En dirección contraria (diario poético 2)
He salido
y he ido en dirección contraria
hacía aire frío.
Yo pensaba en cómo se funde el helado.
Me sentía un filibustero
buscando lo que realmente
es necesario:
El Gran Norte,
Ártico y Antártico
(lo compré porque salían
pingüinos en la portada)
y dos inmensos libros
de Hank.
(Aún puedo escribir un poema,
a veces.)
(Strawberry chessecake: como mi
nevera
no se cerraba
se derritió todo el helado).
Busqué un cajero y,
adorada luz gélida,
colonicé con mi bandera.
Luego subí otra vez
por las escaleras mecánicas
quitanieves infernal
y me llevé las 4 cosas
como si fueran niños
a la salida de un colegio.
Caja cerrada.
La cajera me leyó los labios.
Estaba aterido.
Bloodberry icecake:
escupir sangre sobre el hielo
flores del mal
los sueños se vuelven rojizos
y se funden.
De vuelta en el autobús:
está lleno de viejos
(cada uno en su trozo de hielo flotante)
Sin embargo no pienso
-como él-
que ya estén muertos.
La vieja bajó.
Le costó sangre y sudor de granizo
(Bloody milkshake:
te frotas las manos
mientras sonríes:
ya no queda
nada de eso)
Pero la vieja bajó.
Se apoyó y clavó sus pies en la acera.
Dime si eso no es vida
qué es.