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Digitaliza tus vinilos: una guía práctica para DJs

Actualmente muchos DJs optan por digitalizar sus vinilos, y frecuentemente los motivos suelen ser el poder seguir pinchando esas canciones sin desgastar los propios vinilos, y también por comodidad reservar el uso de los vinilos sólo para determinados eventos en los que sale a cuenta el esfuerzo de transportarlos. Sean cuales sean los motivos concretos de cada discjockey, el objetivo fundamental del proceso está claro: capturar el sonido de la forma más fidedigna posible de tus discos para después ofrecer la mejor calidad musical cuando lo hagas sonar frente a tu público.

Mucha gente digitaliza los discos de manera bastante rudimentaria, conectando simplemente la salida de grabación de su mesa de DJ a un interfaz de audio, o usando un plato barato con puerto USB incorporado, y grabando tal cual la señal a 44/16 para luego comprimir el resultado en un MP3. Cuidando algunos detalles, invirtiendo algo de dinero, y añadiendo algunos conocimientos, puedes conseguir unos resultados notablemente mejores. ¿Preparado? Pues coge los vinilos, porque empezamos ya.

Los platos de DJ no son perfectos

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Los platos profesionales para DJ de tracción directa ofrecen una muy buena estabilidad por el precio que tienen. Por hacer una comparación, los clásicos Technics SL-1200MK2 tienen una oscilación en la velocidad de reproducción –wow/flutter– de 0.025% WRMS (por cierto, lo de que los Technics tienen 0.01% WRMS es una medición hecha sin vinilo ni cápsula, haciendo la medición directamente del motor). Para lograr algo similar en tracción por correa tendrías que irte a un Thorens Prestige que puede costarte alrededor de 7.000€ de segunda mano.

Sin embargo, el resultado sonoro que ofrecen los platos para DJ es distinto. Los motores de tracción directa y alto par motor tienen un cogging que introduce vibraciones que resuenan en el brazo del plato y afecta a la calidad final del sonido. También las fuentes de alimentación internas de este tipo de platos pueden afectar al sonido introduciendo un tipo concreto de ruido de fondo –humming–. Adicionalmente, las agujas y cápsulas que se emplean en “territorio DJ” no están pensadas para ofrecer el mejor sonido, sino para ofrecer el mejor balance entre calidad de sonido, agarre y desgaste; esto se debe a que normalmente los DJs manipulan constantemente el vinilo durante su reproducción y necesitan que además de que el equipo suene lo mejor posible, la aguja no salte y además desgaste lo menos posible el disco, jugando estos dos últimos factores en detrimento del primero.

A pesar de todo, son adecuados para tareas de digitalización si sabes cómo hacer las cosas adecuadamente y sin prestas atención a unas cuantas cosas de las que hablaremos a lo largo del artículo.

Huye de los platos “especiales para digitalizar”

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Es frecuente encontrar entre los platos para discjockeys de cualquier tienda, modelos de apariencia similar a la de los modelos profesionales, aunque fabricados con materiales plásticos, y con un interfaz de audio USB que permite conectarlos a un ordenador y capturar directamente el audio. Estos platos suelen tener un precio que se mueve entre los 170 y los 250€, y suelen incluir la cápsula y aguja. Se comercializan con un packaging y un marketing claramente orientado a convencerte de que son ideales para digitalizar vinilos. Ni se te ocurra emplear uno de esos platos.

Tienen un cuerpo con muy poca masa en el que no se emplean materiales aislantes adecuados, y el interfaz de audio habitualmente tiene una resolución de tan sólo 16 bits y 44kHz con conversores de mercado de consumo. Emplean motores de tracción directa con poca fuerza y con cuatro veces más oscilación en la velocidad de reproducción que un plato profesional. La cápsula y aguja incluidas siempre son de gama baja; no suelen tener un valor real mayor de 25€. Este tipo de plato en mi opinión puede ser adecuado para un consumidor ocasional de vinilos que quiere hacer una copia digital para escuchar la música con un reproductor portátil o con el móvil, pero a ser posible es mejor utilizar algo de más categoría para digitalizar la librería de un DJ (más aún si esa digitalización es susceptible de usarse en directo).

En peor situación todavía quedan platos domésticos de unos 100-120€ con puerto USB que pueden adquirirse en grandes superficies y tiendas de electrodomésticos. Son muy bonitos —algunos incluso con acabados que tratan de hacerlos parecer “vintage”—, pero ni ofrecen una reproducción que merezca la pena ni mucho menos deben emplearse para digitalizar vinilos.

