DJs que usan sets pregrabados, ¿mito o realidad?
Desde mediados de los 90, el trabajo del discjockey ha ido progresivamente aumentando de categoría, pasando de ser el respetado señor que ponía música en una discoteca, a ser considerado como espectáculo musical con entidad propia. Comenzaron a surgir los primeros “superstar DJ”, y empezó a correr el insidioso rumor de que algunos llevaban su actuación totalmente grabada y su trabajo únicamente consiste en gesticular, manipular un poco filtros y efectos de la mesa de mezclas… aunque lo cierto es que estos rumores nunca pasaron de ser eso, rumores, que acompañaban las típicas conversaciones de “pues lo que hace un DJ no es tan difícil”. En esas típicas conversaciones siempre había alguien a quien le habían contado que un amigo de un amigo suyo vió a un DJ muy famoso gesticular frente a su equipo mientras sonaba lo grabado en una cinta DAT. Aquellas conversaciones no eran como las de ahora, en las que alguien saca un smartphone del bolsillo y buscando respuestas en la red se zanja el asunto con una conclusión que todos aceptan.
La figura del DJ no ha parado de crecer, y actualmente los shows de algunos DJs han sido equiparados a los de las estrellas de rock, la afluencia a los modernos espectáculos y festivales genera una facturación igual o superior que la de las tradicionales bandas de músicos y cuentan con enormes escenarios, mastodónticos equipos de sonido, la mejor y más moderna iluminación, cañones de humo, fuego y confetti, proyecciones sobre estructuras tridimensionales… y algunos tienen hasta hologramas y personajes en 3D que capturan sus movimientos. Y es precisamente ahora, con los DJs como un elemento más del mainstream de la industria musical y con sus espectáculos en un punto álgido, cuando el rumor resuena más fuerte que nunca. Pero, ¿hay algo de cierto en todo esto?
La situación
Las dos de la mañana. En el festival de música electrónica que promete ser el más moderno y con mejor cartel ha llegado el momento de que salga a escena uno de los DJs estrella de la noche: Frank Jungle. Su llegada al escenario es absolutamente puntual y celebrada con aplausos, vítores y gritos de júbilo, todos saben que el DJ ha llegado porque además de saberse de memoria el horario del festival, todos miran al escenario. Y es que aunque nadie tocará un solo instrumento, el escenario es un cambiante paisaje futurista de luz y color, con el DJ como centro de la estampa animando a todos los asistentes. La sesión dura dos horas exactas. Al principio suena una introducción con unan voz perfectamente sincronizada con los textos que aparecen en pantallas gigantes, después Frank pincha los éxitos de sus últimos EPs y también los remixes que ha hecho para algunos colegas de profesión, e incluso introduce un par de éxitos de unos compañeros de sello discográfico. Todo pertenece a la vertiente más comercial del electrohouse y el progressive house, con pinceladas de sonidos dubstep… lo que habitualmente queda clasificado bajo la etiqueta EDM. La sesión es perfecta, las transiciones entre canciones no tienen un solo error, la iluminación y las imágenes de las pantallas van perfectamente sincronizadas con la música, e incluso algunas imágenes están extraidas de los videoclips oficiales. Frank está eléctrico, se mueve como si su cuerpo generara la música, cuando levanta sus brazos la multitud enloquece y levantan también sus brazos esperando que el sonido sea como una fina lluvia de verano que alivie sus mentes de los problemas cotidianos. La catarsis colectiva es total y definitiva. Frank es tan buen DJ que apenas necesita tocar el equipo, de hecho apenas necesita usar los auriculares. En los momentos más álgidos de la sesión se disparan los cañones de humo perfectamente sincronizados con los golpes de sintetizador. En la recta final del espectáculo suenan los dos últimos éxitos de Frank, hay fuegos artificiales, confetti, palomas de la paz... Frank sale de la cabina y se pone al borde del escenario con los brazos abiertos como Jesucristo mientras la música sigue sonando de manera atronadora. El último golpe de sintetizador coincide con un enorme corazón en la gigantesca pantalla de leds, forma que todo el mundo recrea con sus manos en alto, declarando su más profundo amor a Frank Jungle. Antes de retirarse de escena, Frank coge un micrófono y dice a su audiencia “Os quiero, ha sido el mejor show de mi vida”. Entre incesantes aplausos Frank sale del escenario y se prepara para abandonar el recinto, debe coger un avión porque mañana por la noche repite su show en otro festival que está a 2.000Km de distancia.
