La irrealidad del DJ se hace viral
Hace ya unos cuantos años en las ferias de tecnología musical e instrumentos se comenzó a hablar de un tema recurrente: se vendían cada vez menos instrumentos “tradicionales” y aumentaba la venta de dispositivos relacionados con el trabajo de DJ. Los adolescentes ya no pretendían ser rockstars ni dioses de la guitarra, ya no tenían tantas ganas de marcarse un épico solo Subidos a un enorme bafle mientras el viento ondeaba sus melenas y una multitudinaria audiencia gritaba enardecida. Quizá porque tocar la guitarra tiene como mínimo unos meses de estudio y unas horas de práctica diaria antes de poder tocar algo mínimamente reconocible como música, y en muchos aspectos en nuestra sociedad hemos perdido la cultura del esfuerzo. Los adolescentes querían la misma audiencia –¿qué adolescente no sueña con ser querido multitudinariamente? es algo que va con las hormonas– pero la querían de inmediato y sin tener que aprender demasiado, y parecía que ser DJ podría ser la nueva forma de conseguirlo, ya que lo que parece que hacen los DJs no resulta mucho más complicado que pulsar unos botones, algo tremendamente más simple que coordinar el movimiento de dos manos sobre seis cuerdas de acero. Lo curioso es que hasta un poco antes de ese momento, el DJ había sido un personaje que sólo era relevante en los derroteros de la cultura de club y de la música electrónica. La gente introducida en esos ámbitos sabía bien del trabajo del DJ, del coste económico de un par de Technics y del esfuerzo económico y de selección de tener una buena librería de vinilos, así como lo que costaba conocer bien todas las canciones y dominar la técnica necesaria para mezclarlas con soltura. Si estabas fuera de esos círculos, difícilmente sabrías muy bien el nombre –real o artístico– de ningún DJ o si había remezclado o trabajado con tal o cual artista, y mucho menos si trabaja o iba a trabajar en algún club de tu ciudad.
¿Se estaba disparando la profesión de DJ? No realmente. Simplemente se crearon las figuras del “superstar DJ”, y eso fue beneficioso para algunos sectores de la industria discográfica y del equipamiento para DJs, ya que la industria dispuso de un nuevo tipo de cara para vender productos discográficos en forma de recopilatorios, discos de remixes, discos producidos con “la colaboración de”.... Uno de los primeros fue Paul Oakenfold, y aunque ciertamente este hombre podría considerarse el primer “superstar DJ”, por lo que se desprende de algunas de sus últimas entrevistas parece que hoy en día se arrepiente de algunas cosas de su carrera, no tanto por lo que haya podido hacer, sino quizá por cómo se ha interpretado por otros y las repercusiones que ha traído al sector. Pero Oakenfold no ha sido un “superstar DJ” porque sí; se lo ganó a pulso empezando muy jovencito como DJ de soul en garitos de Covent Garden, trabajando como A&R y fichando artistas de hip-hop para discográficas, produciendo discos para otros de todo tipo de géneros, pinchando house, acid-house, trance, organizando algunas de las primeras grandes fiestas en Ibiza… Paul trabajó duro detrás de los platos, en las tiendas de discos, en los estudios de grabación, en los despachos de las discográficas y editoriales y seguramente hasta en la puñetera calle si hacía falta, hasta que llegó su momento y pudo convertirse en un “superstar DJ” que hace cosas como salir a poner discos antes del concierto de una estrella del pop o “garantizar” que un disco será bueno sólo porque su nombre aparezca en los créditos de producción o remezcla. Y como él otros muchos que rondan ahora los 50 y tantos y que sirvieron para que la –bendita– industria discográfica dispusiera de un nuevo tipo de rol que ahora le resulta extremadamente útil. Gente como Carl Cox, Danny Tenaglia, David Morales, Fat Boy Slim... forman parte también de ese grupo de gente que ha servido para ponerle rostro reconocible al DJ. Todos ellos han tenido que trabajar realmente duro en muchos frentes para llegar a donde están, y por descontado que no tienen ya nada que demostrar a nadie.
