El auténtico impacto de las descargas de música

Helienne Lindvall

Cuando cada bando en el debate sobre el intercambio de ficheros da informes contradictorios sobre sus consecuencias, es complicado saber a quién creer.

«Quienes comparten ficheros gastan más en música» gritan los titulares. «Quienes comparten ficheros gastan poco en música» dicen otros. Estoy confundida. Parece que no transcurre una semana sin que se publique un nuevo informe investigando la industria musical. A menudo las estadísticas son confusas o incluso contradictorias. Es por lo que me aturdió la encuesta de la semana pasada sobre consumo de música en el Reino Unido, realizada por la empresa de investigaciones de mercado Impsos MORI, financiada y analizada por Demos. El estudio nos lleva a titulares que afirman que quienes realizan descargas ilegales gastan más en música. Refutando previos informes sobre cómo esa actividad daña la industria.

Hace un par de semanas Will Page, economista jefe de RPS para la música, presentó un estudio que demuestra que gran parte de la población en realidad nunca ha comprado música. El estudio mostraba que ya en 2001 sólo el 55% de los británicos hubo comprado música, una cifra que se reduce al 40% en 2009. La investigación de Demos, sin embargo, demuestra que el 74% de la población de alguna forma paga por la música. ¿Qué debemos creer? Para encontrar una respuesta, me he fijado en cómo se han realizado las encuestas y qué preguntas han sido hechas. La de Demos encuestó a 1.000 personas con acceso a Internet entre 16 y 50 años. Dado que en el Reino Unido hay más de 35 millones de internautas, y una buena cantidad de ellos mayores de 50 años, ésta está lejos de ser una muestra representativa.

Así que, ¿realmente quienes comparten ficheros gastan más en música? La encuesta de Ipsos afirma que el 10% —es decir, 100 de esos 1.000 que hemos dicho— admitieron realizar descargas ilegales. Afirmaron gastar de media 77 libras al año en música, 33 más que la gente que no descarga. La investigación afirma que el 10% de los descargadores —es decir, 10 personas— afirman comprar más música y como resultado de esa actividad. Pero el 11% afirma que compra mucha menos música. Parece que el hecho en realidad no da para un titular tan bueno.

La mayor parte de los artículos sobre el tema olvidan mencionar que la encuesta ha sido pagada por Virgin Media, proveedor de acceso a Internet. Tampoco que la persona que analizó los datos para Demos, Peter Bradwell, apoya el Open Rights Group, la misma que realizó y publicó recientemente una encuesta de YouGov que afirmaba que «los planes de desconexión de Internet de Mandelson claramente le harán perder votos». Leyendo esta encuesta ves claramente que eligiendo con cuidado las preguntas puedes probar casi cualquier argumento. En respuesta a esta encuesta, la International Federation of the Pornographic Industry se refirió a otros estudios realizados por terceros que llegaban a la conclusión de que las descargas ilegales tienen un efecto devastador en las ventas de música.

Y es que nada nunca es tan sencillo como sugieren los titulares. Eric Garland, CEO de BigChampagne, empresa que realiza estudios sobre medios online, me cuenta que «llevamos casi una década viendo el partido de tenis. Pelota va, pelota viene. "Compartir ficheros es dañiño", "compartir ficheros ayuda", "duele un poco", "duele mucho", "duele, pero al final es bueno". Los bandos se apropian de los buenos estudios, los reducen a eslóganes, y les quitan el significado».

«Incluso si las industrias del entretenimiento tuviesen una varita mágica que les permitiese terminar con el uso no autorizado de su contenido, se encontrarían con que siguen estando en la misma crisis» explica Garland. «¿Cuánta parte del viejo negocio dependía de ineficiencias del mercado que no van a volver? Por ejemplo, hacer pagar 18 dólares por un CD del que el cliente quiere sólo una canción. ¿Cuánto dinero hace perder a iTunes o a la venta de CDs las escuchas online legales como Spotify?»

Es imposible hacer una encuesta fiable que responda a esas cuestiones. Incluso la IFPI reconoce que aunque una de cada 20 descargas sea legal, eso no quiere decir que las otras 19 sean 19 ventas perdidas. Al final, el impacto de las descargas ilegales es imposible de cuantificar con precisión.

De acuerdo con Peter Bradwell «las medidas propuestas por el gobierno británico no van a servir de nada a la industria musical. Los políticos y las discográficas tienen que darse cuenta de que la naturaleza del consumo de música ha cambiado, y que los consumidores lo que quieren son precios más bajos y un acceso más sencillo. ¿De verdad? ¿Entonces las discográficas no se han dado cuenta de que la forma de consumir su producto ha cambiado? ¿Comparado con quién? ¿Los periódicos, las productoras de cine, las editoriales de libros, ellos sí? Nunca ha sido tan fácil para los consumidores acceder a la música legalmente, y la mayor parte de las veces gratis.

«La piratería es sólo la expresión de un problema fundamental: Como consumidores, deciden si pagan o no pagan» dice Garland. «Llámalo si quieres Una Verdad Inconveniente en la Música».

Visto en The Guardian. Foto de peasap.

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