Entendiendo el tap delay
Desde hace un tiempo parece ser que una consola moderna (tenga el precio que tenga) debe tener sí o sí una luz que indique visualmente los BPM elegidos para las cadencias temporales de los efectos. Esto no supone ningún problema ni objeción, sólo faltaría, pero hemos convertido esta útil herramienta en un “must have” imprescindible. Está bien, y la verdad es que la mayoría de consolas digitales y efectos externos vienen equipados con una función al caso. ¿Para qué sirve un botón de tap delay? Para algo tan sencillo como para programar de una manera efectiva y rápida la cantidad de BPM (Beats Per Minute o pulsos por minuto) y, además, tener un control visual del resultado conseguido. La luz nos indicará los BPM definidos, mientras que podremos controlar esos pulsos pulsando el correspondiente botón. Muy bien, pero ¿para qué nos sirve tener ese valor definido? Para contar. Simplemente para eso: contar. Un compás 4/4 puede durar un segundo, la mitad o veinte veces más. Quien define el tiempo que debe discurrir entre un compás y el siguiente es el tempo: un valor alto de BPM hace que el tema vaya más rápido, uno más bajo lo hace más lento.
Las partituras son, como sabemos, la manera en que los músicos escriben su música: definen compás, clave y tempo para cada tema. Como técnicos, a excepción de la clave, el resto también importa. Saber si estamos ante un tema 4/4 o 3/4 hará que la producción sonora sea diferente. El tempo nos es necesario para hacer coincidir el suelo musical con el suelo de los efectos que tengamos asociados a una base temporal. Ejemplo de ello puede ser un efecto de eco, donde nos interesará saber en qué tempo está escrito un tema para hacer coincidir los ecos de un coro con la base temporal de la partitura, lo que hará que la concordancia temporal y su estructura sean armónicos. Para ello deberemos conocer el valor del tempo del tema y trasladarlo al efecto determinado. La manera de hacerlo es preguntando. Para ello podemos tener las partituras en control, leer el valor del tempo e insertarlo en la consola manualemente. Aún así, sabemos que la subjetividad del evento hará que los músicos toquen más despacio o más lento de lo acordado por lo que el tap resuleve este problema de una manera tremendamente fácil y eficaz: una vez iniciado el tema, pulsamos el botón de la consola para “marcar” el suelo, lo que se traducirá en el valor numérico deseado. Si la banda trabaja con monitorización con claqueta incluso podemos trasladar (vía MIDI, por ejemplo) el valor exacto a la consola, sin necesidad de tener que pulsar ningún botón, ajustándose el valor de tempo de manera automática incluso si el tema tiene variaciones definidas del mismo.
Quiero incidir en este punto en una cosa: un tema tiene un único valor BPM definido a la vez. Si el tema cambia de tempo en diferentes estructuras, tendrá durante un momento un valor BPM distinto, pero nunca, por decirlo de una manera, tendrá dos o más valores de BPM a la vez. Justamente por eso la mayoría de consolas sólo permiten ajustar un único valor BPM, ya que en realidad esto es más que suficiente. Habrá quien ahora afirme que sí, que hay instrumentos que van a un tempo y otros a otro. Amén de una posible estructura musical experimental, en realidad lo que ocurre es que un instrumento puede ir a la mitad del tempo anunciado mientras que otro al doble: ambas parecerán distintas, pero en realidad compartirán suelo en algún momento determinado y de manera consecutiva (por eso todos empiezan y terminan a la vez… o eso deberían).
Una vez tenemos definido el BPM, el siguiente paso es definir cómo vamos a subdividir ese valor temporal. En un compás 4/4 (1, 2, 3 y 4) si lo ajustamos a negras tendremos cuatro subtiempos definidos; a blancas 2 y a corcheas 8. Muchos efectos incluso nos permiten sudividirlo en 3 tiempos sobre 4, por lo que parecerá que se “nos va de tiempo”, pero coincidiendo siempre en el suelo (que es el 1). Definido el BPM obtenemos un valor con base a tiempo que nos es tremendamente útil para conseguir espacios sonoros nuevos. Sabemos que para ello utilizamos reveberaciones y delays, en sus formas de hall, plate, slapback, etc. Todas ellas suelen tener un valor temporal (cuánto debe durar la reverb, cada cuando quieres que se repita la información, etc.) que podemos definir, ya sea de manera manual o ajustándose en base al BPM. Hacerlo de manera manual puede ser interesante, pero mejor es hacerlo en base al BPM, lo que nos permite ajustar cada ajuvalorste de tempo a las características de los efectos.
