Probamos el Yamaha Reface DX
Reface ha generado ya mucha actividad en las redes cuando todavía no está disponible en tiendas: las primeras unidades llegarán en septiembre. Aquí mismo en Hispasonic abundan comentarios en la noticia sobre su aparición y en el foro abierto sobre esta gama. Muchos de ellos son reflejo de unas expectativas que no se corresponden con el tipo de producto que Yamaha ha querido crear, en el que sobresalen la portabilidad y la inmediatez de uso. El modelo DX que revisamos hoy recupera los sonidos de la síntesis FM en un nuevo formato y trae mejoras de usabilidad y novedades llamativas (y exclusivas) en el terreno de la automodulación.
Ruta simple hacia territorios conocidos
[Índice]Antes de abordar el DX y sus especificidades, y aunque sea anotar lo ya conocido, Reface implica un conjunto de 4 teclados de propósito específico en cuanto a sus ámbitos sonoros: YC y CP para órganos y pianos electrónicos clásicos, CS y DX como sintetizadores sustractivo y basado en FM respectivamente. En cada uno de esos registros son eficaces y simples, y ofrecen una importante calidad y variedad de sonido. El uso es prácticamente inmediato, con controles dedicados para cada función y una selección de ajustes y parámetros que reflejan los modos más comunes de cada uno de los territorios que representan. La excepción —debido a la idiosincrasia propia de una FM que impone límites a la simplificación— es precisamente el DX en el que hoy nos centraremos.
No creo que pueda separarse esa idea de inmediatez y familiaridad de la propia esencia de Reface. Recrea lo que ya son estándares en cuatro gamas de uso habitual por teclistas. No encontraremos en ellos el detalle de los cientos de parámetros ni las intrincadas posibilidades de otros tipos de sintetizador; tampoco veremos en sus unidades de efecto una programabilidad magnífica. Hay una preconfiguración sensible al contexto que se quiere recrear y en la que afloran hacia el usuario una selección significativa de los controles más frecuentes. Incluso las complicaciones de la multitimbralidad han sido esquivadas.
Con todo ello CP, YC y CS los entiendo como aliados de la ejecución ‘en vivo’ en cuanto a la creación de sonidos. Más que llamar a un extenso trabajo de diseño previo y configuración, los veo comodísimos como forma de garantizar la llegada a buen puerto con rapidez, adaptando timbres para acompañar a un nuevo grupo o solista, o ante la necesidad de integrarse en una improvisación o desarrollar con rapidez algunas ideas en un nuevo tema. En esas situaciones de cierta incertidumbre y urgencia, en las que no es posible gastar tiempo, se agradece la vuelta a la filosofía de un control para cada función y los paneles no sobrecargados y de fácil interacción. Animan a intervenir en el sonido y buscar el mejor encaje. Algo como aquellos primeros sintes y teclados con los que muchos iniciamos la andadura hace decenios.
Deben haberlo pensado también en Yamaha, al no incluir (salvo en el DX) las tradicionales memorias con sonidos preelaborados o del usuario. Como complemento habrá una aplicación iOS que permitirá guardar, organizar y recuperar sonidos; será gratuita y se llamará Capture. También estará disponible un sistema en Web MIDI (denominado SoundMondo) que funcionará como plataforma para editar y compartir sonidos entre usuarios de cada equipo. El móvil y la nube como nuevos ‘cartuchos’ de sonidos. ¡Quien lo iba a imaginar en la época del DX7 y los cartuchos físicos ROM con presets o RAM para sonidos propios!
Un formato mini y portable
[Índice]Común a todos los Reface es el nuevo formato de teclados extremadamente portables con altavoces, posible funcionamiento con pilas/baterías, y teclas al 85% aprox. respecto al tamaño convencional. Las dimensiones finales globales son tan reducidas que más que sentirlo como un teclado adicional, casi me ha parecido un módulo de sobremesa. Pese a ser de peso ligero (2 kg.), al ser tan compacto da una sensación de solidez y consistencia al levantarlo. El precio es también común a toda la serie, y finalmente parece que se situará en tiendas justo por debajo de 400 euros.