Usa el disco de goma

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El famoso disco de goma que traen los platos para DJs y que todo el mundo sustituye por un patinador de tela para permitir manipular el vinilo a toda velocidad, será un buen aliado para la digitalización. El disco aumenta ligeramente la masa de la bandeja giratoria y además su goma aumenta la absorción de posibles vibraciones. Todos los Technics vienen con unos, otros platos DJ incluyen o no este disco de goma según el fabricante; si no lo tienes y necesitas comprar uno, la referencia de componente del disco de goma oficial de Technics es RGS0008, se puede encontrar en bastantes tiendas y sirve para cualquier plato.

Ubica el plato adecuadamente y si puedes sustituye sus patas

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Para evitar que cualquier tipo de vibración afecte a la digitalización de tus vinilos, ubica el plato sobre una superficie lo más sólida, pesada y estable posible. ¿Tienes una mesa de madera maciza que no cojea de ninguna pata? Podría ser la superficie ideal. A ser posible no tengas en la misma superficie nada que pueda emitir vibraciones: un ordenador, altavoces, algún tipo de electrodoméstico con motor eléctrico…

Si te lo puedes permitir, sustituye las patas de tu plato por unas Isonoe, te ayudarán a disminuir el impacto de las vibraciones en tu grabación. Estas patas son compatibles con la mayoría de platos para DJ.

Cómo tratar adecuadamente los vinilos para la digitalización

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Debes cuidar los vinilos empezando por su almacenaje. Cuando termines de usar un vinilo guárdalo cogiéndolo por los bordes, como has acabado de manipularlo ya no hace falta tocarlo más en la superficie donde está el surco, y dejaremos de depositar la suciedad y sudor de nuestras manos sobre el disco. Para guardarlo déjalo siempre en la funda de papel que está dentro de la carpeta de cartón, conseguirás que le llegue menos suciedad y evitarás que se raye. Adicionalmente, si te lo puedes permitir, compra sobres de plástico transparente y embolsa en ellos todos tus discos. Es caro, y ocupan más así, e incluso supone más peso al transportarlo, pero tanto el vinilo como la carpeta se conservarán mucho mejor.

Almacena los discos siempre en vertical, uno al lado del otro. No los apiles unos encima de otros, favorecerás que se ondulen o se comben, haciendo que la reproducción salte o que haya pequeñas alteraciones de tono. Los vinilos también se pueden combar u ondular si son sometidos a mucho calor, así que no te los dejes al sol, ni pongas en invierno una estufa delante de las estanterías donde los almacenas.

Si alguno de tus vinilos ya está ondulado o rayado –rayas no muy profundas–, en ocasiones puedes salvar los saltos de aguja en la reproducción jugando con el contrapeso, reduciéndolo todo lo posible, e incluso añadiendo un poco más de peso a la cápsula poniendo sobre ella una pequeña moneda. Esto forzará un poco el contacto de la aguja con el surco, y aunque probablemente esto altere un poco el sonido, al menos te dará una reproducción continua. El uso de pesas es también recomendable, pueden llegar a mejorar sutilmente el sonido, especialmente si el disco está un poco combado ya que al poner un peso en el centro puedes conseguir aplanarlo un poco, además de servir también para reducir vibraciones; las más populares son las de MasterSounds.

Antes de digitalizar los discos, como mínimo pásales un cepillo de limpieza para vinilos para retirar el polvo superficial. Para una limpieza a fondo de sudor y suciedad pegada necesitarás limpiarlos con una solución de agua y jabón suave sin aceites y una esponjita –las de desmaquillar van muy bien, pero que no contenga ningún químico agregado–, después acláralos con agua sin mojar la pegatina central y déjalos escurrir y secar al aire; puedes usar un escurreplatos que esté nuevo para esto–. Intenta usar agua blanda, con poca cal y sales. Hay gente que recomienda usar alcohól isopropílico para la limpieza de vinilos, yo creo que en todo caso se puede añadir un poco a la solución de agua y jabón, pero me parece un poco agresivo usarlo directamente. Con una limpieza a fondo lograrás eliminar ruidos e incluso mejorar un poco el sonido en caso de que tenga mucha suciedad en el surco.

Hay un método de limpieza manual que quizá sea el más efectivo de todos, pero también el más caro y laborioso, y consiste en cubrir cada cara del vinilo –salvo la pegatina– con una capa de cola blanca de carpintero, dejarla secar, y luego arrancar la cola –si lo haces bien sale toda la capa de cola seca de una pieza–, quedando absolutamente toda la suciedad pegada en la cola y el disco perfecto. Pero claro, empieza a contar la cantidad de botes de cola de carpintero que puedes necesitar para limpiar toda tu colección y lo que te van a costar, y añade las las horas de trabajo. No sale a cuenta, pero es un método a tener en cuenta para tratar de dejar perfecto algún vinilo especial que tengas tremendamente sucio.

