Cómo tomar el primer contacto con un equipo de sonido
Como técnico de PA para un grupo y durante unas horas, tu vida (profesional) estará ligada a la relación entre la mesa, la PA del momento y tú. Puede ser en un local pequeño o en el mejor de los festivales, pero en la mayoría de casos cuando llegas se supone que alguien, otro técnico, habrá realizado un ajuste de la PA (como mínimo montado), la conocerá bastante bien y estará a tu disposición para cualquier consulta o demanda. En los sitios más complejos quien te asistirá en este sentido será el ingeniero de sistemas, que no es más que otro técnico con formación específica.
Muchos técnicos de banda cuando llegan lo primero que hacen es poner un tema musical y escuchar. Últimamente casi todo el mundo lo hace utilizando su propio teléfono móvil y, aunque en realidad es posible tener ahí metido un archivo de audio comprimido de buena calidad, los técnicos del directo hacemos cosas incomprensibles desde un punto de vista técnico: utilizamos como fuente fidedigna un convertidor D/A metido en una carcasa donde conviven antenas y otros cachivaches tecnológicos de última generación. No quiero desprestigiar a los ingenieros de Apple o Samsung, pero por algo será que no hay ningún estudio de sonido que se publicite anunciando que dispone de los mismos convertidores D/A que hay en los iPhone o Galaxy. Tampoco los fabricantes de móviles anuncian convertidores audiófilos Burr Brown (porque no los utilizan, claro está). En realidad utilizamos como origen un archivo de audio comprimido (MP3, AAC, etc.), que convertimos en analógico y que lanzamos a la mesa principal mediante una conexión tan profesional como un mini-jack. Una vez en la mesa la señal seguramente vuelve a digitalizarse para procesarla, volverla a convertir a analógico como paso previo a una amplificación final. ¡Y con eso y nuestra experiencia de más de no se cuantos años en el campo del sonido profesional tenemos el valor de decir: faltan 3 dB en la vía de subs! Quizá realmente sea así, pero es muy probable que el técnico o ingeniero que haya realizado el ajuste del equipo lo haya hecho utilizando como fuente de análisis una señal rosa generada digitalmente de manera nativa, durante más de 1 hora, y recurriendo a sistemas de medición profesionales, tremendamente mejores que nuestros subjetivos oídos. Nuestra sugestión es tal que sólo podemos fiarnos de lo que vemos, no de lo que escuchamos cuando hablamos de parámetros objetivos.
La tarea del técnico de PA de una banda es la mezcla de la misma, no el ajuste del sistema. No critico que utilicemos nuestros teléfonos para esa primera toma de contacto, pero sí la ejecución arbritaria de sentencias basadas en un desajuste de percepción técnica. Esta primera toma de contacto nos debe proporcionar la información necesaria para saber abordar nuestro trabajo, no el del ingeniero de sistemas. Si nos faltan subs se lo diremos, pero no indicando que justamente son 3 dB. Los de sistemas dejan el equipo con respuesta plana y pensando en una cobertura lo más uniforme posible para toda la audiencia (seguramente, además, motivados por esa premisa que incluíste en el rider técnico copiado de no recuerdas dónde). Si realmente quieres comprobar esto debes armarte de un sistema de análisis espectral, micrófono de medición y pasarte un buen rato pululando por platea y observando las gráficas. Pero no tienes tiempo (ni ganas, claro está).
Muchos de los desajustes que “notas” cuando llegas a un sitio a sonorizar tu banda se pueden resolver fácilmente insertando un ecualizador paramétrico (no gráfico) a la salida máster. De hecho, el ingeniero de sistemas habrá ajustado el equipo utilizando todo menos la propia consola de audio, ajustando el procesador de audio (que incluye su propio ecualizador) o físicamente moviendo las cajas. Si hace eso es justamente para dejar limpia la mesa de ecualizaciones y otras modificaciones, otorgándote a ti la oportunidad de modificar “tu” sonido al del equipo.