Bien, ya tenemos la figura de la superestrella creada, y con ella toda la inercia posterior. La atracción que generan ese tipo de figuras va ligada por una parte a la venta de discos y por otra genera interés por la profesión. Vaya, ¿y qué hay que hacer para ser DJ? Comprar “algo” para reproducir música –platos, reproductor de CD–, comprar un mixer que permite unir lo que suena por esos aparatos reproductores, comprar música, aprender bastantes cosas sobre sonido, aprender a usar todo el equipo y saber desarrollar en directo con soltura una serie de técnicas de ejecución, y desde luego tener un buen bagaje de cultura musical y más ganas aún de ampliarlo cada día… pero claro, todo esto ocurre en un momento de revolución informática, y ya sabemos que las revoluciones informáticas tienen la mala costumbre de cambiar el rumbo de las cosas.
En 1999 Napster revolucionaba las redes y la industria discográfica, y demostraba cómo internet era una herramienta alucinante para distribuir música, aunque fuera ilegalmente y de malas maneras. Las grabadoras de CD, que en aquel momento vivían un momento dulce por su abaratamiento, fueron la herramienta perfecta para combinar con Napster. Luego desapareció, pero abrió la puerta a otros servicios ilegales de descargas en la red y su concepto de uso de la red como medio de distribución fue aprovechado como disparador de empresas de venta legal de música como iTunes o Beatport, esta última especializada en música de club.
Mucha gente empieza a tener claro que de manera legal o ilegal pueden conformar una buena librería musical sin levantarse de delante del ordenador, y tenerla en CD si hace falta -adiós, mis añoradas tiendas físicas de discos-. Vaya, una buena librería musical es fundamental para empezar a pinchar. En 2002 llega la versión 2.0 de Traktor y la gente comienza a ver eso de pinchar como algo tan sencillo como instalar un programa y como mucho conectar por USB un par de “cacharros”. La cosa se torna más evidente cuando en 2004 Traktor incorpora la tienda Beatport a su software: se lo estaban poniendo a huevo a mucha gente, instala el programa y luego compra desde el propio programa todo lo que necesites. Menos mal que quitaron la tienda porque no iba muy fina, pero por lo menos la interrelación demostrada fue un disparo directo al lóbulo frontal de mucha gente. Antes de Traktor existieron otros programas para pinchar, pero Traktor lo ponía realmente fácil puesto que no requería hardware específico para funcionar como Serato y disponía de funciones automatizadas que facilitaban el tener resultados similares a los de un DJ “de verdad”.
La industria de equipamiento ve aquí un filón: pueden pasar de vender equipamiento únicamente a los pocos profesionales que hay por el mundo a vendérselo a todo aquel que quiera jugar o probar a ser DJ, y no van a ser pocos los interesados. Al igual que hay guitarras de 2.000€ y guitarras de 200€, también podía haber diferentes categorías de equipamiento para DJs, ya fuera para un uso estrictamente profesional o para lograr resultados similares en la comodidad del hogar, y de paso vender la idea –que no es del todo falsa– de que se empieza en la profesión con ese tipo de equipamiento. Cierto es que siempre ha habido equipamiento para pinchar más caro y más barato, pero ahora existe la posibilidad de crear equipamiento orientado exclusivamente a un uso doméstico, así como varias gamas intermedias antes de llegar al nivel profesional; y esa posibilidad existe porque vas a poder vender todo el equipamiento. Esto –como suelo decir– no es ni bueno ni malo, es lo que hay. Traktor es desde hace unos cuantos años una magnífica herramienta para pinchar en entornos profesionales si se acompaña del hardware adecuado. No se le puede acusar de "joder" -con perdón- una profesión como hacen algunos, eso quizá haya sido culpa de gente que ha pensado que poseer un programa y tener un dominio superficial del mismo les convertía en DJs, y de eso un programa no tiene la culpa.