Emplea una cápsula adecuada

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Si no quieres salirte de la gama de cápsulas típicamente diseñadas para DJs para así poder comprarte algo que además de para digitalizar los discos te sirva en un momento dadro para pinchar –aunque la cápsula y aguja de digitalizar recomendaría guardarla para darle ese uso exclusivo siempre que sea posible– debes tener en cuenta lo siguiente:

  • Las cápsulas que emplean agujas elípticas dan mejor resultado sonoro que las esféricas, pero también causan mayor desgaste del vinilo.
  • Muy pocos modelos de cápsulas DJ son especialmente recomendables para digitalizar vinilos. En general se trata de cápsulas pensadas para ofrecer mucha señal de salida, buen agarre al disco y poco desgaste, pero a cambio suelen tener algo más de ruido que las cápsulas hi-fi, su respuesta no suele pasar de los 18kHz y en general ofrecen unos agudos con falta de definición.
  • Una de las preferencias más extendidas es usar una Ortofon Night Club MK2, pero ojo, aunque esta cápsula es famosa por tener un sonido muy potente para música de club, también es algo sospechosa de colorear el sonido exagerando los graves y ofrecer a cambio de su alto nivel en la señal de salida –8mv– algo de ruido adicional. Si vas a digitalizar tanto música de club, como discos de pop, rock, u otros estilos, quizá esta cápsula no sea la más adecuada. Si únicamente te vas a mover en sonidos para pista de baile, los 130€ que cuestan pueden ser una inversión adecuada.
  • La cápsula Shure Whitelabel aunque tiene el mismo precio que las Night Club, y aunque tiene menos nivel de salida no colorea para nada el sonido y es más versátil, puede darte buenos resultados con discos de todo tipo de estilos.
  • Si estás dispuesto a invertir un poco más de lo habitual, dale una oportunidad a las Grado DJ200i, una versión especial para DJs de las cápsulas hi-fi Grado. El coste de esta cápsula –esta no es de una pieza y debes montarla en un portacápsulas– sube hasta los 160€ más el coste añadido de un portacápsulas si no tienes ninguno. A cambio obtienes una cápsula para DJ con una riqueza de sonido muy cercano a las cápsulas hi-fi, aunque no se te ocurra hacer scratch con estas cápsulas, saltarán constantemente.

¿Y si nos vamos al terreno de las cápsulas Hi-Fi?

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Si tienes la suficiente capacidad económica como para invertir en algunos componentes de nivel Hi-Fi –o “audiófilo”, como prefieras– puedes obtener resultados que realmente sean notables, pero mucho ojo porque no todo consiste en gastar mucho dinero en una cápsula carísima, ya que si toda la cadena de audio no está a la altura, estarás tirando el dinero.

Mientras que todas las cápsulas para DJ son de imán móvil –moving magnet, MM–, en hi-fi puedes encontrar tanto de este tipo como de bobina móvil –moving coil, MC–. Estas últimas generan una señal aproximadamente 10 veces inferior a la que generan las de imán móvil, y no suelen funcionar adecuadamente con los previos phono de las mesas de mezclas que empleamos los DJs, necesitan previos específicos para ese tipo de cápsulas. A cambio, obtienes una mejor imagen estéreo, un sonido más detallado, mejor relación señal/ruido y nada de distorsiones extrañas en las frecuencias altas. También generalmente deberás desembolsar una cantidad unas tres veces superior –como poco– con una MC que con una MM. También hay que tener en cuenta que hay fabricantes de cápsulas MC que no diseñan las agujas para ser reemplazadas por el usuario y deben enviarse a un servicio especializado para el recambio, lo cual incrementa todavía más los gastos de uso de este tipo de cápsulas.

Por otra parte, tanto si decides adquirir una cápsula Hi-Fi MM o una MC, probablemente la desaprovecharías por completo si conectaras el plato a tu mesa de mezclas y utilizaras el previo phono integrado. Es preferible comprar un previo phono dedicado para Hi-Fi y de paso que integre un conversor A/D para poder conectarlo directamente al ordenador y digitalizar directamente.

