Magacín

El CD recibe otro empujón hacia su tumba

07/02/2018 por Pablo Fernández-Cid

Esta semana los medios de prensa están anunciando a bombo y platillo (nunca mejor dicho) que BestBuy abandona desde el 1 de julio la venta de CDs. Otra compañía fuerte en el mercado estadounidense de venta de CDs como es Target también está molesta y amenaza a las compañias con retirar los CDs de su catálogo si no se renegocian las condiciones. Target quiere evitar que devolver los CDs no vendidos les suponga coste, y exige adoptar un modelo en que pague sólo por CDs vendidos o de lo contrario retirará este formato de producto.

Como con cualquier cambio de este tipo, las opiniones son muy variadas ante la mutación del negocio de la distribución de música desde el formato físico hacia lo digital, ya sea en descarga o en acceso online. Hay quien ve el enésimo cambio de formato para obligarnos a recomprar toda la colección, hay quien se extraña porque no haya desaparecido ya hace años, hay quien lo lamenta...

Por supuesto, aunque estas y otras compañías lo retiren, no será una desaparición total ni inmediata. De hecho, ahí está el vinilo aguantando el tipo aunque sea en un reducto de un mercado muy específico y no de masas, o incluso el cassette, formato en el que aunque sorprenda sigue habiendo producción incluso en USA. Pero los síntomas son graves y apuntan a una enfermedad crónica que afecta al mercado de CDs. Las cifras de ventas de CD no cesan de bajar mundialmente, y es claro que las nuevas y no tan nuevas generaciones han abrazado el mundo de las descargas y el streaming con decisión.

Recuerdo que todavía antes de cerrar los ochenta, con un CD aún joven y en pleno ascenso, el responsable de una compañía española hablaba de que en un futuro no lejano, la música se adquiriría en soporte de estado sólido, a través de chips minúsculos de ingente capacidad y en los que la tienda nos cargaría el contenido personalizado que deseáramos comprar. Erró al mantener un elemento físico, pero no en la filosofía general del planteamiento, y es que al fin y al cabo en aquellos años Internet era sólo en modo texto y para pocas personas, a través de módems telefónicos de sólo unos centenares de bits por segundo. Difícil pensar entonces en la desaparición de la necesidad de un soporte, de algo tangible que vender/comprar.

Quizá aquello de 'vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver' acabemos poniéndolo como epitafio de nuestro CD, compañero de fatigas durante estas últimas décadas, antes de que celebre sus bodas de oro con la música. De hecho no es ni siquiera cuarentón. Desde luego su sucesor incorpóreo, ni cadáver va a tener porque desde origen vive, como los ángeles, en la virtualidad de las nubes.

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