Conociendo las ventajas y desventajas de un ecualizador gráfico, el uso del paramétrico permite evitar los desajustes en fase provocados por el primero. Aún así, en conciertos pequeños el uso del gráfico es casi imperativo cuando realmente no existe la figura dedicada del ingeniero de sistemas. En ese momento el técnico y/o asistente de PA es el responsable de dejar el equipo con la respuesta plana más adecuada y, ante las limitaciones técnicas del equipo en cuestión, si recurre a un gráfico nuestra opción suele ser la modificación de este —todo un engorro cuando hay más bandas trabajando en ese evento y tus decisiones pueden modificar el resultado de las pruebas de otras bandas, así que vuelve al paramétrico si tienes oportunidad—.
Si vuelvo al principio, tras conectar el iPhone a la consola (y obligándome a dos conversiones innecesarias), recurro a un track que, aunque me es algo conocido, no mantengo fresco en mi memoria. Ya hablamos en su momento de la capacidad de nuestro cerebro para restituir frecuencias que no oímos pero que sí recordamos. Utilizo una lista con cerca de 20 canciones y, de manera aleatoria, escojo una y apenas la escucho medio minuto: con ello obtengo una instantánea de cómo suena el equipo. Si hace falta, si el equipo no me convence o escucho algo raro, sí recurro a temas musicales que realmente conozca, pero manteniendo muy fría mi cabeza, sabiendo que ésta puede engañarme a la mínima.
Aún así, la mayoría de veces dejo los ajustes tal y como el ingeniero de sistemas propone (o el técnico de turno como asistente), sobre todo si jugando con el paramétrico me doy cuenta que puedo conseguir más grave o realzar bandas de frecuencias determinadas que sé de antemano que necesitaré. Mi principal problema no es detectar que el equipo no está perfectamente ajustado, sino que incluso bien ajustado no sea capaz de generar esos excedentes en frecuencias determinadas. Me explico: si quiero un contundente grave en el bombo sé que necesitaré un “excedente” en los 60-80 Hz. Puede ser que el equipo montado realmente me ofrezca una respuesta plana (algo que, hoy en día, es fácil conseguir), pero cuando empiece con el bombo querré “destrozar” esa respuesta plana y meter el subkick a esa frecuencia a veces a +12 dB o más (he aquí una clara diferencia entre un equipo económico y otro más inasequible). ¿Puede el equipo ofrecerme esa dinámica? Ahí está el quid: no saber si con esa respuesta el equipo hace sonar perfectamente una pista musical mezclada por Fab Dupont y masterizada en Abbey Road, sino si podrá con mi mezcla. Con el ecualizador paramétrico en la salida máster empiezo acercando el equipo a mi propósito y, después, consigo lo que quiero preparando la mezcla.
¿Qué hacer cuando no es posible lo que quiero? ¿Cuando sé que aunque el equipo suene bien, no tendré ese sub en el bombo que quiero o ese agudo preciso en las voces? Primero detectar mi problema, que no es más que dinámica: me falta dinámica. Entonces hablaría con el ingeniero de sistemas para saber qué headroom en realidad puedo obtener, a partir de dónde se limita el equipo y ver si podemos llegar a un acuerdo. La falta de dinámica es el verdadero problema a la hora de abordar una buena mezcla, por lo que sólo hay una manera de solucionarlo: obtener más dB entre el valor medio y el máximo posible.
Otra de las tareas que se realizan durante el ajuste del equipo es el de su protección. Normalmente se limita la banda alta para no dañar el equipo, algo que suele sueceder cuando la distancia entre el valor medio de mezcla y el valor máximo está tremendamente cerca. Esta opción, además de causar una fatiga enorme, puede llegar a romper motores y altavoces. Pero una buena mezcla a valores medios relativamente bajos puede permitirse el lujo de tener una mayor dinámica si se permite, puntualmente, acceder a valores de pico cerca del máximo ‘real’, normalmente muy por encima del máximo ‘técnico’. Convencer al ingeniero que suba el threshold del limitador o su tiempo de ataque es la primera opción. ¿Y si no? Pues entonces sólo te quedan dos cosas: estropear tu mezcla dinámica y comprimirlo todo o bajar tu valor medio de mezcla, lo que a su vez conseguirá mayor dinámica y un placer auditivo mejor. La mayoría optarán por lo primero, aunque lo mejor es, sin duda alguna, lo segundo.