Futuro incierto para el Global Repertoire Database
En el actual negocio de la música aparecen servicios de streaming prácticamente cada año. Además, cada uno sigue una ruta diferente en su expansión por el mundo. Con este panorama, el trabajo de gestión de los derechos de autor es una tarea latosa y lenta. Un galimatías para todas las partes que se complica porque los artistas a lo largo de su carrera pueden tener varias editoriales o, en algunos casos, utilizan diferentes nombres para registrar sus composiciones.
Para ahorrar costes y centralizarlo todo en un único organismo, diferentes agentes de la industria de la música pusieron en marcha hace un par de años un ambicioso proyecto que bautizaron como Global Repertoire Database. Ahí están compañías discográficas y sus editoriales, sociedades de gestión o las grandes empresas que controlan el negocio digital, como Google o Apple. Un grupo muy pintoresco, más dado a las tensiones que a los puntos en común, pero que en esta ocasión ha encontrado algo que los une.
Pero el proyecto de tener una base de datos única parece que está haciendo aguas, según detalló la web Music Week hace unos días. La razón está en que varias sociedades de gestión han retirado la aportación económica, cuyo presupuesto inicial era de algo más de trece millones de euros. El único organismo que ha expresado públicamente su disconformidad con el camino que estaba tomando el GRD es el PRS inglés.
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