¿Por qué suenan tan mal los conciertos?
Casi cada vez que voy a un concierto vuelvo con la misma sensación: ¿por qué sonaba tan mal? Hablé sobre esto hace unos años, pero aún lo mantengo porque las cosas no parecen haber mejorado. El equipamiento de sonido en vivo es ahora mejor que nunca, pero a menudo nos encontramos con un sonido empalagoso que simplemente te estropea el disfrute del evento en directo.
Por desgracia, esto sucede mucho más de lo que debería, y creo que es una razón importante por la que mucha gente no quiere ir a tantos conciertos como antes. La cosa está difícil con los precios de las entradas, pagos adicionales y el elevado conste de los aparcamientos y concesiones, pero si a eso añades una experiencia de concierto menos que perfecta, no quedan muchos incentivos para repetir.
El hecho es que la mayoría de los conciertos suenan mal hoy por hoy, y no es por la acústica de los recintos. Es por la mezcla.
Creo que una generación entera de técnicos de sonido ha aprendido un concepto equivocado: que el bombo y la caja son la parte más importante de una mezcla. Aunque eso pueda ser verdad en cierta medida cuando grabamos un disco —es realmente importante, pero no lo más importante—, cuando mezclamos sonido en vivo la cosa es muy diferente: la voz debería ser la reina.
El sentido común dice que lo más suave del escenario —la voz— debería obtener la mayor amplificación y atención. Después de todo, es lo que la gente paga para oir —y el cantante es a quien van a ver la mayor parte del tiempo—, no el bombo. Y la sobreutilización de subwoofers sólo hace que un concierto retumbante suene más retumbante todavía.
Aquí tenéis cinco razones por las que yo creo que los conciertos no suenan tan bien como deberían:
1. La voz no destaca. El vocalista es, normalmente, la razón principal por la que vamos allí. Mezcladla para que podamos oírla y entenderla, por favor.
2. Demasiada dependencia de los subwoofers. En la vida real, la única vez que escucharás algo en los 20-30Hz será durante una tormenta eléctrica, terremoto u otro fenómeno natural. Poner demasiados subgraves —y a veces es la norma— puede ser una gran distracción. Vale, quieres que la música suene enorme añadiendo todos esos graves, pero no debería hacerse en detrimento de la inteligibilidad.
3. Demasiado bombo. Como resultado de los puntos anteriores, muchos técnicos de sonido parecen tener una visión miope del bombo. Le dedican mucho más tiempo a obtener su sonido que a cualquier otra cosa sobre el escenario. Creedme, la mayoría de los bateristas con nivel de concierto utilizan baterías que ya suenan genial. No requiere tanto esfuerzo hacer que suenen bien.
4. Baja inteligibilidad. De nuevo, es consecuencia de lo anterior. Muchos técnicos parecen contentos si simplemente podemos escuchar las voces. Pero lo que queremos es entender cada palabra. Dediquemos algún tiempo adicional a este asunto, en vez de al bombo.
5. Malos hábitos de mezcla. Parece que muchos técnicos nunca han escuchado el CD de la banda que están mezclando. Vale, es distinto mezclar en vivo. Vale, tienes que vértelas con algunas salas y recintos absurdos. Pero los puntos 1, 2, 3 y 4 de esta lista nos llevan al 5. Es tiempo de romper el círculo.
Estoy seguro de que esta lista no va a cambiar la mente de algunos técnicos de sonido actuales. Pero si sólo un niño que esté empezando decide que no es buena idea imitarles, habrá valido la pena.
Este artículo fue replicado en No, los conciertos no suenan tan mal