DIARIO. El Traje
El Traje
Con mi traje de adivino
sé hacia dónde camino.
Con ojos serenos,
miro con cara de bueno.
Con sonrisa estudiada,
me acerco a mujeres aisladas.
Y aún tengo las trenzas de una
que un día se encontró en la laguna.
Sólo un asiento vacío,
justo el que está al lado mío.
Y llevo conmigo el traje fantástico
que me hace inmune a sus maliciosos cánticos.
Con mi traje de cinismo
se activa -enciende- mi mecanismo.
Con ojos de experto
busco el momento perfecto.
Cayendo al abismo,
finjo hacer lo correcto.
Y aún tengo un bolso guardado
de un caso que no se ha cerrado.
Sólo un asiento vacío,
justo el que está al lado mío.
Y llevo muy dentro una historia terrible
que no es de verdad, porque es imposible.
Con mi traje de asesino,
veo mujeres de ojos divinos.
Con el cesto bien lleno,
camino buscando de nuevo.
Con mirada extraviada,
reviso una pistola robada.
Y aún tengo un anillo dorado
que buscan, pero no han encontrado.
Sólo un asiento vacío,
justo el que está al lado mío.
Y llevo conmigo un precioso pendiente
que yo mismo arranqué con mis propios dientes.
Con un traje muy justo,
sentado, esperando a disgusto.
Con aspecto enfermizo,
manoseando en el bolsillo unos rizos.
Con la cara alterada,
oculto una sonrisa malvada.
Y aún tengo guardados los dedos que un día
buscaba la policía.
Sólo un asiento vacío,
justo el que está al lado mío.
Y llevo conmigo las piezas dentales
de una que un día se encontró en los canales.
Con mi traje de mago,
poseído, sin saber lo que hago.
Me vuelvo invencible,
y lo que siento es irresistible.
Esta noche no hay luna,
pero veo un reflejo en el lago.
Y aún tengo las uñas de una
de la que tengo un recuerdo muy vago.
Sólo un asiento vacío,
justo el que está al lado mío.
Y llevo conmigo ese traje tan mágico
que me hace invisible y resulta tan práctico.