Si vamos a lo concreto, una configuración con cápsula Hi-Fi MM podría ser:

  • Cápsula Ortofon 2M Bronze PNP - 370€
  • Preamplificador phono ADL GT40 - 400€

El ADL GT40 puede preamplificar la señal tanto de una cápsula MM como una MC por si más adelante quieres mejorar tu sistema de digitalización. Algunos ejemplos de cápsulas MC podrían ser:

  • Hana EH - 460€, cápsula valorada por ofrecer unos agudos cálidos, ser poco ruidosa y ofrecer muy buena respuesta y estabilidad incluso con vinilos viejos y deteriorados.
  • Audio Technica AT-OC9 III - 550€, una cápsula bastante equilibrada y con una respuesta general óptima en todos los aspectos.
  • Goldring Eroica LX - 450€, cápsula que aporta unos graves muy bien definidos y un sonido en general bastante transparente.

En definitiva, se puede obtener mejor sonido empleando componentes Hi-Fi de gama alta, pero hay que tener en cuenta que el desembolso de dinero va a ser considerable, con lo que hay que valorar a nivel personal si merece la pena invertir dinero en esa mejora sonora. Obviamente si se es un amante del sonido del vinilo, esta inversión siempre puede reaprovecharse para la simple escucha ocasional y no sólo para el objeto del artículo, que es la digitalización.

Algo de audio digital para entender lo que vamos a hacer

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Bien, hemos explicado los elementos físicos que podemos tener en cuenta, ahora entremos en el terreno de lo intangible, y más concretamente en el del audio digital. Conocer un poco la teoría de cómo funciona el audio digital –concretamente en el PCM, ya que aunque el DSD se emplea mucho actualmente en música de alta resolución y en cuestión de digitalizar vinilo, vamos a dejarlo de lado porque no se puede emplear para pinchar– te servirá para entender mejor lo que estás haciendo, y porqué lo estás haciendo.

Es bastante gente la que directamente cuando digitaliza vinilos captura el audio con una resolución de 16 bits y una frecuencia de muestreo de 44.1 kHz, entendiendo que por ser lo que se emplea en el estándar de CD de audio, es suficiente para hacer una buena captura. Pero si se dispone de medios adecuados, merce la pena sacarles partido. Para entender el porqué merece la pena hay que conocer dos factores que afectan a esa precisión: profundidad de bits y la frecuencia de muestreo. Dos factores que 'grosso modo' podemos asociar con el ruido que va a introducir la codificación y con el máximo ancho de banda que podrá registrarse.

Frecuencia de muestreo

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Cuando digitalizamos audio, partimos de la señal de audio analógico (que se desarrolla de forma contínua en el tiempo) y sólo almacenamos su valor en determinados instante concretos, que un sistema digital de grabación puede almacenar representando su valor (su nivel) mediante números. Estas capturas en ciertos instantes se llaman muestras, y de ahí el nombre de la expresión frecuencia de muestreo, porque expresa el número de muestras que extraemos del audio durante un segundo. Por ejemplo 44.1 kHz significa que cada segundo de audio realizamos 44.100 muestras. De la misma forma 48 kHz significa que capturamos 48.000 muestras cada segundo… Pero, ¿en qué influye tomar más o menos muestras por segundo?

Alguno pensará que realmente 22 kHz bastan para capturar cualquier sonido que un humano pueda escuchar porque está por encima de los 20kHz que se suele considerar como límite de la audición… Bien pues esto no es así, ya que para capturar adecuadamente un sonido la frecuencia de muestreo debe ser superior al doble de la más alta frecuencia que pueda alcanzar ese sonido. Y esto no lo digo yo, lo dice el teorema Nyquist-Shannon, en el que no vamos a profundizar en exceso para no complicar todavía más las cosas. Por contarlo de forma muy elemental con un ejemplo: si la señal de 20 kHz sube y baja 20000 veces por segundo necesitamos al menos dos muestras cada ciclo (y por tanto 40000 muestras por segundo o más) para poder capturar tanto su momento alto como su momento valle.

Además, aunque la versión muestreada parece una deformación grave (una señal en 'a saltos' donde antes había una señal suave y curvada), se demuestra matemáticamente por ese teorema que a partir de la versión muestreada se puede recuperar fielmente la señal original, siempre y cuando no usemos una frecuencia de muestreo insuficiente para representar las más altas frecuencias presentes en la señal.

Entonces, ¿para qué grabar a 48khz si esto nos hará capturar frecuencias que no podemos escuchar? Ciertamente, cuanto mayor sea la frecuencia de muestreo, podemos capturar más altas frecuencias de la señal de audio. Pero no es tanto este el objetivo.

Aquí veis una señal senoidal de 15 kHz, ya muy cercana al límite de la audición, muestreada a 44,1kHz (puntos azules). La 'reconstrucción' de la señal original no es la mera unión por segmentos rectos (línea azul, demasiado quebrada y alejada de la verdadera señal senoidal) sino que exige un trazado 'curvo' (la línea roja). Ese trazado curvo se realiza en los conversores D/A usando un filtro interpolador, un filtro que 'rellena' con señal el tiempo que media entre las muestras.