Las 37 teclas en sí son de toque ligero y, aunque agradables al tacto, obligan con mi tamaño de mano a una posición un tanto cerrada que preferiría evitar en sesiones largas. Cierto también que no es desde un teclado mini desde el que tocaríamos cualquier cosa. Como contrapunto, la última canción que he estudiado la he practicado primero desde el tren y luego en la cama de un hotel, usando el Reface DX y unos auriculares, aprovechando un viaje breve y sin complicar la maleta más de lo necesario, disfrutando con un buen sonido y un toque expresivo a la velocidad. La palanca de bending reacciona muy bien y para estas dimensiones me resulta más cómoda que una minirueda.
Respecto al sonido de los altavoces (estéreo, con 2W disponibles por canal), es suficiente para una práctica ocasional individual, pero está claro que no hace honor a la calidad que puede obtenerse con mejores escuchas.
La reunión de estas características relativas al formato encajará con unos y alejará a otros. Para los no teclistas es una propuesta atractiva, accesible y nada incómoda. Para quien ya tenga otros sistemas, es un válido controlador complementario ‘de sobremesa’, que puede añadir otro valor de interés adicional al de los sonidos que ofrece. No hay que olvidar tampoco que los CS, YC y CP generan mensajes CC desde sus múltiples controles, por lo que pueden servir como controladores genéricos. Y por supuesto, el uso portable y desenchufado tiene sus momentos.
Reface DX y su FM
[Índice]Centrándonos ya en el motor de sonido que aporta Reface DX, se trata de una FM al estilo clásico de Yamaha, en este caso con 4 operadores senoidales. No son seis (como sucedía en el DX7) ni tampoco incluye las 8 formas de onda que aportaban los TX81Z o V50 (y que facilitaban una mayor complejidad desde sólo 4 operadores). Pero no es menos cierto que 4 operadores senoidales son ya capaces de una FM madura y digna de llevar las siglas DX, como pasaba por ejemplo con los DX 21, 27 y 100. Además, las posibilidades de la automodulación han crecido notablemente (ver más adelante) y permiten una nueva variedad de formas de onda en cada operador (en cierto sentido más variado que las 8 presentes en TX81Z).
Reface DX ofrece esa limpieza en la generación de sonido que sólo encontramos en los DXs de la generación de segunda mitad de los 80s. El soplido de los primeros DX y sus convertidores no asoma. Es magnífica la respuesta en frecuencia que ofrece, y que incluso abre la puerta de usar Reface DX casi como un generador de señales de prueba de alta calidad. He podido generar senoides de 1Hz nítidas (aunque imperceptibles salvo por el movimiento lento del cono de los altavoces), y subir hasta casi los 20kHz sin diferencias de amplitud apreciables en todo ese recorrido; prácticamente una respuesta plana. Por mis pruebas apostaría a una frecuencia de muestreo interna de 44100, pero no viene acompañada de especiales recortes en la zona alta —todo lo contrario, sube con ganas y estabilidad—. En el registro grave, más de lo mismo: si no tenéis unas buenas escuchas, buscad otras vías de vigilar el resultado cuando toquéis notas graves, porque este DX no pone especiales objeciones a manejar señales que son casi de continua (como esa de 1Hz que mencionaba).
Es buena cosa, sabiendo que uno de los usos en los que la FM resulta especialmente indicada es la creación de esos bajos subgraves claros y bien definidos que con otros sistemas suelen ser más difíciles, inestables o borrosos. La garantía que da la FM en este terreno (incluso usando tan sólo dos operadores) puede ser ya de por sí un argumento para interesarse por este tipo de síntesis, y un fraseo monofónico con legato y portamento y uso de la palanca de pitch bend resulta especialmente cómodo en Reface DX.
Como ejemplo aquí tenéis un sonido de bajo que he programado y tocado desde Reface DX. Básicamente son envolventes de doble decay, con Op2 modulando a Op1; Op3 modulando a Op2 para dar más interés en el ataque; y Op4 en ratio 0,5 modulando a Op1 para dar presencia controlada de suboctava en la segunda frase del fichero. Y la intención de crear un sonido que, aunque no llame la atención en sí mismo, sea precisamente por eso ideal para ocupar su sitio justo, sin molestar a otros instrumentos.