Evidentemente Frank Jungle no existe. Pero podría parecerse a muchos superstar DJs. Su show ficticio, el festival ficticio en el que tuvo lugar y el público ficticio, se asemejan mucho a la realidad. En esa realidad, los DJs que podrían ser como Frank Jungle cogen aviones para recorrer el mundo actuando en festivales de diferente tamaño y presupuesto, cobrando importantes sumas de dinero por un show perfecto, o casi. Y es en ese tipo de DJs y de festivales en donde se centran los terribles rumores de los sets pregrabados. Demasiada perfeccción en el set para lo poco pendientes que están del equipo, una duración demasiado bien medida, una sincronización perfecta con los elementos visuales y unos tracklists que se asemejan demasiado. Algunos los defienden alegando que solo son rumores para perjudicar la imagen y la fama de discjockeys que son muy buenos y que llevan tanto tiempo haciendo ese trabajo que casi se hace solo.
Pero los acusadores (redes sociales, webs y blogs especializados, y en ocasiones algún compañero de profesión) lo tienen claro y sostienen que algunos emplean sets pregrabados para mantener un nivel de perfección difícil de soportar con la enorme cantidad de shows que deben atender a lo largo del año, especialmente en EEUU, donde entre los hijos de la clase alta blanca el sonido EDM es casi una forma de vida que está llenando los bolsillos de DJs (y productores acusados de ser sólo pseudo-DJs) y de promotores que les organizan eventos donde no es nada barato asistir. Es un mercado laboral en el que no es fácil entrar y del que ninguno querría salir. Los discos no dejan muchos beneficios, y el auténtico lucro se obtiene actuando en grandes eventos y clubs enfocados a gente de un estatus social alto, pero no son muchos los nombres que pueden figurar en los carteles de esas citas garantizando el lleno total. Hay que estar en el candelero, y eso supone temporadas largas de actuaciones, con la agenda apretada y sin dejar de sacar canciones y remezclas para que el nombre del DJ figure en todas partes y sea relevante. Dos o tres malas actuaciones y los promotores pueden empezar a ser menos generosos o directamente no considerar imprescindible a ese DJ, y eso es algo a lo que se exponen los más jóvenes, muchos de ellos son productores con talento pero novatos encima de un escenario como DJs, y su corta experiencia les condiciona a cometer errores. Necesitan que el show sea perfecto, porque igual que salieron de la nada de forma súbita, pueden tardar poco en volver a ella y ser sustituidos por una nueva joven estrella.
Tecnología y técnica
El hecho de que la tecnología ayude a los artistas a hacer mejores directos, más completos y con menos errores, no es algo que deba sorprendernos ni tampoco molestarnos a estas alturas, siempre y cuando se trate de únicamente ayudas y el espectáculo en vivo no pierda todo su sentido. Desde hace mucho tiempo, bandas de pop y rock tocan en directo guiados por una claqueta que habitualmente escucha el batería. También es frecuente que algunas canciones en directo de las bandas incluyan coros o instrumentaciones adicionales grabadas, que se disparan justo a tiempo gracias precisamente a que emplean claqueta. En ocasiones los coros sirven para enmascarar la voz del cantante en partes difíciles en las que le cuesta llegar al tono adecuado, y las instrumentaciones adicionales para añadir una tercera guitarra o una sección de viento o cuerda para que la canción tome cuerpo y suene lo más parecida posible al disco.