Igual que a ojo y partiendo sólo de los puntos azules cuesta imaginarse la línea roja, al filtro interpolador le cuesta recrear esa señal senoidal. La calidad de ese filtrado es crítica para los resultados, y su diseño es más sencillo y ofrece mejores resultados cuanta más holgura demos. Holgura en el sentido de contar con una frecuencia de muestreo más amplia que el mínimo exigido por las matemáticas. Contando con más muestras por segundo es más fácil la tarea del filtro.

Cuando una señal audio que está limitada en banda a 20kHz se representa digitalmente a fs 44,1kHz, los filtros son más difíciles de implementar que cuando se muestrea a 48 kHz. La holgura que dan los 48kHz permite una reconstrucción con mayor éxito y menos defectos secundarios y el sonido resultante será mejor.

Hay otras posibles razones. Acerca de esto hay un amplio debate que daría no sólo para un artículo si no para quizá un libro y una serie de simposios. Personalmente confío en la teoría de que esas frecuencias que no podemos escuchar producen intermodulaciones con las que sí podemos escuchar, alterando por tanto el resultado final, con lo que si las capturamos mejor que mejor. Hay también quienes defienden que la escucha no debe pensarse sólo en términos de frecuencia, sino también de respuesta en el tiempo, y que los transitorios se escuchan sin tanta limitación estricta a 20kHz.

¿Nos vamos entonces a por las velocidades aún mayores de 96kHz o 192kHz? Ojo, nuevamente hay que recordar que todo debe estar a la altura en la cadena de audio, con lo que si la cápsula que usamos para digitalizar no responde más allá 18kHz, no estaremos ganando nada muestreando a 48kHz porque sencillamente si existe algo entre los 18 y los 24kHz nuestra cápsula no es capaz de reproducirlo y por lo tanto estaremos desperdiciando espacio en el disco duro. Mientras tengas una cápsula “estándar” de DJ los 44.1kHz serán suficientes. También es importante matizar que hay ingenieros que para tener todo bajo control cuando hacen el máster para planchado de vinilo directamente ponen un filtro para cortar todo el audio por encima de 20kHz, con lo que aunque tengas un equipo competente para capturar audio en alta velocidad de muestreo habrá ocasiones en las que sencillamente no habrá nada que capturar.

Profundidad de bits

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Para explicarlo de una forma sencilla –y que me perdonen los ingenieros si lo simplifico demasiado–, la profundidad de bits nos definirá el nivel de detalle al que capturamos la amplitud –el “nivel”– de una señal sonora. Por exponerlo de manera práctica, si capturamos una señal a 16 bits, tendremos una escala de 65.536 (2 elevado a 16) puntos para medir la amplitud de cada una de las muestras que tomamos cada segundo. Parecen muchos fragmentos como para definir con mucha precisión la amplitud de una señal analógica, pero con la tecnología actual podemos llegar mucho más lejos. Cada vez que añadimos un bit multiplicamos por dos el número de niveles y por lo tanto aumentamos también por dos la precisión. Así pues, si empleamos 24 bits, dispondremos de 16.777.216 (2 elevado a 24) puntos en esa escala. Vaya, eso es mucha más definición. Además, al disponer mayor definición estaremos aumentando el rango dinámico, y pasaremos de los 96dB que podemos obtener con 16 bits a los 144dB que ofrecen los 24 bits; aunque ojo, esos 144dB son teóricos, en realidad los conversores no suelen llegar hasta ahí. Para haceros una idea, la Rane MP2015 que calza de lo mejorcito en conversores que hay en el mercado ofrece 116dB como máximo.

Pese a todo lo dicho, pensemos por un momento en el rango dinámico del vinilo. Se suele hablar de unos 60dBs. Con lo que los 16 bits y sus 96dB teóricos no son tan mala opción. Más o menos esos 96 dB teóricos (con sus problemas prácticos que los reducen un poco) y los 60 dB del vinilo (con sus posibles mejoras por compansión que los estiran un poco) podemos considerarlos 'en la misma liga'. La ventaja principal en este uso (digitalizar vinilo) de ir a 24 en el momento de grabar es que te libras de tener que alinear niveles: puedes grabar sin ir a 'full scale' y luego normalizar, sabiendo que el nivel de ruido por cuantización está tan bajo que esa normalización no va a darle protagonismo (seguirá siendo mayor el ruido del propio vinilo). Una vez grabado inicialmente a 24 bits y normalizado el audio, viniendo en origen de un vinilo no parece especialmente grave recortar a formato 16 bits a la hora de salvar a fichero. Además ahorrarás algo de espacio en disco duro.

