Buscando a Reynols
En 1995, la banda argentina Reynols editó un disco titulado Gordura Vegetal Hidrogenada. Podías comprarlo en la tienda y, al llegar a casa y abrir la caja, encontrarte con que dentro no había CD alguno, sólo una nota indicando que el disco ha tenido a bien autodestruirse. Es desde luego un ejemplo magnífico del trabajo de una banda obsesionada con romper todas las normas. Las musicales, y las demás. La banda fue por supuesto en ese momento acusada de estafa, por lo que decidieron, simplemente, que la humanidad no era una audiencia adecuada para su arte. De ahí que decidieran dar sus próximos conciertos sólo para rocas, plantas, insectos, y hielo seco como invitado especial.
Comenzaron su carrera como Burt Reynols Ensamble, pero tuvieron que cambiar su nombre por cuestiones legales. Es perfectamente posible que el conocido actor simplemente no entendiera su música. Se hicieron conocidos tras participar en una gira junto con la sensacional músico minimalista Pauline Oliveros. El disco resultante, Pauline Oliveros In The Arms Of Reynols se agotó rápidamente en Europa y los Estados Unidos.
Hay un detalle que hace de Reynols una banda única, más allá de que su música sea única. La banda la lidera Miguel Tomasín, batería con Síndrome de Down. Quién sabe si se da el caso de que una opción musical tan vanguardista no puede salir de la cabeza de una persona sana, o al menos con un coeficiente intelectual normal. Esto nos pone ante una discusión que tiene ya siglos y que probablemente nunca resultará saldada. ¿Es el arte el resultado de nuestro intelecto, o no es más que la expresión de un instinto básico de nuestra especie?
En 2005, el director argentino Néstor Frenkel les dedica un documental titulado Buscando a Reynols. Puedes bajarlo de Taringa —que Soyuz me perdone—. No dudes que se convertirá en una de tus cintas favoritas.