Los DJs también gozan de ayudas desde hace mucho tiempo. Entre las diversas labores del DJ, está la de acompasar las canciones que pincha, labor que antes debía hacerse ajustando manualmente la velocidad de reproducción del tocadiscos. Ahora cualquier software profesional, y también muchos reproductores profesionales de gama alta, pueden analizar la música y ajustar automáticamente su velocidad. Para la selección de canciones, otra de las tareas del DJ, también hay ayuda, ya que el software puede decirnos qué canción es armónicamente compatible con la que está sonando, un factor que ayuda a hacer mezclas más agradables para el público. A la hora de ejecutar la sesión, el DJ puede comenzar la reproducción del tema desde un punto avanzado de la canción, y no necesita cada vez que carga la canción avanzar hasta ese punto, ya que puede hacer que el software o el reproductor almacenen ese punto de reproducción para luego saltar ahí con la simple pulsación de un botón. Es lo que se conoce como hot cue. Si es adecuado alargar la canción, puede hacerse durante la reproducción haciendo que suene en bucle una determinada parte durante el tiempo necesario, sólo hay que indicar al software el punto de inicio del loop y la duración en compases del mismo, el software se encargará de calcular el punto final del loop empleando para ello el análisis del tempo que tiene de la canción. Los loops también pueden almacenarse. Respecto al sonido, tanto el software como los equipamientos digitales, cuentan con atenuadores y limitadores que impiden que un novato destruya el equipo de sonido. Hasta la ganancia de cada canción puede ajustarse de forma automática.
Todas estas ayudas, hacen que una parte importante del trabajo del DJ se realice fuera de la cabina. Analizar canciones, comprobar que el análisis es correcto, corregir beatgrids para que la sincronización automática sea perfecta, buscar los puntos en los que puede ser interesante introducir un hot cue, conocer qué partes pueden alargarse con loops… ciertamente conlleva un buen trabajo. Pero a pesar de todas estas ayudas, hay factores que todavía quedan en manos del DJ. Las canciones deben ser correctamente elegidas durante la sesión más allá de los consejos armónicos que pueda dar el ordenador, la canción debe pincharse en el momento adecuado, la transición debe hacerse correctamente y tener la duración justa, los efectos hay que saber cuando usarlos, en qué medida, y en qué momentos es mejor olvidarse de ellos y dejar la canción tal cual fue creada. Cuestiones que en gran medida, se aprenden a través de mucha práctica y de mucha experiencia trabajando, y que por el momento, un reproductor de gama alta o un ordenador con software no pueden hacer. E incluso contando con las horas de práctica y los años de experiencia, ocurren errores, porque los humanos no son perfectos.
Novatos y tiempos modernos
Son precisamente los superstar DJs más novatos los más sospechosos de las peores artes. Entre otras cosas porque realmente muchos reconocen que no habían pinchado nunca antes de ser famosos y que tuvieron que aprender a toda velocidad porque el negocio de la música les exigía hacer un directo de DJ. Sí, esa es la paradoja actual, la gente espera que un músico o productor de música electrónica haga un espectáculo como DJ. Además, la gente ya no disfruta a los DJs bailando unos con otros, ahora el DJ se observa como si fuera un grupo de rock, algo que ya es canon en los festivales y que cada vez pasa en más clubs. No voy a entrar a valorar si es algo que está bien o está mal, si es algo generado por la audiencia o manipulado por la industria musical, pero la realidad es que es algo que sucede: un productor de música electrónica de éxito debe defender su música en directo pinchándola como un DJ mientras la audiencia baila observándole. Últimamente, es incluso común que en la venta de entradas o en material promocional, esta clase de eventos sean catalogados como conciertos (el último show de Eric Prydz por ejemplo), ya que junto al nombre del artista se puede observar la expresión “in concert” o “live concert”. ¿Será porque el público se comporta como en los conciertos?