Obviamente, aunque hoy por hoy muchos quieran jugar o probar a ser DJs, no hay trabajo para todos. Igual que nunca ha habido un escenario para subir a todo aquel que aprendió a tocar la guitarra, a cantar o a tocar la batería, no hay una cabina en un club para todo aquel que quiera ser DJ, y al igual que hay gente a la que la guitarra se le queda para tocar con los amigos en las salidas al campo de fin de semana, a otros se les queda lo de pinchar para poner unos discos en el after casero mientras los amigos preparan los gin-tonics. No nos engañemos, aunque haya muchos más “aspirantes” a DJ que antes, no hay muchos más clubs que antes. Con todo, el papel del DJ ha pasado a formar parte de nuestra cultura pop actual, y prueba de ello es que los mass media usan esta figura para construir sus contenidos.
Un primer ejemplo podría ser la película de la que todo el mundo habla estos días –porque ha salido ahora el trailer, obviamente– y que se llama “We are your friends”, título que toma de un tema cuya remezcla hizo famosos a los franceses Justice hace unos cuantos años. Veamos:
Sí, es lo que parece. Una producción hollywoodiense con el guapo Zac Efron –el de los musicales de Disney– embarcado junto a un grupo de colegas en organizar fiestas en plan do it yourself –muy punk– hasta que llega el trascendental momento de la profesionalización y el choque de intereses con los amigos, todo para lograr el nirvana de la estrella musical: el amor de las masas, la casa grande que te cagas y la fiesta sin fin. Si la película no es un éxito –de taquilla–, por lo menos el trailer es un buen intento. Y desde luego es una muestra patente de cómo la figura del DJ es algo lo suficientemente relevante para protagonizar una película de presupuesto medio.
No es la única película sobre DJs del momento; a Francia llegó a finales del pasado año “Eden”, film que se remonta a los orígenes del “french touch” y que aborda también la trayectoria de un DJ que se inicia en lo más undergroud y parece escalar en la profesión hasta que diversos choques emocionales y profesionales le hacen perderse en la vida. Sí, suena profundo y dramático, pero es que el cine francés no es para menos, y como es francesa no pueden faltar sus superestrellas: Daft Punk. Por cierto, al resto del planeta no sé cuando llegará la película. El trailer es la monda, puedes ver cómo a los integrantes de Daft Punk no les dejan entrar en una fiesta cuando se identifican con sus auténticos nombres:
No podían faltar los concursos para televisión. El bueno de Simon Cowell –creador y jurado de X Factor– tiene claro que su concurso Ultimate DJ será un éxito y logrará encontrar a los mejores y más avanzados artistas de música electrónica. Todavía no está claro el formato final del concurso, pero junto a Cowell estará como coproductor del programa nada menos que Patrick Moxey, el jefazo de Ultra Music, así como la empresa Yahoo como sponsor oficial. Opiniones y rumores al respecto de este concurso no han dejado de aparecer desde su anuncio; desde la polémica del rechazo de Fat Boy Slim a ser jurado, con una doble historia en la que unas versiones aseguraban que literalmente mandó a tomar por cierto sitio a Cowell y otras donde simplemente le pidió que no hiciera el concurso porque era malo para la imagen del DJ –o igual pasaron las dos cosas una tras otra–, hasta el polémico anuncio de Steve Aoki como jurado. Algunos aseguran que quizá Aoki tenga que evaluar a DJs cuyo estilo o puesta en escena nada tengan que ver con su trayectoria, y eso sería como si un cantante de punk opinara sobre un cuarteto de jazz. Vaya, Aoki cantó en un grupo de punk ahora que recuerdo.