Un paseo por los sonidos de fábrica hace patentes los excelentes bajos posibles con FM, pletóricos de nitidez; las reconocibles campanas, que pueden llegar a ser mucho más variadas (los presets sólo incluyen dos versiones); marimbas que podemos reconvertir en txalapartas, xilofonos y vibráfonos sin mucho esfuerzo; efectos chirriantes diversos que no pasan de ser anecdóticos; o cómo no, los pianos eléctricos tipo ‘tines’ y 'wood' hipersensibles a la intensidad del toque sobre las teclas, con su atractiva combinación de ataque brillante y calidez de cuerpo… En definitiva, un buen repertorio de los sonidos que caracterizan la FM, aunque también ausencias que tocará remediar mediante programación de sonidos propios allí hasta donde llegue su motor.
En estas otras grabaciones tenéis varios sonidos creados por mí, salvo el clásico piano 'tines' que se escucha y que estaba en los presets. Son sonidos creados y tocados directamente desde Reface DX. Sólo en uno de los ejemplos aparecen combinados dos sonidos, grabados en dos pasadas en Audacity, sin mayores aditamentos. No hay ningún procesamiento (salvo ocasionalmente un fade out).
Me extrañó ver por ejemplo un único ‘brass’ entre los sonidos de fábrica (útil como punto de partida para buscar la creación de variantes), o la falta de sonidos con ‘soplido’ o ruido blanco que sí son accesibles en los DX ochenteros (desde flautas con aire a sonidos de caja tipo ‘FM snare’ ). Quizá pasadas las décadas no sean esos ya los sonidos que se necesitan de un FM, porque hay profusión de otras fuentes para obtenerlos, y ciertamente en 32 memorias no puede entrar mucha más variedad.
En todo caso, la nueva versión del ‘feedback’ no llega al extremo de forzar la generación de ruido, como sí sucedía en los DX de los 80s; eso justificaría parte de esas ausencias. De forma parecida, el índice de modulación en los DX clásicos de 4 operadores alcanzaba valores extremadamente altos (mucho más que en el DX7, por ejemplo) y forzaba una inestabilidad / distorsión que era agradecida y explotable para los metales FM sin exigir apilar muchos operadores. Aquí el recorrido parece no llegar a esos extremos de mayor fiereza, quizá por una vocación preconcebida de evitar ese caos. Lo que sí está presente y aprovechable creativamente es el aliasing: aquellos parciales que exceden de 22050 Hz 'rebotan' hacia otras más bajas y aportan esa gracia peculiar que muchos sonidos clásicos FM sacaban a relucir (y si necesitamos esquivarlo todo es cuestión de vigilar los niveles y usar algo de 'key scaling').
Situaría por tanto el Reface DX en el terreno de los sonidos FM más exquisitos y puros, centrados en presentar colecciones armónicas o inarmónicas de parciales y hacerlas evolucionar bajo el control de la velocidad de pulsación y de las envolventes. No es que no pueda alcanzar otras sonoridades, pero siendo sinceros, realmente el ruido ha sido siempre un efecto secundario y relativamente descontrolado en los FM —un producto más de la casualidad y de la precisión de los cálculos que de la intención—. Es esa explosión ruidosa a la que los FM antiguos se abocaban con índices altos lo que parece estar aquí más matizado, más bajo control.
Pese a todo, finalmente he creado algún sonido basado en ruido. Os muestro un helicóptero que he creado al estilo de los primeros sintes analógicos, pero a costa de emplear los 4 operadores, con tres en cadena y frecuencias no relacionadas entre sí hasta generar una actividad espectral extensa y densa, conjunto que a su vez ataca a una portadora cuya única misión es aportar la posibilidad de controlar el nivel final, con el LFO aplicado a la portadora. Tras el helicóptero oiréis ruido generoso creado con el DX y sometido, por este orden, al chorus, flanger y phaser.
