Hoy por hoy, ¿es posible hacer música en iOS?
¿El estado actual de la creación musical en iOS?
Hace unos años, cuando aparecían las tabletas y se comenzaba a hablar de mundos post-pc, muchas eran las dudas pero en igual medida las esperanzas, de quizás encontrar otras vías para explorar la realidad, comunicarnos y en nuestro caso, crear música. Son muchos los factores que han incidido para que iOS sea el sistema operativo por excelencia; si bien Android ha ganado terreno y hoy por hoy tiene buenas apps de creación musical, es en la plataforma de Apple donde ha sucedido lo esperado: que un nuevo aparato traiga consigo una forma igualmente novedosa de explorar el sonido, o al menos un flujo de trabajo y una manera de conectar procesos que no es en medida alguna posible desde otras plataformas.
Cuando salieron las primeras apps en iOS ya se veía venir algo nuevo. Comenzaron a llegar marcas grandes como Korg con su iElectribe, Propellerhead con su clásico ReBirth, una que otra app barata, pero también propuestas independientes que auguraban un panorama interesante, como el caso de BeatMaker. En general podría decirse que el desarrollo de apps en iOS ha mostrado una asombrosa evolución, la cual habría también que rastrear en su expansión como sistema operativo y obviamente en el hardware, capaces hoy ambos de un sistema dispuesto para procesos musicales mucho más complejos y originales de lo que en un principio tal vez se pensó.
Lo multitouch
Al principio sin duda una de las apps revolucionarias del iPad fue la introducción de nuevos controladores MIDI y OSC. Incluso empresas como Lemur dejaron de hacer sus anteriormente aclamados controladores dedicados para portar todo su concepto a una app para iPad. Con el tiempo las casas de desarrollo de DAWs se fueron sumando a la moción y se aventuraron a crear apps para sus propios entornos, como el caso de Logic y Pro Tools, entre otros, sumando a ello iniciativas de terceros enfocadas en software específico, como TouchAble para Live o V-Control para situaciones generales.
Hay incluso controladores en mixers para directo como los Yamaha o Mackie, o para interfaces como las Focusrite o MOTU. También fueron apareciendo formas de conectar el iPad a entornos y hardware –desde controladores hasta interfaces, pasando por dispositivos más específicos como micrófonos de campo o medidores de ruido–, además a ello se le suma la integración con otros entornos tan variados como modulares o pedaleras, en suma logrando una plataforma que con el tiempo se ha ido mostrando más sólida y por lo menos digna de un nueva respuesta a la pregunta de si es posible producir música en iOS.
La respuesta la adelantamos y a estas alturas seguro es obvia para muchos: sí, y en todo el sentido de la afirmación: en un iPad se puede grabar, mezclar, procesar y masterizar música. Claro está, bajo una serie de condiciones y posibilidades de la plataforma misma, que en cierto sentido la limitan con respecto a otras, pero que también, como veremos, son la causa de la originalidad de iOS a la hora de trabajar con audio y es lo que le permiten hoy el lugar que tiene.
El DAW en iOS
Al principio muchos creíamos que iOS sería digno de considerarse plataforma de creación musical siempre y cuando algún DAW llegaba en forma de app. Si bien en gran parte los DAWs presentes han contribuido a la expansión musical en el iPad, no es realmente con los DAWs que llegó la revolución definitiva de la plataforma.
Auria y Cubasis se han llevado sin duda el podio, aunque Garageband con su simpleza, familiaridad con ciertas funciones y sus instrumentos inteligentes, también tiene buenos adeptos. Difícil cuestión saber cuál de los dos reinantes es mejor, aunque sí es fácil distinguirlos. Auria Pro lleva sin duda la delantera en profundidad de funciones y la semejanza con DAWs de escritorio. Pero de Cubasis habría que destacar una ligereza en la interfaz y funciones más orientadas a ciertos modos de creación musical y de integración de otras apps.
Auria Pro incluye plugins FabFilter o PSPaudioware; Cubasis integra algoritmos de Cubase y recientemente de Waves. Ambos reconocen AudioUnits y permiten manejo tanto de audio como de MIDI. En muchos casos, como siempre, será cuestión de gustos, pero sin duda son estas dos apps las que demuestran cómo llevar la idea tradicional del DAW a iOS.