El ejemplo más sencillo es utilizar un eco-delay para una voz principal y otro distinto para los coros. A la voz principal lo que nos interesa es que las repeticiones sean justo cada tiempo siguiente, con una caída del 40% cada vez que se repita, mientras que para los coros queremos que la cadencia sea mucho menor (del 20%) y cada medio tiempo. Para ello utilizaremos dos efectos delay, ambos ajustados al mismo BPM, pero al primero lo ajustaremos para que el retardo sea en negras (unidad de tiempo) y el segundo a corcheas (la mitad de la unidad de tiempo). Si el cantante y el coro cantan bien, los efectos que hemos utilizado coincidirán en base a tiempo, otorgando armonía y consistencia a la mezcla.
Pero hay más. Al tener un valor numérico que se basa en el tiempo musical (tempo), podremos ajustar todos los parámetros que se basen en ello a ese único valor. Por ejemplo las ecos de las reverbs. Una hall suele ofrecer un valor temporal para la cantidad de efecto que uno quiere y otro distinto para definir cuándo quieres que haya un “rebote” de ese efecto (emulando una habitación más grande o pequeña). Si el efecto lo permite, en vez de modificar el tiempo, puedes modificar la cadencia del tiempo, es decir, austar la dimensión de la sala (hall) al BPM. Si sabemos la velocidad del sonido podemos trasladar cualquier valor temporal (segundos) a espacial (metros). De esta manera la coherencia del efecto coincidirá con el tempo musical, compactando la inteligibilidad de la palabra y la coherencia del resto de sonidos.
¿Cuándo me interesará tener dos valores de tempo? Nunca. Es algo que cada vez más me piden como asistente de FOH: quiero dos tap tempo. Eso es ridículo, en cuanto el tema musical sólo tiene un valor BPM. Conseguiremos el control de los tiempos ajustando la subdivisión de los mismos. Esto indica que el técnico debe tener una mínima base musical para resolver con eficacia este tema, aunque en realidad es algo que puedes aprender de cualquier músico en apenas unos minutos. Al utilizar dos valores BPM distintos seguramente lo que estás haciendo es subdividir uno de ellos al otro. Aunque lo hagas mediante un botón TAP Tempo, es fácil que te equivoques y que al final los tiempos no sean compatibles, lo que añadirá “distorsión musical” a tu mezcla. No es una cuestión de menos es más, sino de coherencia matemática. Hay quien dice que ajustarse al 100% puede restar magia a la mezcla, por lo que cobra sentido algunas opciones “groove” que aparecen en algunos pluguins modernos. El groove lo que hace es añadir un porcentaje de error para añadir errores de tiempo concordantes, dejando este valor al criterio musical del técnico de FOH.
A manera de resumen, ajusta la consola para que todos los efectos se asocien al mismo valor BPM que, a su vez, querrás controlar con el tap delay (un único tap). Recuerda que el tempo son las negras y que si quieres subdividirlo, por ejemplo, en corcheas lo mejor es hacerlo des del pluguin, en vez de “tapear” el doble de rápido. Asegúrate que tienes controlado el BPM incluso en los efectos outboard, cuando la mayoría aceptan este valor vía MIDI (¿cómo? recurre al manual de usuario que para eso existen). Si quieres más, podrás automatizar infinidad de valores mediante los snapshoots de tu consola para cada tema musical, consiguiendo mucho más en apenas un toque de botón. Pero rehuye del abuso del tap delay, de la necesidad de tener varios BPM sueltos de tu consola que acabarán destrozando tu mezcla desde la vertiente musical.