Programación táctil y control del timbre vía MIDI CC
[Índice]Reface DX mejora notablemente la solución para la edición de sonidos, que era uno de los puntos de justificada crítica habitual en los DX clásicos. En estos había que navegar a través de botones y pantalla (para colmo estrictamente texto, sin gráficos) hasta llegar al parámetro deseado y luego usar un único ‘slider’ para ajustar el valor. Una edición necesariamente parámetro a parámetro que resultaba tediosa y muy poco interactiva, y que se solía solucionar vía editores en ordenador. Amigo como soy de la edición en el propio instrumento, ha sido renovadora la experiencia de uso del nuevo DX.
Hay botones de acceso directo a las distintas secciones de parámetros y la organización de las páginas es muy clara y lógica. Los parámetros se muestran en grupos de 4 a través de la pantalla gráfica, con representación visual de las envolventes y en general de los niveles de cada parámetro. Esos 4 parámetros mostrados en cada momento pueden ser alterados simultáneamente con otros tantos controles. Ver esta facilidad por vez primera en un DX es bien agradecido, aunque no deje ser habitual en otros muchos equipos desde los 90s.
La modificación en sí de los valores se realiza mediante una zona táctil que simula 4 juegos de botones up/down y que también reconoce el desplazamiento del dedo para permitir movimientos más veloces (no es un fader virtual porque no usa posiciones absolutas, sólo el movimiento). La opción por la moda de lo táctil, frente a la posibilidad de haber dispuesto un juego de 4 encoders o minifaders, es otra de las cuestiones que tendrá sus detractores. Personalmente encuentro que funciona bien para la edición ‘in situ’, aunque no tanto para el control en tiempo real.
En apoyo de ese control en tiempo real, otra de las novedades que introduce este DX es que aunque sigue siendo factible la modificación por vía MIDI SysEx de los parámetros individuales, una selección de los parámetros están también accesibles con los mucho más convencionales mensajes de CC (cambio de controlador). Con CCs tenemos acceso al control del algoritmo, y del nivel, realimentación y frecuencia en cada operador. Queda abierta pues la vía para usar tantísimos controladores MIDI como existen para alterar en vivo esos parámetros del sinte FM y sin tener que rompernos la cabeza con las muchas dificultades de SysEx. El propio Reface genera si lo deseamos mensajes de CC cuando actuamos sobre esos parámetros desde su interfaz táctil, lo que permite registrar y automatizar los cambios en cualquier secuenciador/DAW. Una buena noticia, dado que son pocos los controladores hardware capacitados para SysEx. Los usuarios de Ableton Live lo agradecerán especialmente ante su conocida ‘ceguera’ frente al mundo SysEx.
Aquí tenéis un ejemplo de un patrón básico grabado en el looper y en el que estoy aplicando siempre un mismo sonido, sobre el que me he limitado a modificar los valores de 'Level' y 'Feedback' de los operadores. Lo he hecho desde el propio panel, aunque sinceramente recomendaría que con el territorio que permite explorar ese juego de parámetros, los llevarais para mayor comodidad a cualquier controlador que tengáis con pots o faders físicos. Como podéis escuchar, intervenir tan sólo en los niveles y resonancias de los 4 operadores —sin salir de los mensajes CC y evitando la 'ingeniería' de los SysEx— es toda una herramienta potente para variar mucho el timbre, con resultados que no es sencillo obtener en las generaciones anteriores de DX.
Hablando de comodidad, por cierto, bienvenido también el que ahora la frecuencia de cada operador se ajusta en la pantalla con un único parámetro, sin la engorrosa división 'coarse/fine' de los DX clásicos. Una de esas cosas que facilita enormemente la vida aunque sea un cambio tan simple (internamente, y también vía SysEx y CCs, la representación sigue siendo dividida en dos parámetros grueso / fino).
