Review de SSL L200, una mesa de directo con grandes prestaciones
Empiezo por el final, así, sin titubeos: hoy por hoy no hay nada mejor en el mercado, por su versatilidad, sonido, relación calidad/precio, etc., que supere lo que la nueva L200 de Solid State Logic ofrece. Y esto, bajo mi juicio, sólo ocurre con la benjamín de la relativamente nueva serie de consolas para directo de la marca, encabezada por la L500 y seguida por la L300. Pero debo explicarme, así que ahí voy.
A muy grandes rasgos, el salto de Solid State Logic al mercado del sonido de directo no fue simplemente la presentación de su buque insignia, la L500. Es de esas marcas a las que nadie puede arrebatarle su larga experiencia en la excelencia en los convertidores A/D y D/A, en el preciado mundo de los previos o, cómo no, en el saber hacer en el mundo de las consolas. Eso que conocemos como “SSL signature”. Aunque jugaron con la desventaja de ser de las últimas marcas en entrar en el sector, se tomaron su tiempo antes de hacer oferta alguna. Nació la la L500 que supo definir muy claramente la apuesta de la marca para el sector, sabiendo escuchar a los profesionales y presentando soluciones versátiles y adecuadas que, mira por donde, de novedad pasaron a necesidad. Al neutro y excelente rango dinámico de sus previos y convertidores se sumaron las casi infinitas posibilidades de configuración, manejo, etc. Escucharon, trabajaron y acertaron. Incluso han creado una aplicación remota llamada TaCo (vale, no se trabajaron mucho el acrónimo: Tablet Control) o el software offline SOLSA (compatible sólo con Windows). Con el TaCo incluso puedes dejar en manos del músico su mezcla de monitores.
Pero como top de serie, la L500 tenía el inconveniente del precio, lo difícil que podía suponer para la marca tener a punto un servicio técnico a la altura de las circunstancias o la necesidad de crear, desde cero, un efecto llamada complicado de conseguir en este rango de precios (aceptación en riders, etc.). Aunque lo siguieron intentando con la L300, es con la llegada de la L200 cuando sin duda alguna aciertan totalmente. No sólo dan en el clavo, sino que solventan demandas que incluso los técnicos o bien dábamos por perdidas o simplemente no sabíamos que existían.
Para servidor, la L200 es una consola “compacta” (aunque pesa 88 kg sin rack y es la más larga de la serie: 1,3 m de ancho) pero que no ha hipotecado una superfície física y lineal con 36 (¡36!) canales totalmente configurables más dos extras situados en la parte superior (uno dedicado a máster y otra al canal que seleccionemos). Es “compacta” porque incluye sólo una pantalla táctil de 17” (aunque podemos sumarle otra externa para varios propósitos o remotear algunas funciones vía TaCo) y al alcance de la mano puedes tener control absoluto de toda tu mezcla, consiguiendo sin duda alguna un diseño ergonómicamente eficiente.
Ahora bien, debes estar preparado, formado. SSL ha empezado desde cero y ha implementado su filosofía y flujo de trabajo en sus consolas para directo. Esto supone un cierto grado necesario de conocimiento para manejar mínimamente cualquier de sus consolas para directo, es decir, para nada es una consola plug-and-play, de encender y que ya funcione. Eso terminó, y no me parece mal.
La SSL L200 tarda algo menos de 2 minutos en arrancar (incluyendo un aparentemente efectivo sistema de calibración física de faders). Está muy bien dotada en su panel posterior que, de serie, ofrece 12 entradas de línea/micro en XLR, más otras cuatro repartidas por su chasis: una entrada mini-jack estéreo en la zona de control y dos entradas XLR que utilizaremos seguramente para talkback debajo de los faders a ambos lados de la mesa. En realidad son 16 entradas, totalmente configurables, aunque distribuidas a lo largo de la mesa. Pero súmenle: 4 pares AES/EBU, 8 puertos MADI, 1 loop MADI para efectos (para aquellos que, todavía quedan, no pueden vivir sin Waves, ¡respirad tranquilos!), protocolo Blacklight, Dante…
A partir de aquí, sus stage box. En configuración básica llega a los 144 canales de entrada/salida (que podremos configurar como queramos: 143 de entrada y 1 de salida o cualquier opción que puedas pensar), aunque podamos escoger, si lo conectamos todo, entre 568 canales de entrada y salida o 600 si sumamos los que se ofrece vía DANTE. ¿Suficiente? Esto abre su abanico para su uso en festivales, broadcast, etc.
Cargué una memoria que me dejara la mesa totalmente reseteada, en blanco, e hizo exactamente lo que le pedí: totalmente en blanco. Como crítica, la carga de esta ‘simple’ escena fue algo larga, incluyendo unos 10 segundos que la mesa deja de operar. Volviendo a esa memoria limpia, quiere decir que aún no podemos hacer nada con la mesa, ya que primero tenemos que construir nuestra mezcla. Eso implica que debemos definir la cantidad de canales de entrada, salida, etc. Luego, mediante un efectivo sistema de rejilla tipo excel para que nos entendamos, relacionaremos cada canal (que ellos llaman ‘path’ ya que pueden ser de entrada o salida) al canal de entrada o salida físico. Después configuramos fácilmente nuestro rack de efectos, pudiendo insertar hasta 48 efectos (mono, estéreo, multicanal…) y entre más de 45 efectos disponibles. Más que suficiente para la mayoría de mezclas. Entre ellos no sólo encontramos efectivas reverberaciones, generador de subharmónicos, etc., sino un amplio elenco de efectos ‘efectistas’ que harán crecer tu mezcla hasta donde seas capaz.
