Audiovisual

El arte del foley explicado por tres reconocidos artistas

01/07/2017 por Miguel Isaza

En un impecable vídeo publicado por la Academia tras los premios Oscar, los artistas foley Alicia Stevensons, Gary Hecker y Dawn Lunsford exponen algunas ideas interesantes sobre el fascinante arte de recrear sonidos en sala.

Comienzan comentando lo importante que es conectar realmente con la escena, con la situación del momento y claro está, con la emoción, para poder, como dice Stevenson, plasmar realmente cierto movimiento, que solo surge a partir de una conexión emocional con la escena y a partir de ello la relación orgánica con lo que en la jerga de Hollywood llamaríamos props o materiales a grabar.

En el vídeo pasan por lo básico, como definir el foley como arte de grabar sonidos en sala para la imagen luego de que esta ha sido realizada. El artista foley recrea los sonidos imaginarios en un contrato acusmático, donde no piensa en lo que ve sino en cómo suena aquello que ve y de qué manera se sincroniza con la película, tanto en términos del “mapa” que mencionan las artistas, como en la necesidad de ir a cada contacto físico, en fotogramas específicos, con elementos específicos, resultando en un reto en muchos casos apoteósico.

Hay algunos datos interesantes en su conversación: algunas veces utilizan ayudas visuales (como la línea en pantalla) que les permiten más precisión a la hora del performance; los sonidos que más suelen recrear son obviamente los pasos al caminar, salvo que el caminar del artista foley es quieto, por tanto es un reto permanecer en un lugar sin moverse mucho; relacionado a esto el hecho de tener que controlar la respiración para no invadir el micrófono; los objetos se piensan algunas veces en bloques, como cincuenta zapatos de los cuales eligen según la necesidad, como unos zapatos gastados que son los favoritos de Stevenson por su resonancia, o el par que muestra hecker (minuto 3) que suele usar para recrear sonidos de una mujer caminando de forma delicada.

Avanzado ya el vídeo hay varios ejemplos de su trabajo. El de Hecker es especialmente interesante y muestra de cómo las fronteras entre el foley y el diseño sonoro se tienden a disolver en muchos casos, como este, en el cual a partir de varios materiales como agua, vidrios, superficies y su propia voz, evoca una escena donde una sustancia invade a un personaje para congelarlo.

La atención a la textura, al movimiento, a la posibilidad de orquestar cada sonido y pensar su anatomía en las capas que, luego el ingeniero de mezcla –Gary Singer– en este caso, orquesta, articula y combina. No es meramente sumar lo que graba Hecker, como ellos mismos muestran. Se trata de una intensa colaboración donde la retroalimentación constante y la escucha comprometida con la audiovisión, generan nuevos retos a lo sensible.

Y es que su rol es sin duda una cuestión de sensibilidad, de apertura a la sinestesia a ratos oculta, a ratos evidente, entre los sonidos y las cosas, entre las imágenes y los significados, entre la representación y la supuesta realidad. Hay que seguir siempre la emoción, sumergirse en el personaje como cuenta Stevenson, quien trata siempre de adherirse al personaje desde la emoción, “aún si están tristes, enérgicos o borrachos, etc”. De esta forma desarrollan una lógica de escucha bastante particular que les permite surcar la invisibilidad de la materia para jugar con la referencia narrativa, la psicología perceptiva y la ilusión cinemática.

Vía a sound effect

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