Ludiguer - al loro - gobierno del pueblo pero con el pu

Al terminar de comer mi mujer se ha llevado al bebé al dormitorio a intentar dormirlo y yo me he quedado quitando la mesa y organizando un poco el salón mientras mi loro veía las noticias, (es la ventaja de tener un loro que habla, que él ve los programas y luego te los resume, bueno, te los resume o te los extiende según le da), y cada vez que me acercaba me hacía comentarios sobre lo que veía, “Mira, víctimas de terrorismo. ¿Sabes qué están haciendo?”, “No sé”, le contesté yo, “tú eres el que está viendo la tele no yo”, “protestar”, me respondió al tiempo que cogía una pipa de su comedero. Al momento me volví a acercar y me dijo: “Mira, unos policías que han ido a un país africano en avión con unos inmigrantes. ¿Sabes qué están haciendo?”, “Pues no sé”, le volví a contestar, “protestar”, dijo él. Cogí los vasos y me los llevé a la cocina, y cuando regresé a por más cosas me volvió a decir mi bonito amigo plumoso, “Mira, unos guardia civiles. ¿Sabes qué están haciendo?”, entonces le miré y le dije, “oye, si quieres quitas tú la mesa y yo veo la tele y te voy preguntando cosas. No sé lo que hacen pero sé que tú me lo vas a decir”. Mi loro giró la cara hacia la tele diciendo, “protestar”, al tiempo que yo cogía unos platos para llevármelos a la cocina, volviendo al momento a por más cosas, y ¿cómo no?, además de las últimas cosas de la mesa, también recogí una nueva pregunta, “Mira, unos bomberos colgados de un puente. ¿Sabes qué están haciendo?”. En circunstancias normales yo hubiera dicho que rescatando a alguien, pero visto lo visto le contesté, “¿Protestando?”, “protestar”, me dijo él mientras expulsaba la cáscara de la pipa que se acababa de comer, y tras esto pensó por un momento e igual que expulsaba las cáscaras expulsó una pregunta de su boca, “No paráis de protestar por todo, y eso que se supone que estáis en democracia y elegís a vuestros gobernantes, ¿crees que la democracia es la mejor forma de gobierno posible?”, y sin mirarlo porque estaba doblando el mantel le dije, “no se trata de lo que yo crea, sino que los que entienden parece que eso creen”, me miró no muy convencido y volvió a preguntarme, “¿o quizá es la menos mala?”, “pues a lo mejor tienes razón y sea la menos mala”, le dije a mi plumoso amigo mientras terminaba de colocar el centro de mesa antes de sentarme. “¿Y no se le ha ocurrido a nadie cambiar algo para que funcione mejor? Puesto que parece ser la forma más aceptada de gobierno, y os ha de durar mucho tiempo, deberíais hacerlo, ya que no parece que mantenga a la gente en general muy contenta”, “¡hombre!”, le repliqué, “estaría bueno que lo que no se le ha ocurrido a los políticos que entre todos sumarán miles de horas de universidad se le ocurriera a un loro, y encima al mío”, “pues igual por eso, porque soy un loro y veo las cosas de un modo distinto a vosotros”, “Ah bueno”, le dije yo, “¿y de qué modo las ves tú si puede saberse?”. “Pues mira”, empezó a explicarme, “para empezar, el principal pilar de la democracia, lo de un hombre un voto, pues sí, pero no”, entonces yo le contesté, “¿y eso lo podrías matizar un poco más?, porque dicho así, me convence, pero no”. Entonces miró a través de la ventana, pensó durante unos segundos y me dijo: “Aquí todos queréis conducir vuestro coche, y estáis en vuestro derecho de hacerlo, pero ¿qué es lo primero que tenéis que hacer para poder conducir?”, “no sé”, le contesté yo, “¿tener algo de dinero para comprarte el coche y una fortuna para la gasolina?”, “pues no”, replicó mi mascota con tono gruñón, “aprobar un examen. Se supone que para conducir hay que tener unos mínimos conocimientos ya que hay mucho en juego cada vez que uno se sienta al volante, ¿no?, pues como también hay mucho en juego cada vez que uno coloca su papeleta en una urna, no estaría de más que cada votante antes de ir a votar hubiera pasado su examen de Constitución, cultura política general, y las ideas básicas de los programas de al menos los partidos con representación parlamentaria”, “No, no, no”, le contesté al oír esto, “las dos primeras cosas, las veo hasta incluso bien, pero lo del programa, serían los propios partidos los primeros en no proponerlo, ya que no sé si interesa mucho que la gente recuerde sus programas electorales”. “Pues más a mi favor”, contestó desde su jaula-escaño, “los políticos se verían más en la obligación de cumplirlos porque serían de uso público, y a los votantes no os vendría nada mal conocer qué es lo que votáis, porque la mayoría elegís a vuestros partidos como el que elige a un equipo de fútbol, por simpatía o antipatía, pero de conocer el programa poquito, ¿conoces a alguien que antes de votar te explique los pros del programa de su partido y los contras de los otros, o conoces a más gente que elige su papeleta argumentando que nunca votaría a los que hicieron no sé qué a su bisabuelo en la guerra, y expresiones de ese tipo que como poco se remontan a más de treinta años atrás?” , pues la verdad es que no le faltaba razón a mi endiablado pajarraco, pero como tampoco quería que sacara excesivo pecho, escurrí el bulto como pude y le