Al hilo de estas tendencias actuales, Tim Bergling (más conocido como Avicii) reconocía en una polémica entrevista a la revista GQ el pasado año, que apenas cuatro años antes él no sabía nada de pinchar y que se dedicaba a hacer música de baile en su habitación. Fue el promotor Ash Pournouri, la persona que le descubrió, quien supuestamente le enseñó a pinchar. Tim reconocía que la mayoría de su trabajo se hacía fuera de la cabina, y que incluso las canciones a pinchar y las transiciones se elegían y trabajaban antes del evento. Para terminar de adornar su entrevista, comentó que saber observar la pista de baile para saber qué pinchar a continuación era algo que “muchos DJs mayores repiten como algo a lo que aferrarse para seguir siendo relevantes”. Sus comentarios levantaron mucho polvo y mala leche, se le acusó de llevar el set totalmente preparado de principio a fin, e incluso directamente grabado, y de ser cualquier cosa excepto un DJ. En su defensa tampoco pudo decir mucho, salvo que en los macro festivales él hacía y pinchaba lo que la gente esperaba, y que reservaba su faceta como selector musical para los clubs.
Otro joven superstar DJ, Sonny Moore, más conocido como Skrillex, ha tenido siempre sobre su cabeza la sospecha de que su set como DJ está mucho más que preparado. En sus primeras giras como DJ su equipo era un ordenador con Ableton Live conectado directamente a una mesa de mezclas Pioneer y a un sencillo controlador de pads M-Audio. De la mesa de mezclas Pioneer apenas tocaba el filtro o aplicaba algún efecto, y con el ordenador y el controlador… realmente nadie sabe muy bien que hacía, salvo aparentemente tocar controles de manera aleatoria. De hecho ni tan siquiera empleaba auriculares en aquella época. Muchos dijeron que en su show hacía poco más que jugar con algunos efectos sobre una grabación, o un set previamente secuenciado sobre Live. Los dos últimos años ha cambiado de equipo y utiliza la típica combinación de mesa DJM-900 con una pareja de reproductores CDJ-2000NXS, quizá para acallar rumores. Pero a pesar de ello, su show sigue en entredicho. De principio a fin su show está acompañado de proyecciones que se sincronizan a la perfección con la música, siempre a la perfección a pesar de que pare en algún momento la música para decir algo al público. Además hay partes de su setlist que se repiten enteras show tras show, por ejemplo la parte en la que su cabina (montada dentro de una escenografía con forma de nave espacial) se eleva gracias a un mecanismo hidráulico siempre suena su remix de la canción “Promises” de Nero y después su tema “Ruffneck”. Nada de esto demuestra que su set esté pregrabado… pero sí que gran parte está preparado. Nuevamente, buscando ofrecer una imagen de autenticidad, en su última gira ha programado unos eventos llamados "Takeovers", en los que acude a clubs de una misma ciudad a celebrar sesiones en las que supuestamente pincha una selección musical de corte menos populista y sin su típica puesta en escena.
Los mayores de defienden
Al señor Calvin Harris se le tiró todo el mundo encima cuando fue citado en un artículo del blog Newsbeat de la BBC, donde se hablaba acerca de la polémica del papel de los superstar DJs en sus actuaciones en directo. De manera bastante poco concreta, el periodista del blog citaba unas frases de Calvin Harris en las que el artista decía “Creo que no hay ningún problema, cuando vas a un club quieres escuchar música producida, quieres escuchar el bajo, quieres escucharlo tan bien como pueda sonar”. Cuando se pidieron aclaraciones sobre exactamente el qué “no había problema”, la BBC explicó que Harris dijo eso cuando se le preguntó acerca de si pasaba algo por usar sets pregrabados (en inglés prerecorded sets), mientras que el propio Harris se defendió diciendo que recordaba la pregunta y que le preguntaron acerca de si el problema del DJ era usar discos (en inglés records). Harris asegura que si miente, que la BBC enseñe la grabación completa con la pregunta y la respuesta, mientras que la BBC asegura que posee la grabación de la entrevista, aunque hasta ahora no la ha mostrado. ¿Miente alguna de las dos partes o simplemente fue un malentendido entre ambas?