Entonces, ¿qué sería lo adecuado?

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Resumiendo todo lo anterior, recuerda: si dispones de un un interfaz de audio a 24 bits aprovecha su rango dinámico durante la grabación, y después si quieres guarda el archivo a 16 tras normalizar si quieres ahorrar espacio de almacenamiento. Respecto a la frecuencia de muestreo, si tu cápsula no es capaz de reproducir nada por encima de 18.khz puedes conformarte con 44.1 kHz, pero si tienes una buena cápsula que va más allá, aprovecha la holgura de los 48 kHz puede venirte muy bien.

Volviendo al tema de los 96 y los 192 kHz, además de los motivos expuestos anteriormente para no tenerlos en cuenta en esta tarea, hay que tener en cuenta que estamos hablando de digitalizar los vinilos de un DJ, y luego posteriormente tampoco vamos apenas a procesar el resultado; si estuviéramos tratando cuestiones de restauración de una grabación de la que exclusivamente se conservan copias en vinilo, nos lo podríamos plantear por diversas cuestiones, pero no es el caso. Además en el sector DJ hay realmente pocos reproductores profesionales capaces de trabajar con archivos a 24/96, concretamente sólo hay dos reproductores en el mercado capaces de hacerlo: el CDJ-2000NXS2 de Pioneer DJ y el SC5000 Prime de Denon. Y aunque el software para DJs sí puede emplear archivos a esta resolución, tu ordenador va a estar sometido a bastante mayor carga de procesos, vas a tener el software configurado para funcionar a 96kHz para que estas canciones suenen tal y como las grabaste, esto hará que tengas el procesador haciendo oversampling con todo el resto de la música que no está a esa resolución cada vez que la hagas sonar. Finalmente, piensa en si los lugares en los que pinchas tienen un PA en el que se vaya a notar la diferencia si pinchas archivos a 24/96 y valora si el espacio extra en disco duro y la sobrecarga de trabajo al ordenador merece la pena. Probablemente llegues a la conclusión de que no.

El software y el proceso de grabación

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No hay necesidad de usar un software especialmente sofisticado y caro para realizar la tarea de digitalización de vinilos. Si ya te compraste un buen editor de audio, sigue usando ese, y si no tienes ninguno, con el gratuito y fantástico Audacity tienes más que de sobra. Como Audacity es más democrático por ser gratuito, la información de este apartado la daré basándome en ese programa.

En primer lugar configura el software para capturar el audio a la resolución deseada, dirígete a Preferencias y en la pestaña Calidad tienes dos desplegables para elegir la frecuencia de muestreo y la profundidad de bits. En los dos desplegables que hay más abajo para elegir el tipo de conversión en tiempo real selecciona Best Quality (Slowest).

Antes de comenzar a grabar activa la monitorización en tiempo real mientras grabas, dirígete en las preferencias a la pestaña Grabación y marca la opción Reproducción a través del software, no elijas Reproducción a través del hardware, quizá falle algo en el software durante la grabación y no te enteres porque estás escuchando directamente la señal que entra al interfaz, y no lo que está grabando el software.

Cierra ahora las preferencias y monitoriza el nivel de la señal entrante, para ello cierra las preferencias y dirígete al vúmetro de la parte superior, a la izquierda tienes un icono que al pulsarlo se despliega un menú en el que tienes la opción “Comenzar monitorización”. Con esa opción activada comienza a reproducir el disco… ¿No escuchas nada o el vúmetro no muestra señal? Asegúrate de que el interfaz al que está conectado el plato aparece seleccionado en la pantalla principal de Audacity, por defecto habitualmente en la parte inferior del panel de herramientas del software tienes unos desplegables para elegir el dispositivo de entrada y salida que estás empleando. Una vez tengas señal de entrada, reproduce las partes más intensas del disco y ajusta la ganancia de entrada para que la señal en el vúmetro de Audacity nunca llegue a 0dB. Yo personalmente juego con bastante margen –suelo grabar a 24 bits– y llego a quedarme en -4dB. Como hemos explicado antes, si estás grabando a 24 bits no hace falta que trates de llevar la señal hasta los 0dBs y emplear algo de margen, ya que posteriormente puedes normalizar el audio sin problemas.

Una vez todo listo para grabar, asegúrate de que el control de pitch del plato –si estás usando uno que lo tiene– está en 0% y pon la aguja al principio del disco; haz click en el botón de grabación, pon el disco en marcha y deja que se grabe de una sola vez toda la cara del disco.