Los parámetros del sinte
[Índice]Para cada operador encontramos los clásicos controles de frecuencia (con ratio entre 0.5 y 31.99 o valores fijos desde 1 a 9772 Hz) acompañados de ajuste de desafinación. También el imprescindible nivel de salida, que gobierna la amplitud en los operadores portadores y el timbre/brillo en los moduladores. El nivel puede hacerse variable con la velocidad, y con una curva de ‘keyboard scaling’ que recuerda a la del DX-7, con un recorrido lineal o exponencial ajustable a cada lado de un punto de ruptura (que en este caso está prefijado en el do central, no es seleccionable).
Novedad en esta versión Reface de la FM, la posibilidad de ‘feedback’ individualmente ajustable en cada operador, de la que hablamos más adelante.
Las envolventes en cada operador se definen, en pura tradición DX, con 4 niveles (level) y 4 velocidades (rate), que ofrecen una versatilidad muy superior a los diseños ADSR convencionales y que permiten crear dibujos de doble decay o doble ataque, entre otros.
Saliendo del terreno ‘interno’ a cada operador, hay 12 estructuras (algoritmos) que implican posibilidades nuevas respecto a las 8 que aparecían en los DX de 4 operadores. Como no están representados en el manual (sí en la pantalla) os dejo un esquema de los 12, coloreando los 4 que son novedad respecto a los ya presentes el los 4Op de los 80.
No se ha prescindido de la envolvente adicional dedicada para ‘pitch’, que puede ser o no aplicada individualmente a cada uno de los operadores y que alcanza unas excursiones gigantescas (+/- 4 octavas) muy agradecidas por ejemplo como efecto de ataque.
El LFO (uno pero independiente por cada voz) en línea de la tradición DX: puede actuar sobre la afinación y/o el nivel de salida de cada uno de los operadores, y cuenta con ajustes de velocidad, retardo, y onda (seno, triangular, rampa ascendente o descendente, cuadrada y dos rangos de velocidad diferentes para S&H).
Reface DX puede funcionar en modo polifónico (con 8 voces de polifonía) o bien en mono, en cuyo caso el tiempo de portamento entrará en actuación y podremos elegir su aplicación sistemática ante cualquier nueva nota o bien sometida al toque legato.
Una nueva definición de la realimentación
[Índice]Frente a la sensación de familiaridad que ofrece a los ya duchos con los DX, llama la atención el tipo de feedback que se ha implementado. En el lado positivo (muy positivo) el que cada operador cuenta con su propio grado de automodulación. Novedad igualmente importante el que esa automodulación admita dos recorridos, uno deriva el seno original hacia un resultado de tipo diente y otro lo acerca a la sonoridad de la onda cuadrada. Una originalidad doble e importante porque permite contar en cada operador con una señal que ya no es senoidal y que puede contener de partida si lo deseamos un mayor contenido armónico.
Os muestro algunos de los resultados con diferentes niveles de realimentación de uno y otro tipo.
Ya he apuntado antes que la automodulación no llega a los extremos forzados de los DXs anteriores, que acababan abusando de la FM y llegando a resultados de aliasing generoso, ruido blanco, etc. Quizá el ánimo de evitar esos ‘disgustos’ esté detrás, pero eran recursos potentes que tenía la FM y que no he visto alcanzables en esta nueva implementación.
Señalaré también otra diferencia: mientras en los DX originales el nivel y la envolvente de un operador realimentado afectaban al resultado de la automodulación (haciendo posible por ejemplo simular el filtrado de un diente mediante la envolvente del propio operador realimentado) en esta FM Reface el control de realimentación es previo a la regulación del nivel de salida y la envolvente. Como resultado la realimentación en Reface DX consigue el efecto, nada desdeñable, pero claramente diferente, de reemplazar la onda senoidal por una onda seleccionable en un recorrido continuo entre la sonoridad diente, la senoidal y la cuadrada. Pero establecido ese carácter para cada oscilador/operador, queda permanente durante la ejecución de cada nota, mientras en las versiones clásicas se podía variar el resultado de la realimentación durante la nota en función del nivel y la envolvente del operador. Una versión estática de la automodulación frente al dinamismo que permitía en los otros modelos bajo control de la velocidad, las envolventes o el LFO, y que es lo que personalmente hubiera preferido.
