Cuento Fantástico 05. Encuentro en la charca

Capítulo 5. Encuentro en la charca

Cuando salió de casa, Carlitos advirtió que el sapo era mucho más grande, pero como todo era tan raro, no le prestó mucha atención a ese detalle. Dieron unos pasos por el camino y el sapo se detuvo. Pareció aumentar de tamaño drásticamente y con una pata dibujó un cuadrado en el aire. Esa figura refulgió en el aire con una textura diferente.

-Un momento -dijo el sapo-. Antes de irnos... -estiró la pata hasta tocar la cabeza de Carlitos. Los largos dedos rodearon la cabeza del pequeño y realizaron presión sobre algunos puntos estratégicamente.

-¡Ya está! -dijo de repente-. Ya podemos partir.

Y dicho y hecho, el sapo cogió al chico en brazos y lo tiró por el cuadrado que fulguraba en el aire.

Carlitos apareció en lo que parecía el mismo sitio, pero completamente distinto. El sol refulgía suavemente y las plantas, sobre todo los árboles poseían otros colores mucho más bellos. El sapo apareció de repente a su lado.

-Venga, vamos, no hay tiempo que perder.

-¿Qué es lo que tenemos que hacer? -preguntó Carlitos.

-Pues... ya deberías saberlo.

-¿Y por qué debería...?

-Venga, sigamos, por aquí -señaló el sapo sin escuchar al chico.

Siguieron andando por un estrecho camino dejando el bosque a su izquierda hasta llegar a una bonita ladera cubierta de hierba verde, llena de preciosas flores. La ladera descendía suavemente hasta llegar a una charca donde crecían juncos y plantas flotantes. Justo estaban llegando a ella cuando escucharon una voz:

-¡Puaj!... Sapo.

El sapo miró hacia el lugar del que venía la voz y vio a Caracol detrás de unos arbustos. Era muy grande, enorme.

-Hola Caracol, venía a verte.

-¿Y quién es ese? -preguntó Caracol mirando al muchacho fijamente.

-El que estábamos buscando, ¿quién si no?

-¿Este? -replicó Caracol con aspecto desconfiado.

-¡Claro! El Sapo no se equivoca... -dijo con suficiencia.

- No sé... -replicó Caracol desconfiado.

-Lo que yo te diga, es el chico valiente que necesitábamos, ya sabe todo del asunto y es el candidato perfecto.

Caracol estiró la antena y lo miró muy de cerca. Carlitos temblaba.

-Yo no lo veo tan valiente.

-Sí, lo es.

-Oigan -interrumpió Carlitos-. No sé para qué me han traído aquí, pero tengo que estar de vuelta antes de que mis padres me echen de menos.

Caracol y Sapo se miraron.

-¿Es que no sabes que el tiempo se detiene para ti mientras estés aquí -preguntó Caracol.

-¿Ah, sí?

Sapo lo miró extrañado.

-Deberías saberlo, te he mandado toda la información mentalmente.

-Yo no he notado nada -repuso Carlitos.

Caracol miró al Sapo divertido.

-Tampoco es receptivo -sonrió.

-Sí lo es... -repuso malhumorado.

Caracol miró a Carlitos fijamente durante un minuto.

-No puedes hablar con la mente, ¿verdad?

-No.

-¡Ajá!, lo sabía... -exclamó Caracol.

Sapo se estaba poniendo nervioso y de haber podido, ya estaría sudando.

-¿De verdad te vas a presentar con esto? -continuó Caracol con una sonrisa.

-Hombre... yo creo que... -titubeó Sapo-, que sí, ¿no?

-Tú sabrás, pero da penita verlo.

-Sapo nunca...

-Sí, sí, ya sé, Sapo nunca se equivoca -le cortó Caracol.

-Eso, sí... Sapo nunca se equivoca.

-Pues te deseo mucha suerte -sentenció Caracol.

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