propio software y hardware, de tal forma que puede hacer las cosas exactamente como quiere, logrando crear no solo su arte, sino las herramientas mismas del mismo, el andamiaje sobre el cual desarolla su universo artístico.
Es Henke el ejemplo perfecto de quien es capaz de dejarse encantar por el arte de la programación, que define como estimulante y relajante, aunque menciona igualmente las dificultades que se presentan al enfrentarse a ciertos asuntos que se tornan bastante complejos, a su vez llenando de significado su propuesta:
"Al final del día, esto colorea tu percepción del arte porque si alguien lo viese desde afuera, no importa para el observador externo si fue algo fácil o difícil de programar. Lo único que cuenta ahí es ¿fue divertido de ver y escuchar?"
Y por si fuera poco, tras su primera experiencia con la primera versión de Lumière, ahora ha estado trabajando en la segunda entrega, presentada en febrero de este año, la cual es aún más refinada, compleja y profundamente impactante. Es quizás una de las más sublimes interacciones entre la música y la luz que podamos disfrutar en nuestros días; interacción que no solo se limita al diálogo entre formatos sino que se sitúa en una implícita expansión de las capacidades de estos, logrando no solo nuevas combinaciones de métodos, sino fecundaciones compartidas que florecen como formas únicas de arte.
Esta segunda versión (concretamente la 2.1 como la ha llamado el artista), representa un replanteamiento total de las ideas iniciales del performance, con un enfoque y desarrollo estético diferente en el cual ya no busca tanto una mera improvisación con gestos espontáneos y aleatorios, sino lo opuesto, una composición previamente detallada y extendida, calculada hasta el más mínimo detalle, lo cual le ha permitido trascender su propia concepción y generar una experiencia aún más abierta.
Habrá que estar atentos a lo que tiene en mente este gran pintor de luces y sonidos, artífice de lo inimaginable y capaz de envolvernos en dimensiones que trascienden lo artístico y tecnológico para convertirse en profundas experiencias; capaz de reubica al arte en su raíz cosmológica donde la creatividad constituye una propuesta que valora la vibración en términos universales, términos que entienden las ondas, las frecuencias, los colores y los timbres en una conjugación magistral, digna de este gran ilusionista cibernético.