Un nuevo entorno de audio
Así como llegaron los DAW, aparecieron otros elementos como efectos y formas de recrear sonidos e instrumentos. La primera ola de apps en iOS no fue otra cosa que el efluvio de formas clásicas dentro de la informática musical: cajas de ritmos, controladores que emulan teclas o faders, algunos efectos, apps para DJs o grabadoras. Fueron apareciendo clásicos como Amplitube, FL Studio o Sunvox. También emulaciones de sintes clásicos, samplers y multi-efectos o empresas reconocidas como Moog, Arturia y Sugar Bytes fueron armando su paleta.
Todo ese tipo de apps las podríamos ver como una especie de transición desde el software de escritorio, aunque con un obvio provecho de la tecnología multitouch. Los experimentos interesantes llegarían luego para trascender estos modelos más tradicionales y así abrir puertas para experimentar con sonido en iOS, poco a poco convirtiéndolo en un nuevo entorno, por varias razones, aquí condensadas en tres: las nuevas formas de control que integran algunas apps, las posibilidades de conexión multi-app y plataformas, y la oportunidad de ser una hibridación de métodos de la informática musical tradicional.
Nuevas formas de control
Los nuevos métodos para controlar comenzaron con las mencionadas superficies de control y el uso del multitouch, pero con el tiempo comenzaron a llegar nuevas apps que en su forma de disponer de la interfaz y controles, expusieron otras posibilidades de exploración de la materia sónica. Todo por constatar que no se trataba de una mera cuestión de portar a iOS software ya existente en Windows o Mac o de simplemente imitar el funcionamiento de máquinas, sino más bien comenzar a buscar diseños más propios de iOS.
La magia de tocar el sonido en apps como Samplr, las exploraciones granulares de Borderlands o las apps de apeSoft, manipuladores de ritmos y loops como Glitch Breaks o Sector, los modos de control de secuencias en Patterning o los sintes de Bram Bos. O qué decir de lo vasto de algunos sistemas con conceptos modulares tipo Audulus. Habría también que hablar de los controladores MIDI como modstep que mostraron el alcance que tiene iOS en términos de control.
Conexión multi-app y entre plataformas
Además de mostrar otras maneras de manipular táctilmente lo sonoro, el sistema de apps en iOS fue evolucionando al punto de retomar el clásico cable/jack desde una perspectiva propia aunque múltiple, en diferentes protocolos y mediante una amplia variedad de aplicaciones.
Sin duda la que se lleva la distinción mayor en la edificación de un diálogo entre otras apps es Audiobus, cuya llegada implicó una forma nueva de trabajar no solo en la plataforma, sino en la informática musical como tal, dado que, si bien el concepto del jack y la conexión no representan una gran novedad, lo es la manera como las diferentes apps que han ido apareciendo, se interconectan en ese lugar común que muestra Audiobus.
Luego apareció otro importante: AUM, de los responsables de la locura de Sector y también creadores de otra app esencial en iOS llamada Audioshare, la cual funciona como todo un espacio para alojar, organizar, grabar y catalogar sonidos dentro de la plataforma, pudiendo transferir información fácilmente entre una app y otra. Audiobus se ha ido centrando en la integración de apps, hoy contando con Link y pudiendo automáticamente sincronizar apps que lo soporten. Por su parte, AUM se ofrece como un mixer con esteroides, donde el ruteo y las posibilidades de conectar apps, incluyendo las fuentes de Audiobus, es meritorio.
Con el tiempo el sistema operativo en cuanto tal fue creciendo, integrando otras opciones MIDI, soporte de otros protocolos que permitieron la llegada de interfaces de audio profesionales, y radicales mejoras en el SDK. La suma de estos factores permitió a los desarrolladores trazar nuevas rutas de creación, principalmente gracias a la llegada de el sistema de Inter-App audio y los AudioUnit en iOS, que abrieron la puerta a nuevos efectos, algunos de casas de tradición como Sugar Bytes y Audio Damage, además de nuevos desarrollos como las apps de Amazing Noises:
No podemos sin embargo olvidarnos de otro importante avance: Studiomux. Antes separado en audiomux y midimux, se trata de una app que permite conectar el sistema multi-app de iOS con el entorno del DAW de escritorio, bien sea como plugins o por medio de puertos virtuales. El proceso es bastante sólido y cuenta también con una grata competencia llamada music io, siendo ambas otra opción esencial, sobre todo cuando queremos conectar iOs con otros entornos.