Algunos problemas y dificultades comunes tras grabar

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Todo está en la misma pista

Si has seguido mis instrucciones, toda la cara del disco estará grabada en una misma pista de audio, y si se trata de un EP o un álbum con varias canciones por cara estarán una detrás de otra. Si no has manejado nunca un editor de audio no te agobies, es bastante sencillo con Audacity separar todo manualmente. Selecciona la canción que quieras separar, es muy sencillo, simplemente colócate sobre la gráfica de la forma de onda y dejando pulsado el botón izquierdo del ratón arrastra sobre todo el audio que quieras seleccionar. Una vez lo tengas, ve al menú superior y elige Pistas/Añadir etiqueta en la selección. Verás que bajo la pista de audio aparece una línea de tiempo en la que queda marcada el principio y final de la selección que hicistes, y en el centro una caja de texto para que introduzcas el nombre que quieras a la etiqueta.

Continua con esta rutina hasta que marques todas las canciones, para acabar elige “Exportar Múltiples”. En la ventana emergente elige el formato y detalles de los archivos que se exportarán.

El audio de un canal es más alto que el del otro

Este problema muchas veces es excesivamente sutil de percibir con los oídos, pero gráficamente se ve claramente el problema tanto en el vúmetro como en las formas de onda de cada canal. Es posible que haya una diferencia de volumen que no sea la original del disco por diversos motivos, desde pequeña ondulación o convaidad del disco, cápsula/aguja del plato mal alineada –los dos problemas anteriores hacen que la aguja no haga el mismo contacto en ambos lados del surco–, un brazo del plato mal equilibrado –el anti-skate si te pasas puede producir esto– cableado o conexionado con problemas… si por el momento no puedes solucionar el problema desde el plano físico y las grabaciones van a tener esa pequeña descompensación entre los canales puedes solucionarlo desde el editor de audio.

En Audacity es tan sencillo como primero separar los dos canales pinchando en la parte izquierda de la forma de onda en el nombre del archivo de audio –justo encima de donde pone la resolución del archivo–, si acabas de grabar el archivo el nombre será “Pista de audio” a secas. Al pulsar ahí tendrás un desplegable donde podrás elegir “Dividir pista estéreo”, de esta forma podrás seleccionar sólo uno de los dos canales y después recurrir al menú Efecto/Amplificación, donde podrás agregar los decibelios necesarios para compensar el problema. No obstante, si la diferencia es escandalosamente grande sería conveniente tratar lo antes posible de solucionar el problema desde la raíz, es decir, encontrando el problema físico que produce la descompensación. También ten en cuenta que quizá en la grabación original es posible que la descompensación fuera intencionada con tal de producir algúna clase de sensación o emoción en quien la escucha.

La grabación tiene demasiados ruidos y artefactos

Ya sea por suciedad que no has limpiado, deterioro físico del disco, calidad cuestionable de algún elemento en la cadena de audio… la cuestión es que percibes que hay más ruido del deseable en la grabación.

Puedes recurrir a las dos herramientas de las que dispone Audacity para reducir un poco el ruido, la primera la tienes en Efecto/Reducción de ruido. Este tipo de herramienta tiene un funcionamiento en dos pasos muy común en todos los editores de audio: primero tienes que decirle lo que es el ruido para luego pedirle que lo elimine. Para decirle “lo que es el ruido”, selecciona primero un fragmento de audio de antes o después de que empiece la canción, en uno de los silencios donde no hay música y sólo se escucha la aguja surcar el vinilo, procura que no haya clicks o pops en ese fragmento, sólo ruido –un par de segundos bastarán–, abre Efecto/Reducción de ruido y en el panel haz click en “Obtener perfil de ruido”. Ahora puedes cerrar el panel del efecto, seleccionar toda la canción, volver a abrir el reductor de ruido y ajustar los niveles de los parámetros inferiores para que la reducción sea a tu gusto. Puedes escuchar una previa para comparar con distintos ajustes. Cuando esté a tu gusto dale a Aceptar para que procese la pista.

Aunque Audacity tiene una herramienta para eliminar clicks, para mi gusto no funciona demasiado bien, al menos con los vinilos que yo he digitalizado no he obtenido resultados aceptables. Si deseas un proceso automático te recomiendo mejor emplear una herramienta profesional, concretamente los plugins Waves de su paquete Restoration Bundle, que en mi opinión tiene un precio de chiste para la categoría de los resultados que ofrece. Si te lo compras de paso tendrás un reductor de ruido algo mejor que el de Audacity, y con un funcionamiento muy similar. X-Crackle es el plugin del paquete adecuado para esta tarea, lo puedes comprar suelto también. Lo bueno de este plugin es que pulsando en la interfaz en el botón Difference puedes escuchar únicamente lo que estás eliminando y así saber si además del clicks y pops te estás cargando parte de la música que no quieres cargarte.