Steve Angello es otro de los DJs sobre el que han recaído muchas dudas. Tras besar el éxito con la formación Swedish House Mafia, ha seguido girando por todo el mundo como DJ en solitario. En una actuación en la que era el cabeza de cartel de un pequeño festival fue grabado desde un lateral del escenario, y en la grabación se podía observar como sonaban las tres últimas canciones de su show con unas transiciones entre ellas en las que Steve apenas interactuaba con el equipo. Al final de las tres canciones había una iluminación especial y fuegos artificiales sincronizados con la música. Las acusaciones fueron claras: estaba todo grabado. Pero Steve se justificó diciendo que su show es en directo… a excepción del final, donde reconoce usar un medley de canciones de unos 11 minutos que está grabado y que es así para que su equipo dispare la iluminación final y los fuegos artificiales, algo por lo que, según él, la gente paga por ver en sus shows, “y al que no le parezca bien que no pague la entrada”. Por lo menos Steve sí que ha reconocido que pequeñas partes están totalmente preparadas.
David Guetta desde hace tiempo es para muchos aficionados a la música de baile sospechoso de cualquier cosa menos de ser buena persona. Desde que Joachim Garraud reconoció públicamente en una entrevista radiofónica que los primeros éxitos masivos de Guetta los produjo él por encargo directo, al DJ francés se le ha mirado con lupa de manera constante. Que le hayan pillado en varios espectáculos televisivos “pinchando” con un equipo apagado y desenchufado no le ha ayudado precisamente, aunque debemos decir que esto tampoco es signo de nada, ya que en televisión todo está preparado y casi nada es en vivo hoy en día, salvo quizá los programas en los que tratan de descubrir talentos musicales (en Francia curiosamente David Guetta ha colaborado en alguno). Los rumores que le acusan de ser un farsante se han incrementado con diversas actuaciones que se han interrumpido porque el pendrive o la tarjeta de memoria donde transportaba la música se dañaban, antes o durante la actuación. ¿Cómo es que no era capaz de pinchar con otra cosa?¿Su set solo puede realizarse exclusivamente con la música contenida en el pendrive? A pesar de todo, Guetta siempre ha respondido a las acusaciones. “Soy capaz de hacerlo con los CDJ igual de bien que los que usan Ableton Live” ha llegado a declarar alardeando de buena técnica. También ha asegurado que los rumores sobre sets pregrabados en sus actuaciones sólo aparecen cuando llegan las votaciones para el top anual de DJ Mag, y que están sencillamente enfocadas para perjudicarle. La teoría de la conspiración como defensa es un argumento retorcido, pero si no hay pruebas más válidas para acusarle, ciertamente puede decir cualquier cosa para defenderse.
Sobre Armin van Buuren también han recaído sospechas unas cuantas veces, y las acusaciones siempre han estado relacionadas con la perfecta sincronía entre la música que pinchaba con los CDJ y las imágenes que se proyectaban en el show. Pero Armin se defendió muy inteligentemente explicando con todo detalle su setup y cómo funciona. Básicamente emplea en cabina 4 CDJ-2000, aunque realmente sólo pincha con dos de ellos, los otros dos envían código SMPTE a un ordenador que controla los visuales. Para sincronizar el arranque entre los CDJ que pinchan el audio con los que envían SMPTE, se emplea la función fader start del mixer DJM-2000, al subir el fader del canal se envía la señal a dos CDJ a la vez. Para que la señal SMPTE sea del mismo tempo que el audio del otro CDJ, estos se sincronizan entre sí a través de la conexión ProDJ-Link (un cable ethernet). En el siguiente vídeo lo explica:
La estrella canadiense del EDM Deadmau5 (que por cierto, rechaza la etiqueta profesional de DJ) fue otro más de los que revolucionó la escena musical con unas declaraciones, pero lo suyo fue totalmente voluntario, curiosamente nadie le había acusado de nada. En su Tumblr publicó una entrada llamada “Todos pulsamos Play”, en el que empezaba diciendo que “con una hora de instrucciones, cualquiera con unos conocimientos mínimos de Ableton Live y tecnología musical en general podría hacer lo que yo hago en un concierto de Deadmau5”. Después explicaba que en su show hay un ordenador con Ableton Live y fragmentos premezclados (“hasta cierto punto”, matizaba) de sus producciones, donde tiene cierto control sobre algunos sonidos. Reconocía que no tiene margen para la improvisación ya que todo sigue un timeline preestablecido que envía código SMPTE para controlar las luces y las proyecciones. Después aseguraba que no le daba ninguna vergüenza todo esto, que le daba exactamente igual todo el tema de la capacidad para acompasar canciones que pueda o no tener un DJ ya que con Ableton Live no es necesario, y que el auténtico talento de los productores sale a relucir en el estudio. Al final de su escrito, lanzaba un guiño a los fans, diciendo que ellos son los que hacen algo especial los shows de música EDM, disfrutando de las luces y la música que previamente se ha hecho en un estudio.