Los famosos que deciden reorientar su carrera profesional a las cabinas de DJ es otro fenómeno que no podemos pasar por alto y que igualmente influye en la percepción que la sociedad tiene del DJ. Igual que hay gente que cambia de profesión y decide montar tiendas de bolsos carísimos o dedicarse a diseñar joyas, los hay que ponen sus esfuerzos en ser DJs cuando su actual ocupación comienza a decaer. Siempre tienen sorprendentemente el mismo argumento para su cambio de actividad laboral: “desde niño la música me llamaba la atención”.
Bromas aparte, la cuestión es que España es un territorio fértil para estos cambios de orientación laboral. Está claro que Fonsi Nieto, Nacho Vidal, Mario Vaquerizo, Maxi Iglesias, Jaime Alguersuari, Rafa Mora, Lucía Etxebarría o Francisco Rivera -y otros muchos que seguro olvido- eran populares por otras profesiones antes que ser DJs. Alguno ni tan siquiera por su profesión. Y ojo, que yo soy de los que acepta que cualquiera que se ponga frente a una audiencia y sepa elegir la canción adecuada para que se vuelvan locos bailando y no se marchen de la pista ya comienza a merecerse el apelativo de DJ, aunque la canción la pongan con un móvil sin mezclarla. Pero la forma de conseguir las oportunidades debemos reconocer que está algo “envenenada”. Los famosos y sus allegados se mueven en círculos en los que es más fácil conseguir una oportunidad, además de que los empresarios saben que estos DJs tienen habitualmente un mínimo impacto de público sólo por el efecto morbo. No me quejo de esto; si yo tuviera una posición social privilegiada para lograr algo no dudaría en aprovecharlo en mi beneficio sin cortarme un duro, pero más de uno puede no darse cuenta de que no es tan fácil ser DJ como parece si sólo se fija en este tipo de gente. Ahora bien, también es cierto que algunos han llegado rápido a su techo profesional por su evidente falta de compromiso con la profesión. Aunque debo también reconocer que alguno de los mencionados me ha sorprendido gratamente cuando he escuchado sesiones suyas.
Pero al igual que los famosos e incluso la gente de la prensa rosa puede saltar al mundo del DJ, el salto se puede producir en sentido contrario. DJs que se convierten en personajes del mundo del famoseo. Esto en España es menos habitual, pero fuera de nuestras fronteras hay casos notables. Si Richie Hawtin está o no prometido, casado, o el lugar donde compra anillo de compromiso a su pareja ha sido motivo de especulación en revistas de la prensa rosa. Veamos un ejemplo en este enlace. La relación entre Skrillex y la cantante Ellie Goulding ha llenado unas cuantas páginas del corazón, y de Afrojack y Paris Hilton poco hay ya que no se sepa. La heredera del imperio hotelero acabó por cierto convertida en la DJ mejor pagada de Amnesia.
El último shock mediático que alcanza todo tipo de prensa son las cifras astronómicas que una muy pequeña cantidad de DJs cobra por sus actuaciones, y que terminan de distorsionar el concepto de la profesión. No porque sea malo que unos pocos ganen mucho si hay gente que les pueda contratar en esos términos; a fin de cuentas los espectáculos en los que participan los grandes DJs dan trabajo a mucha gente. Lo malo es que la gente crea que cualquier DJ puede ganar eso.
Con semejante relevancia del DJ en los medios lo lógico para cualquier persona que se interesa por ser DJ sería pensar que actualmente es algo fabuloso, en primer lugar porque fuera cual fuera tu anterior profesión probablemente estarás capacitado para ser DJ –incluso sin tener profesión anterior reconocida–. En segundo lugar, tu profesión es tan importante que hasta se hacen películas que narran lo emocionante que es ser DJ. En tercer lugar, si la industria musical y del ocio no te da las suficientes oportunidades, siempre tendrás la posibilidad de ser un gran DJ ganando un concurso. Y por si fuera poco, siendo DJ tienes la oportunidad de ser famoso de la prensa rosa, lo cual puede ser una profesión per se. Ah, y el sueldo será siempre inmejorable. En definitiva, ser DJ es la repera y las cabinas de todo el planeta están esperando a ser llenadas… pero va a ser que no.