El siguiente paso es “construir” las capas. En un proceso que resulta rápido cuando lo entiendes, iremos creando nuestras capas físicas para los 36 faders distribuidos a través de 3 bancos y sus correspondientes capas (también recuperables vía automatización). Podremos no sólo ordenar los canales como queramos, sino intercarlar entre ellos lo que queramos: al 1 una entrada, al 2 un envío de efectos, al 3 un stem (luego hablamos de ello), luego otras 4 entradas… El límite son tus necesidades.
La operatibilidad de la mesa es única en este sentido. De acuerdo que un fader es un fader, y aunque hereda algunas de las convenciones estándares modernas, incluye nuevos botones y funciones que, al principio parecen tediosas, pero que estoy convencido que a la larga convencen y facilitan su operatibilidad. Eso incide de nuevo en una de mis máximas: estas consolas funcionan y muy bien, pero demandan de tu complicidad formativa, sino puedes acabar criticándola innecesariamente.
Antes de probar cómo rinde nuestra invitada, especial énfasis a dos particularidades de esta consola, que también presentan sus modelos superiores. De serie la L200 ofrece la posibilidad de utilizar hasta 24 VCAs, aunque durante la prueba decidí que ya no me hacían falta: existe algo mejor, llamado ‘stem’. Para definirlo fácilmente: es un subgrupo que además hace de VCA pero también de matriz aunque puede ser una salida máster o un envío o retorno de auxiliar… o la suma de todo. SSL afirma que esta opción es única de la marca, y aunque seguramente puede ser, es un sueño hecho realidad. ¡Ya la hecho en falta! Coged una mezcla de batería que queréis controlar vía VCA pero a su vez comprimir a través de un subgrupo. Aunque esto es posible, los valores de compresión del subgrupo dependerán del nivel de canal en función del VCA, lo que para ser precisos implicaría que quizá deberíamos controlar mediante otro VCA el subgrupo, lo que empieza a complicar la operatibilid de mezcla. Todo ello se soluciona con un stem, ya que actúa como VCA, mientras incluye la posibilidad de diferentes tipos de envíos y retornos a la vez que te permite procesar en toda su magnitud (incluyendo insertos) todas las señales ruteadas a ella. Magnífico.
Por otro lado, es la única que incluye el filtro All-Pass, una interesante novedad que interfiere en la fase de la señal ofreciendo un nuevo elenco de opciones en la interacción de señales desde una perspectiva acústica. Difícil de explicar, pero que sin duda invito a que probéis y conozcáis.
Todo ello con la posibilidad de decidir qué camino realizará la señal en todo momento, eligiendo si primero queremos ecualización, luego envíos, dinámica, etc. Virtualmente no hay nada que no puedas elegir. Además, permite trabajar el procesado de cada canal en diferentes posiciones: utilizando los accesos directos (también configurables) en los propios botones físicos en cada fader, directamente en la pantalla como si fuera una tableta o combinando toque en pantalla y botones físicos. Interesante el botón físico “query” que ofrece un nivel de interactividad nuevo y diferente cuando tratamos con canales que provienen de otros canales (envíos de auxiliar, stems, VCA, salidas máster, etc.). Esta es una de esas prestaciones que aparecen tímidamente en algunos modelos de la competencia, pero que SSL ha sabido integrar perfectamente en su serie de consolas de directo de una manera de momento perfecta.
Pero, ¿su sonido? Increíble. De hecho podría afirmar que suena igual a una L500, cuyo precio supera el doble. Todo recae en un nombre: Tempest. Es la plataforma digital que ha desarrollado la marca diseñada específicamente para el mundo del directo pero heredera de los más de 25 años de experiencia de SSL en el mundo del sonido digital (sí, he dicho 25 años metidos de lleno en el mundo digital). Tempest significa la programación en lenguaje informático del currículum sónico de Solid State Logic.
Como ejemplo, un pequeño experimento que cualquiera puede hacer con cualquier otra mesa y compararlo. Alimentamos la consola con una señal rosa y realizamos varios procesados, entre ellos dinámica y ecualización. Siempre esperamos que, como mínimo con la ecualización, lo que aplicas en la consola sea exactamente lo que ocurre en el procesado, pero es fácil ver que en realidad no siempre es así. Pero en el caso de la L200 es exactamente lo que ves, exactamente lo que ocurre, con brutal precisión. No engaña. Lo mismo ocurre con cualquier otro procesado, fácil de medir dada su exactitud.
Como punto débil, su interfaz gráfica. De apariencia sencilla, sin recargar ni añadir demasiadas florituras, necesitaría algo más gráfico, incluso diría moderno. Añaden acciones interesantes como botones ‘seguros’ que sólo se activan si los aprietas durante un largo segundo (aunque algunos pueden resultar tediosos por ser repetitivos), pero también dejan sin protejer según qué opciones que mejor deberían. A veces lo gráfico no acompaña la fluidez del sistema, incluyendo algunos errores gráficos, pero también añadiendo algo de confusión que, estoy convencido, mejorarán con nuevas actualizaciones.
Por su precio, que rondará los 50.000 €, se situa sin duda alguna en uno de los modelos de consola digital para directos de enorme potencial y prestaciones. Es de esas consolas que no saben decir no a tus demandas. Su sonido es majestuoso y sus posibilidades casi infinitas. Sin duda, Solid State Logic ha sentado precedente, aún siendo una tardía en el sector de directo, con esta SSL L200. Mírenlo al revés: a la espera estamos de ver qué modelos por ese mismo precio pueden batir a nuestra invitada. Hoy por hoy, sólo otro modelo puede andar a su lado pero creo que no tan cerca como creen… Bienvenida L200.
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