Con el DJ no se negocia, nunca
En plena vorágine veraniega hay un momento en tu vida, como técnico de sonido y montador, que te toca. De hecho varios… demasiados. Suelen aparecer al final de una larga jornada de trabajo y se hacen llamar DJ. Proliferan como opción económica a un intento de querer alargar hasta la madrugada cualquier fiesta mayor y, si el ahorro es todavía más necesario, quien llega no es un DJ sino alguien que quiere serlo. Estos son más peligrosos. Su tarea, aunque no lo reconocen, es terminar de convertir personas en auténticos zombies y a un precio, para el organizador, tremendamente barato: ya tienen equipo y el DJ no cobra, apenas unas copas (si hacen números les sale mejor pagarles la actuación). Fijaos bien en las cordenadas aquí comentadas, que dejan al margen de esta discusión cualquier otro escenario probable —quedan excluidos por tanto los buenos DJ—.
Nuestro problema no es lo que pinchen o dejen de pinchar, sino cómo lo pinchan. De los tres niveles de trabajo a los que pueden elegir escogen el peor, el rojo. Como los semáforos, el verde indica que todo va bien, el naranja nos avisa de un posible problema y, finalmente, el rojo advierte la consecución de este problema. Trabajar en rojo implica un desastre electrónico evidente. Debe existir el rojo como indicador fiable de que estamos cometiendo un error y, por tanto, se nos da la oportunidad de corregirlo. Aún así, el daltonismo es una de las imperiosas necesidades para ser DJ. Eso y ser sordos, o eso es lo que parece.
Los técnicos tenemos equipos y herramientas para atenuar una señal. Eso no es problema. Podemos tener un bajo eléctrico cuya señal de salida es muy alta y, para evitar llegar a destrozarla (léase, el rojo), podemos atenuarla para mantener en liza el rango dinámico que el músico desea, ya sea mediante el concurso de un atenuador en la propia DI o directamente en la consola con el potenciómetro de ganancia o un botón de atenuación dedicado, si existe. El objetivo es mantener viva la estructura de ganancia: un nivel óptimo que aisle la señal del ruido siempre implícito en cualquier recorrido electrónico evitando, a la vez, la distorsión y destrucción que supone la sobre-amplificación. Cuanto más rango dinámico demande una señal más cuidado debemos tener entre esos dos límites, pero justamente en el curioso mundo de los DJ el rango dinámico es noticia por su ausencia. El máster final al que están sometidos la inmensa mayoría de temas “musicales” que pinchan desprecian en absoluto cualquier rango dinámico, es decir, la diferencia entre el sonido más “suave” y más “fuerte” es cercano al cero. Y esto es una muy buena noticia, en principio. Así las cosas, si ajustamos la salida de línea de la mesa del DJ justo en el punto óptimo (es decir, 0 dB) con nuestra consola (también a 0 dB) y tenemos ajustado el sistema de PA a la perfección, el DJ de turno tendrá a su disponibilidad el 100% de las características del sistema completo (por eso sus temas están masterizados de esta manera). Basándose la mayoría de ellos en producción digital no sólo mantienen a 0 el rango dinámico, sino que aprovechan todas y cada una de las frecuencias audibles (e incluso no audibles) generando tonos y muestras fuera del rango común.
Si hay una música capaz de aprovechar al 100% nuestros equipos durante el máximo de tiempo posible es, sin duda alguna, la que pinchan la mayoría de los DJ. Fijaos sino cuando pinchan un tema pop o rock de los 80 o 90, donde el volumen parece “caer” de golpe: no, es que el tema tiene dinámica. En realidad estos temas están masterizados con mucho mayor rango dinámico y esto quiere decir que a más demanda de headroom, el nivel de trabajo nominal está muy por debajo del que demanda la música electrónica de hoy en día. De hecho, como consejo práctico, si tenemos ante nosotros el reto de sonorizar una discoteca mal llamada móvil, ahí donde para un concierto de rock ponemos un equipo de 20.000 W, esta vez podemos meter uno de 2.000 W y “sonará” igual (menos para el ego del propio DJ, entonces os aconsejo utilizar el discurso de la presión sonora que, en este caso, es exactamente el mismo para el concierto y su actuación). De hecho, incluso podrías girar los side-fills al público e ir desmontando la PA (o, mejor, ‘regalar’ al ayuntamiento un pequeño equipo que montarás al otro lado de la plaza y cuyo desmontaje son 5 minutos, y durante la sesión desmontas hasta la support).