Con todo, está claro que se consigue variar mucho el timbre sobre cualquier sonido prexistente haciendo tan sólo uso del control de realimentación de los cuatro operadores. Pulsar el botón 'FB' lleva al panel táctil precísamente esos 4 ajustes de automodulación. Otro tanto podría decirse del botón 'level'. Ambos facilitan dar/restar brillo y riqueza armónica a los sonidos sin meterse en excesivas complicaciones, algo que los demostradores de Yamaha están enfatizando como forma de hacer retoques intuitivos sin necesidad de adentrarse en mayores profundidades de este tipo de síntesis.
Efectos
[Índice]Reface DX cuenta con dos unidades de efecto en serie. Cada una de ellas puede ajustarse a distorsión, touch-wha, chorus, flanger, phaser, delay o reverb, pero al contrario que en otros muchos equipos Yamaha, su edición es mínima, con dos parámetros por cada uno de ellos. Dispone por ejemplo de control de tiempo y nivel de la reverb, pero no hay un control HF damp y menos aún tipo de reverb (es un único algoritmo). O en el caso del flanger hay control de la duración del ciclo y de la cantidad de feedback, pero no tenemos ajuste del tiempo de retardo que permitiría ajustar la zona de actuación. Son un añadido útil para acompañar los sonidos FM desde el propio teclado pero en el que los ciclos de los efectos modulados, o los lazos de la reverberación paramétrica llegan a ser audibles cuando los exponemos en exceso.
Otras cuestiones
[Índice]La cantidad de parámetros necesarios para un sinte FM hacen inviable el mantenimiento de la filosofía ‘todo en el panel’ que impregna al resto de Reface, y eso conlleva el que en este modelo sí haya un juego de memorias en las que albergar sonidos. Puede guardar 32 sonidos organizados en 4 bancos de 8. Los sonidos del usuario se graban reemplazando a los que vienen de fábrica y es posible recuperar en bloque los 32 sonidos originales o bien restablecer una memoria concreta a su sonido de fábrica.
Está presente (también en el Reface CS) el ‘looper’ que no es un clásico looper audio, sino MIDI. Permite grabar en tiempo real una interpretación al teclado y es posible hacer overdub para grabar en sucesivas pasadas. Pero hemos de tener en cuenta que registra las notas MIDI y no el resto de la información, como rueda bend o modificación de parámetros. Con ello, las notas reproducidas desde el looper se envían al generador de sonidos, y podremos ir alterando el sonido o cambiar entre unas y otras memorias mientras el looper está sonando (incluso la claqueta mientras se graba está realizada con el mismo sonido que esté seleccionado).
El canal MIDI enviado/recibido es seleccionable, como lo es también el control ‘local on/off’. Quienes prefieran evitar la generación/recepción de mensajes CC relativos a los parámetros del sintetizador pueden desactivarla.
Aunque hayamos mencionado como punto interesante el uso de mensajes CC, Reface DX hace también uso de SysEx MIDI y es factible gestionar volcados (dump) para conservar/restablecer sonidos, y la edición individual de todos y cada uno de los parámetros, lo que permite llegar más allá de lo que permiten los mensajes de CC (sólo un subconjunto de parámetros) y crear editores completos si lo necesitáramos. Todo ello sin olvidar que Capture (la app para iOS) y SoundMondo (el entorno WebMIDI con el que los Reface se integrarán) ofrecerán posibilidades de edición y gestión de sonidos. Por cierto, los mensajes SysEx no son compatibles con las antiguas series (no se pueden importar sonidos de DX anteriores), pero sin duda SoundMondo tardará poco en plagarse de sonidos creados por unos y por otros.
Las conexiones incluyen la entrada del alimentador, salidas L/R en jack 1/4” y para auriculares en jack estéreo ¼”, entrada audio en minijack estéreo 3.5mm (que permite mezclar el audio de un MP3 o teléfono móvil, por ejemplo), una conexión MIDI USB (sólo MIDI, no audio), y un conector atípico para MIDI In y Out que exige el uso de un cable especial (incluido) para contar con dos conectores tradicionales en DIN de 5 puntas.