contesté supongo que con cara de – ni yo me creo lo que digo – que, “bueno, cada vez hay más gente que se informa de las cosas y vota según sus convicciones propias, y si su partido no cumple con lo prometido, pues se lo recrimina, con el fin de que todos salgamos ganando”, por suerte creo que él estaba pensando tanto en lo siguiente que me iba a decir que ni siquiera escuchó la tontería que le había contestado, así que casi sin dejarme terminar continuó diciendo, “y siguiendo con esta forma de gobernar, las decisiones más importantes deberían ser consultadas a estos ciudadanos con el examen de votar aprobado. No haría falta montar la parafernalia de unas elecciones, pero sí hacer algo para que los gobiernos se sientan más vigilados, y sería un verdadero gobierno del pueblo, Cuando se ha votado a un partido tres años y medio antes puede ser que ya no siga contando con la confianza del pueblo, en mucho menos se pierde una amistad, un puesto de trabajo o se destroza una familia, luego no sé porqué un gobierno ha de tener márgenes de confianza de cuatro años. Por que lo entiendas mejor, Los mundiales y olimpiadas son cada cuatro años, y eso no significa que durante los cuatro años siguientes a tu triunfo seas indudablemente el mejor.”, “Hombre”, le dije yo, “gracias por bajar el nivel de la explicación y así facilitarme la comprensión”, pero volví a ser ignorado, lo que me hizo pensar que realmente la política vuelve un poco sordo al que en ella se mete, así que me siguió diciendo, “porque a los políticos les parece un tabú decir que el pueblo se equivoca en una elecciones, pero con lo vulnerables a influencias que sois los humanos y lo poco informados que a las votaciones os presentáis, podéis tener un día tonto y votar lo que no toca, y esto parece que da miedo hasta decirlo, no se puede decir que los votantes se han equivocado, es decir, que en vuestra vida cotidiana podéis ser unos tarugos, pero llegáis a las urnas y hay algo que os ilumina para que no os equivoquéis, además, según esto, ¿qué hace sino equivocarse el que no vota a la opción ganadora?”, “no sé”, le dije yo, “¿confundirse?”, “por ponerte un ejemplo que entiendas”, me dijo mi culta mascota, “si el año pasado hubieran hecho una votación para elegir el mejor equipo de fútbol de 2006, ¿tú crees que hubiera salido el Sevilla?”, “Seguro que no“, le contesté yo, “pero claro, el votante no se equivoca, ¿no?, pues aquí sí se hubieran equivocado por votar con el corazón y sin información”, tomo aliento y continuó diciéndome, “Y eso cuando vais a votar, que la mayoría de veces ni eso, si abstención fuera el nombre de un partido, sería casi siempre el de mayor representación”, “ya”, le dije yo, “pero no querrás obligar a la gente a que vaya a votar”, “obviamente no”, me respondió, “pero lo que es posible que hiciera este sistema es acercar más la política a la calle y obligaría a los políticos a realmente buscar no solo tu voto, sino que votes. Ahora les importa poco cuántos voten, lo importante es que si votan tres al menos dos votos sean para su opción”, “y qué solución propones tú desde tu jaula para eso”, le pregunté con curiosidad, a lo que él me contestó, “pues muy sencillo. Toda aquella votación que no consiga llevar a las urnas al menos a la mitad de los votantes se anula ya que está claro que lo votado o elegido no importa al electorado, o si importa, no han sabido hacérselo ver. Así que como decís vosotros, borrón y cuenta nueva”, “eso, y no hay más que hablar”, añadí yo con la esperanza de que realmente no hubiera más que hablar, pero sí lo había, ya lo creo que lo había, así que continuó, “y para elegir al partido ganador se tendría que hacer una segunda vuelta con sólo los partidos que hayan obtenido representación en como mínimo 2 de cada 3 provincias o simplemente contando los votos globales y superando un mínimo establecido”, en ese momento yo ya no sabía donde esconderme, aquel discurso me superaba y no veía la manera de huir de él, ‘el próximo día le pondré dibujos, o anuncios,’ pensé yo, todo menos el telediario, pero mientras yo pensaba la mejor manera de eludir su tormenta verbal, él seguía diciéndome, “Hay que hacer que siempre gane el más votado, pero que se sienta muy vigilado no sólo por la oposición sino también por el pueblo, piensa que al final lo que buscan todos los partidos es gobernar con mayoría absoluta que es una especie de gobierno totalitario más o menos enmascarado para hacer y deshacer sin tener a nadie que durante esos cuatro años le diga que no a nada. Según están ahora las cosas, hasta habría que pedir una fianza, como se hace con los alquileres de pisos, que garantizara que los gobiernos como poco dejar al país como se lo encontraron y nunca peor. Y otra cosa te he de decir”, pero ahí es ya donde no aguanté más, y en un arrebato de mala educación del que ahora me arrepiento, cogí los auriculares, me los puse con disimulo y le di al volumen a tope y me puse a oír música, mientras mi parlante ave seguía diciendo algo sobre listas abiertas, y no sé qué otras cosas de poner una señal al lado del nombre, etc., etc., etc.

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