Cumplí una promesa que me hice
Volviendo de la Campus Party, sin nada que hacer en el autobús excepto pensar, hice algo que últimamente hago con cierta frecuencia, y es un balance de mi vida hasta el punto en el que estoy ahora. Los objetivos que me había marcado, y hasta donde he podido cumplirlos. Cómo creía que era la vida cuando era pequeño, cómo es ahora, cuántas veces dije de pequeño "yo no haré tal" y años más tarde encontrarme que no me quedaba más remedio que hacer "tal" sí o sí.
Pero hay una promesa que sí estoy cumpliendo, y es una promesa que hice públicamente.
Un día, con doce o trece años, en la cafetería de oficiales de la Agrupación de Transportes nº 1 de Madrid (carretera de Vicálvaro, km 0.8, Madrid), estaba yo con mi padre y otro oficial, y hablaban de fichar en el trabajo. Yo, con mi habitual bocaza, solté ahí en medio con mis doce o trece años bien plnatados: "yo no pienso fichar".
Y se rieron. Mira el niño, qué majo, no tiene ni puta idea de la vida, ya le tocará, pero ahora es gracioso.
Educadamente me dijeron que "ya me tocaría". Yo dije que naranjas de la china. Que no sabía cómo, pero que yo no ficharía. Yo sería diferente.
Corrieron un estúpido velo.
Ahora, con 31 años, hagamos balance: trabajo de freelance en mi casa, en pijama, me levanto a las nueve y pico, paro para ir a por el pan cuando me venga en gana, a veces trabajo hasta las cinco, a veces paro a las dos. Algunas veces, cuando estoy en racha, dieciséis horas seguidas.
Trabajar, trabajo. A veces, muchas horas seguidas.
Pero no ficho. Eh, oficiales compañeros de mi padre, ¿habéis oído eso? Tengo treinta y un años, gano dinero, no tengo jefe y no ficho.
Si estáis leyendo esto, el corte de mangas que estoy haciendo ahora está dedicado a vosotros.
Foto: DOs camisas de piña (Campus Party, 2007)