Ludiguer - al loro - reconocimiento médico

Hoy he llegado del trabajo, he dado un beso a mi mujer como de costumbre y mientras daba otro al bebé le he enseñado un sobre que llevaba en la mano, “mira”, le he dicho a mi mujer, “¿sabes qué es?, los resultados del reconocimiento médico del trabajo. Los hemos recibido esta mañana”. Entonces mi mujer extendió la mano para coger el sobre al tiempo que me preguntaba, “¿Y cómo estás?”, pero casi sin darle tiempo a terminar la frase, salió mi loro al quite para decir, “será ¿cómo estabas?”. Me giré hacia él y le pregunté, “¿por qué ’estabas‘ y no ‘estás‘?”, y mi plumoso amigo adoptando ese gesto arrogante que adopta cuando entiende que tiene un as en la manga, o debajo del ala, o donde tengan los loros los ases escondidos, me preguntó, “¿cuándo te hicieron el reconocimiento?”, pensé un poco y le dije, “a finales de noviembre”, “y ¿a cuántos estamos hoy?”, siguió preguntando. Yo volví a pensar y le contesté, “no sé exactamente, pero a finales de enero, ¿no?”. Para entonces él ya estaba comiéndose una pipa con la satisfacción del jugador que sabe que sus cartas son las ganadoras, así que expulsó con altanería la piel de la pipa que se estaba comiendo, me miró y me dijo, “imagino que te habrán dado una relación detallada de lo que a tenor de tus resultados puedes o no comer durante estas Navidades pasadas, ¿no?, o casi mejor que te la den para las próximas ya que casi están a la misma distancia.”, “pero ¡qué exagerado eres!” le tuve que interrumpir, “¿te has fijado en las palabras que utilizan como eslogan?”, me dijo continuando con su interrogatorio, “sí,”, le dije yo, “prevención y salud, ¿no?”, y entonces él me miró y me dijo, “pues ahí tienes. Prevención. Ya que queríais haceros el reconocimiento antes de Navidades para saber hasta donde podían llegar vuestros excesos, pues ahí tienes, con once meses de antelación ya lo sabéis.”, y yo intentando pillarle sin respuesta le dije, “¿y salud?”, a lo que el volvió a poner la mirada del ganador y me dijo, “Salud, es la palabra que más han dicho ellos cada vez que brindaban con el mejor champaña comprado con el dinero que os cobraron al día siguiente de haceros el reconocimiento, y que ellos sí tuvieron antes de las Navidades pasadas, ¿me equivoco en algo?”, “pues no. No creo que te hayas equivocado en mucho. Sólo te ha faltado saber la marca del champaña y no te la voy a preguntar porque seguro que también la sabes”. En ese momento mi mujer nos interrumpió para volverme a preguntar, pero esta vez matizando para que nuestro loro no tuviera que corregirnos, “¿y qué pone en los resultados?”, “ah, pues nada.”, le contesté, “Si tenemos en cuenta que las dos primeras páginas son datos aportados por mí, y confiando en que el resto sean correctos, pues están bien. Todos los resultados han salido entre el máximo y el mínimo, no hay ninguno con anotaciones ni asteriscos”, “bueno”, continuó ella, “más vale así, aunque los resultados lleguen un poco tarde”, “sí”, le añadí, “lo único raro es que me pone que tengo sobrepeso”. En ese momento mi loro lanzó como un proyectil la pipa que se estaba comiendo y empezó a hacer unos sonidos raros mezcla de tos y risa a la vez que repetía, “¡sobrepeso!”, “pues eso he hecho yo también cuando lo he leído. Reírme. Como todos los años, en la oficina hemos vuelto a tener motivos para reírnos de los resultados”, le dije, y entonces me preguntó, “¿cuánto pone que pesas?”, “pues 78 Kg.”, le respondí, “pero hay que tener en cuenta que me pesaron con la ropa y los zapatos puestos, así que habrá que quitar algún gramo, ¿no?”, “¿y qué estatura te pone?”, siguió indagando. Yo me medio sonreí y le dije, “pues pone la que yo les dije, 1,76, ya que no me midieron”, entonces él se quedó pensando y dijo, “o sea, que te pesan con la ropa y los zapatos puestos y los bolsillos llenos de monedas y llaves; la estatura se la dices tú, y tienen el atrevimiento de decirte que padeces sobrepeso”, “pues algo así”, le contesté, “y ¿qué medidas vas a tomar para contrarrestar ese sobrepeso, ponerte a régimen o recaudar fondos para un medidor para la clínica y volver a ir a pesarte y medirte?”, “pues la verdad es que nada. No hacer caso y en paz”, le expliqué y continué diciéndole, “pero peor lo tiene un compañero que le han puesto que tiene cero pulsaciones”, “Es lo que traen las prisas. Como tú fuiste allí a reclamarlos y les habéis llamado varias veces para solicitarlos, les habéis obligado a precipitarse a la hora de emitir los informes, aunque no creas”, siguió diciéndome, “porque tu compañero sabe que tiene pulsaciones, más o menos, pero es seguro que tiene, pero imagina que fueras una de esas personas que tiene problemas de anorexia y que encima de que te se ves gorda sin estarlo, llega un médico que te pesa sin saber qué llevas en los bolsillos ni te descuenta el peso de la ropa, y se fía de la estatura que le dices, y va y te certifica que padeces sobrepeso. ¿No ha valorado nadie eso antes de entregar el informe?”, “entonces miré al loro y le dije, “mira, ya está la comida en la mesa, voy a darle la razón a mi informe”.

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