¿Alguien se atreve con las conclusiones?
Decía Bill Brewster (una de las plumas más autorizadas del mundo de la música de baile) en un artículo que escribió para The Guardian, que el asunto de los sets pregrabados es un fenómeno curioso, porque es en la interacción entre la pista de baile y los DJs donde ocurre la auténtica diversión. Sin la posibilidad de cambiar el tempo o el stilo, el DJ no es más que un jukebox que necesita un descanso para el aseo cada cierto tiempo. Junto al fenómeno de los productores fantasma, forma parte de la actual cultura de club, que ha crecido y evolucionado, pero que está desconectada de sus auténticas raíces.
Las palabras de Brewster tienen un cariz derrotista y no es para menos. Asume que la evolución de la cultura de club como fenómeno mundial, ha tenido como coste la pérdida de la mayor parte de sus orígenes, a cambio de una teatralización que los fans probablemente aprecian de una manera subconsciente. Brewster hacía en su artículo también una breve y muy bien traída comparación con la lucha libre americana (el wrestling), una curiosa competición en la que los participantes, todos con un físico muy trabajado en el gimnasio, luchan en combates amañados rodeados de gran teatralidad. Los espectadores de este deporte, que se rige bajo un código teatral llamado kayfabe, saben que todo es una comparsa, pero a pesar de ello llenan polideportivos para animar a su luchador favorito y los combates son retransmitidos internacionalmente en multitud de canales de televisión.
No se ha dado realmente ningún caso en el que se haya podido demostrar de manera pública y contrastada que un determinado DJ popular en un show concreto, en lugar de pinchar simplemente puso en reproducción una grabación de dos horas. Aunque sí hay una buena cantidad de superstar DJs que o bien por motivos evidentes o bien porque han llegado a reconocerlo, tiene su show bastante “previsto” en mayor o menor medida, bien sea porque tienen fragmentos ya premezclados por motivos relativos a la puesta en escena, bien sea porque toda la actuación está secuenciada y la labor del DJ está centrada en manipular mediante filtros, efectos o reajustes de parámetros lo que suena, aunque esto último para muchos no es realmente la labor de un DJ.
La labor del DJ es manejar sabiamente la retroalimentación que hay entre música y pista, pero si algunas o muchas partes ya están decididas sin tener en cuenta a la pista, ¿realmente el artista que está en la cabina está ejerciendo de discjockey?, ¿o sencillamente éste es el nuevo concepto de “concierto de música electrónica”? . Sería curioso pensar en lo que podría ocurrir si trasladáramos un concepto de concierto así a otro género musical, ¿qué ocurriría si una banda como Bon Jovi comenzara a hacer giras con actuaciones totalmente en playback? ¿aceptarían los fans algo así?
Dentro de lo negativo que pueda parecer todo esto, hay un elemento positivo, y que es común a todo fenómeno musical cuando su popularidad se maximiza y se desvirtúa de sus orígenes: al ser un fenómeno masivo que capta muchos aficionados, es también una puerta abierta a que esos aficionados se animen a profundizar en la música, y conozcan propuestas más fieles a las raíces.