Menciono aparte la conexión de pedal, porque su tratamiento es diferente en cada modelo Reface. En el caso del DX se puede usar con pedales tanto de tipo conmutador como de tipo continuo, pero internamente sólo lo reconoce como pedal ‘sustain’ de dos posiciones (aunque lo transmita con el recorrido completo para aquellos otros equipos que sí puedan reaccionar al uso de técnicas de medio pedal).
Es también factible desactivar la reproducción por los altavoces internos, desactivación que sucede automáticamente si usamos auriculares, pero que podemos elegir al gusto en caso de usar las salidas audio con amplificación externa.
Aunque pueda parecer anecdótico, acertada la extensa longitud de cable del adaptador de corriente (unos 3 metros), a fin de facilitar ese uso ‘anywhere’ que busca Reface. Ya se han visto imágenes de algunos complementos opcionales que serán comercializados, entre los que destacan una bolsa de transporte y unos asideros para poder tocar los Reface a modo 'Keytar', colgados con una correa.
Conclusiones
[Índice]Las sonoridades más clásicas y buscadas en FM están ya presentes en la selección de sonidos de fábrica, y los resultados al crear sonidos nuevos también evocan inmediatamente la FM en su versión más tradicional y con la calidad que asociamos a las últimas y más depuradas entregas de la saga DX ochentera, con la comodidad de poder rematarlos con algún efecto, aunque básicos, sin salir del propio teclado.
Como es propio de la FM, magnífico para bajos o las sonoridades de ‘Tines’, ‘Bells’, ‘Mallets’, y en general destacando en todos esos sonidos de corte ‘percutido’ con una alta vida y reacción dinámica. También para sonoridades forzadamente brillantes. Algo más reducido su aprovechamiento para pads cálidos y apagados que necesiten evolución, a pesar de la promesa de 4 dientes por la presencia de realimentación en los 4 operadores: es una realimentación no dinámica que les resta movimiento, salvo que se la otorguemos desde un control manual (los 'touch-sliders' o, preferiblemente, algún controlador más convencional).
Frente a CS, CP y YC y su inmediatez de control, Reface DX es singular, puesto que para llegar a ofrecer una experiencia DX real no puede resumir en un único panel de controles la interacción y acude a la pantalla y los sensores táctiles, trasladando esa mayor dificultad inherente a la FM. Con todo las mejoras en la edición frente a la tradición DX son notables y la edición con 4 parámetros simultáneos resulta por fin cómoda desde el propio panel. Como ya hemos mencionado, un controlador dedicado (con meros CCs) permite con facilidad juegos antes inaccesibles salvo para expertos en FM y SysEx.
Teniendo en cuenta que hay poco hardware competidor con Yamaha en el terreno FM, al final la principal competencia frente a Reface DX viene del mercado de segunda mano: los DX/TX y su estela. Aunque recuerda al DX100, quizá el TX81Z es la competencia más directa (módulo, 8 voces) dado que el DX100 no hace honor (tampoco el FB01) a la calidad y limpieza audio que este Reface DX o el TX81Z sí alcanzan. La edición, complejísima en el propio TX81Z, es infinitamente más cómoda en Reface DX, y está el añadido de los efectos, inexistentes en el TX. Pero la máxima de lo sencillo hace monotímbrico a Reface donde el TX aportaba uso multitímbrico (siempre limitado a las 8 voces totales). Para una polifonía más amplia puede pensarse por ejemplo en las 16 voces con efectos del V50, pero con un tamaño y un peso que ya no se estilan ni encajan con el interesado por Reface.
Lo que nos lleva a terminar con lo más evidente: los equipos Reface se enfrentan a la memoria histórica a la que homenajean desde unos formatos totalmente diferentes, y es inevitable para muchos la sensación de David frente a Goliat, a partir de una cuestión de tamaños. Lo ‘mini’ tiene sus momentos, y en este caso adopta dimensiones tan portables como las de un módulo, eso sí, un módulo con teclas y altavoces y con posibilidad de uso con bandolera. Que el formato encaje con los gustos y necesidades de cada uno es algo tan personal, que no me corresponde valorarlo.