Hibridación
La tercera y última característica que identificamos –aunada a las formas de control y la idea de las múltiples apps—, es la posibilidad de hibridación de métodos que permite iOS, donde la idea de la app todo-en-uno sigue en pie y con posibilidades interesantes que hasta ahora solo tienen sentido en un medio tan portátil como un smartphone o una tablet
Uno de los más populares es sin duda Korg Gadget, una genialidad de entorno de creación de música electrónica donde no solo se emulan clásicas máquinas de ritmo y sintetizadores legendarios de Korg, sino que además se ofrece un particular sistema de programación MIDI, bastante rápido y con opciones de exportado a Korg Gadget en escritorio o incluso a Ableton Live, bien sea por la función de exportado en multi-pista que también contiene, o por salir en formato .alp.
Otros ejemplos de formas híbridas de creación los encontramos en las apps de Novation, como Blocs Wave, Launchpad o Groovebox, todas orientadas a proceso de creación en tiempo real, haciendo uso de clips, sistemas modulares o novedosas formas de manipulación de múltiples instrumentos al vuelo.
El caso de Beatmaker
Aunque al comienzo muchos desarrollos de iOS se basaron en la imitación de procesos de ordenadores y máquinas de música electrónica, con el tiempo la idea de un todo-en-uno para la creación musical en la plataforma se ha expandido al punto de hoy poder ser posible en una de ellas, aunque no ello implicando que no se necesiten otras. Aquí todo-en-uno es más bien la idea de un hub, de un espacio donde crear en tiempo real sin salirse de las bendiciones de lo multi o inter app, pero sin caer en la linealidad del DAW.
La gente de Intua siempre ha estado tras la pauta de una app que, aprovechando las cualidades multi-touch de la plataforma iOS, permita formatos similares a máquinas del pasado o flujos de trabajo propios de otros sistemas ya conocidos. Sin embargo, con el tiempo parecen haber explorado a profundidad ambas partes, tanto aquello propio del iPad y su entorno de aplicaciones, como aquello de otros sistemas que puede ser de alguna forma integrado, portado o recreado a la manera de Beatmaker.
Los DAWs de iOS —aunque bien podría decirse que la gran mayoría de aplicaciones de audio de la plataforma— no son propiamente pensados para ponerse en competencia. Aunque hay herramientas similares, lo que termina sucediendo es que cada desarrollador logra integrar las variables de control, grabación e integración con el ecosistema de Audio de iOS de una forma tan singular que es valioso conocer el proceso de cada app y buscar cal se ajusta mejor o cuales pueden combinarse de alguna forma.
BeatMaker es de esas apps de las que podrías no salir por horas, pero es también de la que te puede hacer salir todo el tiempo hacia otras apps. Sería muy aventurado decir que es un centro de operaciones, porque ese reinado se juega entre apps como Audiobus o AUM, pero estamos ante toda una app fundamental para el proceso de producción en iOS, siendo una app que finalmente lo hace sentir a uno que se está llegando a algún sitio serio en la producción musical de la plataforma, hoy profusamente rica en instrumentos, herramientas de procesamiento realmente amplias y sistemas de grabación más avanzados como Auria Pro.
En su tercera versión BeatMaker propone una interesante movida que parece heredar funciones de máquinas no solo clásicas, sino de sistemas más contemporáneos como Maschine o Push, de quienes claramente toma inspiración. Lo original en este caso es la hibridación que se lleva al extremo, en tanto en una sola app se ofrece un completo sampler, programación y secuenciamiento MIDI por rejilla de clips, línea de tiempo para construcción multipista, efectos con soporte para plugins, automatizaciíon y un sin fin de funciones que lo convierten en una especie de Ableton Live para iOS.
BeatMaker recuerda acontecimientos importantes como el aterrizaje de las MPC en siglo pasado o los nuevos sistemas integrados de hardware y software de los últimos años, de alguna forma aplicando lo mejor del software de escritorio, pero trascendiéndolo a la manera de tratar el sonido en iOS, si tenemos en cuenta las amplias posibilidades que tiene para conectarse a otros entornos como Audiobus o AudioUnits.
Al futuro
Concluyamos con una idea: la forma de trabajar con audio en iOS no es que sea mejor o peor que la de otras plataformas. Simplemente es diferente (y complementaria), con una serie de dinámicas y opciones propias que la hacen interesante bien sea como forma independiente de producción que no necesita PC o hardware musical, o como utilidad entre sistemas, para controlar, grabar, combinar procesos, etc. De este modo hallamos una particularidad en iOS en términos de creación musical: es una plataforma que se entiende entre sistemas, entre mundos, por ende sirve en multiples capas y funciones. Es sin duda un ejemplo de la creación musical del futuro.