
Puede darse una razón simple al hecho de que Johann Sebastian Bach haya sido, no sólo el músico más importante en la historia de la música occidental, sino probablemente el artista más destacado en sea cual sea la disciplina —tengo mis propias ideas acerca de por qué la música es una disciplina más elevada que el resto, pero me las dejo para otro día—. Bach hubo sido la cumbre del rigor en la composición, y hubo añadido también a su música todos los artificios