¿Cómo se aprende?

Imaginaros por un instante que en vuestra empresa han realizado un estudio y han llegado a la conclusión de que los pomos de las puertas se rompen menos si se abren al revés. Es por eso que han decidido cambiar los pomos de todas las puertas. A partir de ahora las puertas de vuestra empresa se abren al revés, de abajo hacia arriba.


Es tan sencillo lo que tenéis que hacer (abrir las puertas al revés) que si os lo repito de nuevo estaré insultando a vuestra inteligencia. Es más, no solamente es sencillo, sino que ya lo sabéis hacer. Lo entendéis a la primera y ya lo sabéis hacer... ¿Sabéis que ocurrirá cuando salgáis por la primera puerta que os encontréis? ¡Eso es, fallaréis!


Fallaréis y volveréis a fallar una vez detrás de otra. Esa es precisamente la primera fase por la que hay que pasar para aprender algo nuevo. Cuando un músico profesional toca por primera vez un tema también empieza fallando. Y cuando falla, no piensa que es un mal músico o que ha elegido un tema excesivamente complicado. Sabe que el error forma parte del proceso de aprendizaje. Sabe que de cada error va aprender algo nuevo. Comete errores mientras aprende, pero nunca comete el mismo error dos o tres veces consecutivas. Si fuera así no sabría aprender. Cada error le permite corregir un aspecto más de la pieza o de sí mismo.


A vosotros os va a pasar lo mismo, los primeros días fallaréis abriendo las puertas. En algo os doy la razón, si después de tres meses de haber cambiado los pomos aún seguís fallando, dedicaros a otra cosa.


Al cabo de unos meses, un día, unos tres metros antes de llegar a la puerta, se iluminará una lucecita y pensaréis: “Hoy no fallo, hoy me acuerdo...” Y haciendo un esfuerzo brutal de concentración, poniendo los cinco sentidos y a cámara lenta, conseguiréis abrir la puerta al revés. Como nuestro músico y su nuevo tema. Si se concentra solamente en ir a ritmo y en la técnica para hacerlo bien, ya le sale, pero tiene que estar pendiente sólo de esto.


Vale, hemos avanzado. Antes, en la primera fase de errores, no os salía. Ahora, en la segunda fase de esfuerzos, ya os sale. Pensaréis que no puede ser que os cueste tanto abrir una puerta y el músico profesional dirá que no se puede permitir el lujo de pensar solamente en el ritmo, que debe ser más expresivo, más natural. Tened paciencia, no siempre os va a costar tanto como en esta ocasión. Si persistís en el esfuerzo cada vez os va a costar menos.


Hasta que un día, sin daros cuenta, estaréis hablando con alguien justo al lado de una puerta y sin daros cuenta abriréis al puerta al revés. Acabáis de llegar a la tercera de las fases, la de automatismos. Las cosas salen sin esfuerzo y sin concentración. El músico está tocando la pieza y puede estar más pendiente de expresar, de divertirse tocando, o incluso puede estar pensando en otra cosa mientras lo hace.


Hay que pasar por todas y por cada una de las tres fases, no os las podéis saltar. Lo que sí está en vuestras manos es evolucionar rápidamente de una a otra, de tal manera que el tiempo empleado para recorrerlas sea menor. Persistir en el esfuerzo resulta fundamental para evolucionar en el proceso de aprendizaje. Si te rindes en la primera, porque sigues fallando, jamás llegarás a la segunda. Si abandonas el aprendizaje en la segunda fase, porqué te cuesta demasiado esfuerzo, nunca evolucionaré hasta la tercera fase. Una vez automatizada la conducta aprendida es preciso seguir practicándola para aprenderla definitivamente.


Cuando llega el momento de actuar encima de un escenario es de vital importancia ser consciente de la fase en la que ese nuevo aprendizaje se encuentra. Si estamos en la primera fase toda nuestra atención deberá focalizarse en la técnica, solamente así conseguiremos salvar los muebles. Si nos encontramos en la segunda fase deberemos concentrarnos sobre todo en la ejecución y nos podremos permitir el lujo de fijarnos un poco en algún otro aspecto de la actuación. Solamente cuando tengamos el aprendizaje totalmente aprendido podremos olvidarnos de los aspectos técnicos de la actuación y dedicarnos a trasmitir una emoción o a disfrutar del momento.


Saber en qué fase del aprendizaje nos encontramos tiene dos utilidades: ensayando sirve para persistir en el esfuerzo y actuando es útil para decidir de qué debemos estar pendientes para rendir a nuestro nivel.



PsicoEscénico

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