Como decía antes, sin un buen bagaje de cultura musical y ganas de ampliarlo día a día, alguien que quiera ser DJ como una profesión a la que dedicar gran parte de su vida lo tiene bastante crudo. Esto el genial Nando Dixkontrol lo definía llanamente en un vídeo que publicó en internet como “saber música”, y no refiriéndose al solfeo, si no a la labor de investigación musical del DJ. Aunque lo mejor es que como está en vídeo, lo podemos ver explicado por él mismo:
Por otra parte, la formación técnica es fundamental. En primer lugar por respeto al público, ya que si alguien ha pagado la entrada a un club o está pagando copas en un sitio que es algo más caro porque hay DJ, no le vas a dejar sin sonido súbitamente por tocar donde no sabes o peor aún, le dejes sordo por subir lo que no toca. En segundo lugar, porque la formación técnica que puedas recibir facilita que en un futuro aprendas más rápido a emplear nuevas tecnologías, algo esencial para que la propia industria no te deje fuera de juego. Y en tercer lugar, porque cuanto mejor domines el instrumental trabajarás de manera más fluida tanto en solitario como en equipo, tus sesiones serán más naturales y consistentes, y sabrás salir por ti mismo de situaciones técnicas desastrosas e inesperadas que no tienen por qué ser culpa tuya. En España hay muy buenos formadores y escuelas, y hasta tenemos un título oficial de Formación Profesional que se imparte en institutos públicos. También hay toneladas de recursos formativos en la red, y en Hispasonic tratamos de ayudar a los DJs ofreciendo todo tipo de tutoriales y material interesante en castellano.
Por último, hablar de las oportunidades reales de trabajo. Si no eres un famoso -como la mayoría de los mortales-, las oportunidades vas a tener que buscártelas y currártelas, y van a ser pocas las que vas a encontrar, así que ¡¡¡cúrratelo mucho!!! ¿Tienes un rato hoy para escuchar discos nuevos? Hazlo hoy y no mañana. ¿Pinchas de puta madre con Sync y de manera manual te lías? Ponte a practicar ahora mismo, quizá en tu próxima oportunidad para demostrar lo que vales te ponen delante de algo que no tiene Sync y hagas el ridículo. ¿Se te ocurrió que podrías construir una base sobre la que pinchar la parte melódica de otra canción y quedaría genial en tu próxima sesión? Ve ahora mismo a probarlo y no dejes de hacerlo hasta que quede perfecto. ¿Alguien te pidió que le mandaras enlaces con tus sesiones? Deberías haberlo hecho ayer. ¿Te han propuesto ir a una fiesta/club/rave donde puedes conocer gente influyente pero no te viene bien porque mañana trabajas? Deja de quejarte, un poco de sueño mañana quizá sea una oportunidad de trabajo la semana que viene.
Y desde luego, el objetivo no es conseguir una vida de lujo y derroche en unos pocos años, es sobrevivir como en casi cualquier otro trabajo y pagar las facturas a fin de mes. Más de una, y de dos, y de tres veces ha tenido que discutir cualquier DJ para que le paguen, ya no lo acordado, si no algo. Y más de una, y de dos, y de tres veces, muchos DJs se quedan sin trabajo porque el empresario consigue a alguien novato que lo hace muchísimo más barato o sin cobrar. Y desde luego, recuerda bien esto: no hay cabinas para tantos como dicen ser DJs, así que lo más probable es que si no te esfuerzas muchísimo no vivas de esto jamás. Pero la buena noticia es que siempre hay una oportunidad para los que se lo curran. Quizá sea mañana.
Y vosotros, ¿qué pensáis de la actual realidad que plasman los medios sobre la profesión de DJ? Opinad en los comentarios.