Ludiguer - al loro - sentados junto a este olivo

El otro día estaba tratando de ordenar uno de los muchos montones de papeles que tengo repartidos por toda la casa y separando los útiles de los totalmente inservibles, que suelen ser la inmensa mayoría, apareció entre anotaciones, letras, acordes y otras yerbas, un folio que me llamó la atención. Me paré a leerlo, y al momento mi alada mascota se percató de que algo me había hecho detener aquel ir y venir de papeles, así que no tardo en preguntarme, “¿Qué es eso?”, “Nada”, le dije, “un papel”, “ya sé que es un papel”, continuó diciendo mientras con pasos torpes se acercaba a los barrotes de la jaula, “pero, ¿Qué pone en él?”, “nada”, volví a decirle, “algo que escribí hace tres años más o menos”, “¿la letra de una canción?”, volvió a preguntarme mi amado loro desde su jaula, “No”, le conteste, “es algo que pretende ser una poesía”, y como no podía ser de otro modo, mientras se colgaba del techo de la jaula empezó a exigirme, “léemela”, “No”, le conteste, “no me apetece hurgar en heridas y pasar un mal rato. Además, nadie la ha leído nunca ni sabe de su existencia más que yo”, “Entonces”, replicó él bajando del techo, “¿Para qué la escribiste?”, “Pues para lo mismo que escribo otras cosas”, le expliqué yo, “porque el escribirlas ya sea en forma de letra para una canción o en forma de poesía parece que haga que me sienta mejor”, “pues si la leyeras en voz alta seguro que aún te sentías mejor”, añadió mi multicolor amigo, “¿Tú crees?”, le pregunté, “seguro”, me confirmó el mientras ponía cara expectante. Así que me lo pensé por un momento y decidí hacerle caso a mi ave favorita, mientras algo dentro me decía que si ya es de locos hablar con un loro, hacerle caso debía ser lo peor, pero pensé que por probar nada perdía, así que le dije, “Te la voy a leer. Pero cuando termine no hagas ningún comentario sobre ella. No quiero saber si es buena, mala o regular. Es como es y no puede ser de otra manera. Refleja lo que en un momento de mi vida fluía desde el corazón al cerebro”, “de acuerdo”, me dijo él, “tú lee y yo ya veré luego lo que hago”, así que tome el folio y empecé a leer: “Sentados junto a este olivo Que une mi alegría y pena Lucen bajo un sol vivo Flores, el amor, mi nena. Sentados junto a este olivo Jugando con tu melena Mi temor se mostró esquivo Con tu mirada serena. Sentados junto a este olivo Mi voz rompió sus cadenas Y lo que ayer fue nocivo Hoy es sangre por mis venas. Sentados junto a este olivo Del que fluye paz eterna Cerrando los ojos revivo Días de una época tierna. Sentados junto a este olivo Y completando la terna Imagino el rostro expresivo De nuestra princesa en su almena Sentados junto a este olivo Del que brota alegría y pena Brillan como el sol más vivo Mi mujer y el amor a nuestra nena.” Al terminar el se quedó callado como unos 30 segundos y luego me dijo, “está dedicada a vu…”, “Sí”, le interrumpí yo mientras cogía todos los papeles rotos y arrugados que había por la mesa, los metía en una bolsa y una vez recogidos todos le dije sin levantar la cabeza, “bajo a tirar todos estos papeles y subo en un minuto”.

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