El problema aparece cuando te sales ni que sea un poco de esta línea. Aumentando el nivel de salida de la mesa del DJ apenas un poco llegamos rápidamente al led rojo. ¿Qué indica este LED? Rojo es malo. Muy malo, que por eso ya ha pasado por el naranja. Cuando tenemos un pico de señal, en plan transitorio, se nos enciende ni que sea por un momento algo rojo en la consola. Normalmente el bombo o la caja, en un concierto de rock. Aunque hayamos conseguido un nivel de entrada correcto, es fácil que al batería se le vaya la pinza de vez en cuando y meta un trompazo al bombo que haga relucir el rojo en su canal. La traducción sería que el amplificador de este canal ha amplificado por encima de sus posibilidades la señal de entrada y eso se traduce, de nuevo, en una señal distorsionada: no sólo hemos amplificado la señal, sino que ésta se ha transformado —ni que sea por un milisegundo— en algo que poco o nada tiene que ver con la señal original. Entendemos como distorsión toda modificación no deseada de una señal.
Si la distorsión es momentánea (transitoria) no suele ocurrir nada. Pero ¿qué pasa cuando un DJ llega al rojo? Teniendo en cuenta que a diferencia del bombo el DJ utiliza una señal sin rango dinámico durante toda su actuación indica, indiscutiblemente, que toda su sesión está distorsionada. En plan llano: que suena mal. El problema no es que sólo suene mal (él sabrá, es su sesión), sino que, si la distorsión es muy acusada, la señal eléctrica puede pasar de sinusoidal a continua durante un periodo de tiempo demasiado largo desde una perspectiva electrónica, lo que es muy malo si somos altavoces. Por ello, ante las aberraciones sonoras de los DJ y responsables nosotros del equipo, lo que hacemos es reducir todavía más el nivel de entrada de una señal que ya nos llega distorsionada. Aunque esto soluciona la capacidad de reproducción en lo que a presión sonora se refiere, no eliminamos la posibilidad de romper altavoces acusada por esa maliciosa señal.
Hay muy pocos DJ que sean capaces de ofrecer una señal digna, y todavía menos los que te hagan caso ante los avisos técnicos que les puedas ofrecer (rojo malo, rojo malo… ¡ROJO MALO!). ¿Cómo solucionar este problema ante un terrorista sonoro como él? Anticiparte aprovechando la tecnología y la psicología.
Otro de los elementos característicos de los DJ más “modernillos” es la imperiosa necesidad de montarles tropecientos monitores para su propio goce. Aunque con apenas un par de ellos tienen suficiente, lo suyo es hacerles un envío en post-fader si no utilizan la función booth. De esta manera, cada vez que suben su nivel máster, reciben más presión de los monitores… En ese punto suelen pedirte que bajes los monitores (ya sea por presión o, como muchas veces, dicen que se “escucha mal”): les indicas que bajen el máster y solucionas dos problemas de un solo tiro. Recuerda que si colocas dos monitores a lado y lado del DJ quizá te interese contrafasarlos, de tal manera que la señal que les llegue lo haga sumando en vez de restando. Si para el concierto anterior has colocado los subs en cardioide quizá ahora lo suyo es anular ese cardioide, de tal manera que, ahora sí, el sub también llegue al escenario. Esto le dará mayor sensación de volumen al DJ de turno, por lo que controlará un poco más su nivel de salida ya que “escuchará” mejor lo que sale por la PA. Métele el sub del drumfield si lo crees necesario. Sí, muchos de ellos no se sienten cómodos si no “sienten” que por la PA sale “chicha”, así que facilítate el trabajo en este sentido. Incluso no dudes en acercarlos mucho a la boca del escenario (así de paso tienes más espacio para ir recogiendo lo del concierto poco a poco).
Pero lo mejor es la conexión AES/EBU de las consolas para DJ de hoy en día. Mediante esta salida digital tienes la certeza que la señal que te ofrecerán no sólo no sobrepasará un nivel determinado sino que, además, nunca llegará distorsionada. Por decirlo de una manera más fácil: no pasa de 0 dBu. El DJ perderá la “oportunidad” de realizar mezclas más “dinámicas” (la mayoría no saben qué es esto o, simplemente, no quieren hacerlo), pero ganarás en seguridad tanto para el equipo como para la audiencia. Es la opción más sencilla y efectiva.