Si no quieres gastarte dinero en un proceso automático, puedes optar por… hacerlo manualmente. Sí, es un coñazo, pero es la forma más precisa de hacerlo. Sencillamente escucha la grabación, y cuando detectes un click o un pop que te quieras cargar para la grabación, usa la herramienta de la lupa para ampliar la forma de onda en la zona del ruido, amplia claramente hasta que veas sin lugar a dudas el ruido, y simplemente selecciona el fragmento del artefacto sonoro y haz click en Efecto/Reparar. La herramienta sólo funciona con fragmentos de 128 muestras como máximo, si en un segundo hemos estado tomando 48.000 muestras imagina el tamaño máximo del fragmento que debes localizar para que esta herramienta funcione. Si haces números es probable que llegues a la conclusión de que pagar por un proceso automatizado de calidad te va a salir más barato que todas las horas que te vas a tirar haciéndolo manualmente.

No puedo terminar este apartado sin mencionar que hay bastante gente que es totalmente contraria a procesar el audio de un vinilo digitalizado con el fin de limpiarlo, ya que consideran que cualquier proceso así deteriora de una u otra forma parte de la música, además de que “filosóficamente” va en contra de lo que es el disfrute del sonido del vinilo al pretender que no suene como tal. Esta postura es totalmente respetable, y frente a ella doy un consejo: guarda siempre tanto la grabación original del vinilo como la versión editada. Quizá algún día te arrepientas de haber editado el audio, o quizá aprendas a hacerlo mejor o puedas disponer de herramientas mejores.

¿Cómo debo guardar lo grabado y editado?

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Guarda tus archivos de audio preferiblemente en formato AIFF, el motivo no es otro que este formato soporta etiquetado de metadatos en formato ID3. Bastantes programas pueden insertar etiquetas archivos WAV, pero al no ser algo soportado con un estándar único, te puedes encontrar que posteriormente un software distinto al que usaste para etiquetar no puede leerlas. Cuando guardes el archivo mantén la misma resolución, como ya he explicado ni el software de DJ ni los reproductores modernos te van a dar problemas con archivos a 24/48 o 24/44. En cualquier caso, elijas el formato que elijas, desde Audacity puedes insertar y editar metadatos en Archivo/Editar Metadatos.

¿Y el dithering si guardamos un archivo grabado a 24 bits en 16 bits? Esta es una pregunta que muchos se harán, si el dithering es necesario o no en caso de guardar a una resolución de bits menor a la que hemos grabado. Este proceso inyecta al audio ruido que enmascara posibles errores de cuantización en el proceso de conversión de 24 a 16 bits; estos errores se pueden escuchar en momentos de silencio en una canción, momentos donde se queda un único instrumento sonando después de que se silencien todos los demás instrumentos, o al final de un fade out al finalizar una canción, y se percibe como una especie de distorsión digital a muy bajo volumen. En el caso que nos ocupa, el proceso de dithering me atrevería a decir que es "opcional", y que en todo caso puede depender del tipo de música que estás digitalizando. Si estás digitalizando música con una dinámica muy "apretada" y constante, algo muy común estos últimos años en electrónica donde el "loudness war" ha impactado mucho y todo está muy comprimido y muy ajustado a 0dB, el dithering no parece necesario porque esos errores de cuantización a la hora de la conversión ya quedan totalmente enmascarados por la música. En caso de que estés digitalizando música con una dinámica variable y con momentos de silencio, puedes plantearte la posibilidad de usar este tipo de proceso.

Respecto a formatos de audio comprimido, si empleas un software para pinchar o un reproductor que maneje FLAC puedes convertir tu música a este formato tranquilamente, conservarás el sonido tal cual. No conviertas los vinilos digitalizados a MP3, ha costado mucho preservar en la medida de lo posible la integridad del sonido como para ahora desechar dinámica y nitidez en el sonido. Tampoco emplees AAC, formato que preserva mejor el sonido que el MP3 empleando el mismo espacio, pero sigue siendo a fin de cuentas un formato con pérdida.

Teo Tormo
EL AUTOR

He trabajado como productor musical y discjockey. Desde hace años investigo y analizo la tecnología musical aplicada al DJ, buscando siempre las herramientas más innovadoras y observando su impacto en la industria musical.

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