Has vuelto
Apareciste andando entre columnas de fuego,
Y por eso te consideramos indestructible.
Pero te hacía también intocable.
Apareciste nadando entre columnas de agua,
Entre tormentas horribles, y pensamos que eras una diosa.
Pero eso te hacía también inabordable.
Apareciste y punto.
Sí, apareciste de la nada,
Rodeada de átomos del tamaño de naranjas.
Caminabas por una especie de desierto,
Sobre ti caía una catarata de estrellas.
Señalabas la arena y se elevaba en cactos vaporizados.
Oh, madre,
Las gotas rosadas de tu menstruación sobre el polvo de arena
Provocaban reacciones extrañas en un delirio químico
Que fue la cuna de la vida.
¿Qué sería de nosotros sin nuestra madre?
Antes todo estaba al revés,
Colgaban gotas de sudor de los picos de los pájaros
Que caían sobre las pieles reptilescas de las piedras.
Los ojos se amontonaban en deposiciones de grandes mamíferos,
Los insectos que nacían de los árboles luchaban por la hegemonía y
En las cuencas vacías de las montañas se arremolinaba el polvo y la sangre.
Oh, madre,
Antes se podía andar sobre los mares pisando los cuerpos de las sirenas varadas,
Había tanta humedad que los mosquitos ponían sus huevos en el aire.
Cruzábamos continentes de sal,
Asociábamos el día con la noche porque eran exactamente iguales.
Nos faltaba una madre.