Ludiguer - al loro - superiores inferiores
Hace un par de noches nos reunimos seis o siete personas para cenar en casa, y como es normal, se habló y bromeó de todo tipo de cosas, la mayoría sin importancia y el resto irrelevantes, y no sé si incluido en el primer grupo o en el segundo, creo que hablamos de cosas de trabajo, bueno, creo no, hablamos, porque cuando todos se habían marchado, y mientras aseábamos un poco el salón antes de irnos a dormir, mi siempre observador loro me preguntó, “¿Yo soy el superior de alguien?”, “no sé”, le contesté, “¿Tienes algún empleado a tu cargo?”, “que yo sepa, no”, me contestó, “pues entonces será que no”, le aclaré a lo que él me dijo aliviado, “¡Uff, menos mal!. ¡Vaya peso que me quitas de encima!”, “¿Y por qué te quito ese peso?”, le pregunté con curiosidad, “pues porque con todo lo que he oído contar de ellos, no sé si quiero serlo”, contestó. “!Ah!, pero eso es normal entre los humanos, la mitad tenemos que hablar de la otra mitad”, le aclaré, y luego seguí explicándole, “y si encima en el punto de mira hay un jefe, pues parece que aún se motiva más la gente, y como tarde o temprano siempre aparece uno... Por muy arriba que estés, casi siempre tienes a alguien por encima de ti, (salvo excepciones, en sentido figurado), y eso nos suele fastidiar bastante a los humanos”, “¿pero sólo por eso ya es motivo suficiente para que los censuréis de ese modo?”, me pregunto extrañado, “no”, le aclaré, “en realidad no es sólo por eso. Eso ayuda, pero no hay que olvidar que uno satiriza por la espalda ya que no puede desaprobar a la cara”, “¿pero qué hace a un superior tan atractivo a la hora de elegirlo como blanco de críticas?”, me siguió preguntado mi multicolor mascota mientras nos veía llevando platos y vasos a la cocina, “pues en principio porque nos suele decir que al menos durante ocho horas al día hagamos cosas que no nos apetece mucho hacer y que no hagamos las que sí nos apetecen, y a veces no es problema de quien te lo mande, sino de lo mandado en sí, pero como no podemos descargar nuestra ira contra una labor, la enfocamos hacia quien nos la manda hacer, es decir, aquello de matar al mensajero”, le aclaré por encima, “de eso se suele componer el trabajo, pero otras veces sí que es algo que depende total y absolutamente del superior”, me paré a pensar por un momento y le dije, “si quieres, y según mi experiencia, podemos establecer una clasificación de superiores según sus méritos para ser criticados, independientemente de lo que nos manden o no hacer”, “¿y como sería esa clasificación?”, me preguntó mi loro con impaciencia, “pues si los dividimos en grupos más puros, aunque luego los hay que están mezclados y tienen un poco de varios, empezando por el final, yo pondría a aquel que es superior porque sus conocimientos le han colocado ahí pues suelen empezar desde muy abajo. Es consciente de lo que sabe y de lo que no sabe, y no le importa ni demostrar lo primero ni admitir lo segundo. Como superior que es, a veces tiene que tomar medidas poco populares, con las que se puede estar de acuerdo o no, pero al menos es coherente con lo que dice y hace y no tiene ningún reparo en salir de su despacho y confundiéndose, laboralmente hablando, con el resto de los empleados. Mientras hay trabajo, él está allí. No hay temas tabú, ni miedos a comentar cosas, es decir, es uno más, pero con más conocimientos y mayor responsabilidad”, entonces mi loro se quedó mirándome fijamente y me dijo, “pero no es de esto de lo que hablábamos antes. ¿Qué hay ahí que criticar?, por lo que yo he oído antes, esto no existe, ¿no?”, y entonces yo le aclaré, “hombre, ahí no hay mucho que criticar, pero si estamos haciendo una clasificación, pues habrá que nombrar a todos los grupos existentes, porque éste también existe, en muy limitadas dosis y en vías de extinción, pero existe, y lo tendré que nombrar, ¿no crees?, pero déjame seguir, porque de los demás grupos también te puedo hablar por experiencia”, así que seguí con mi enumeración, “el siguiente grupo podría ser el de los superiores que están ahí no se sabe muy bien por qué y que aún teniendo buena voluntad, no terminan de acertar, y deben su éxito al grupo que los respalda”, “¿y a éstos qué se les critica?”, me pregunto mi alado amigo, “pues a éstos se les suele criticar que cobren más que uno y tengan privilegios que uno no tiene cuando es uno el que saca las castañas del fuego”, “pero por otro lado, y como con los compañeros no se porta mal, pues sabe mal enfrentarse a él ¿no?”, añadió desde el techo de su jaula, “pues eso, y ahí lo criticable son sus meteduras de pata producidas por la ignorancia, y en ocasiones su interés por eludir responsabilidades, por decirlo de una manera suave. Y puestos a hacer una división exacta, aquí podría haber un subgrupo formado por aquellos que en su día llegaron al puesto por méritos, pero ahora la tecnología les ha superado y no se han adaptado a su entorno”, “sí”, añadió mi loro, “pero insisto en que aún no veo motivo para decir lo que decíais antes”, “bueno, ten paciencia”, le sugerí, para continuar con mi exposición, “El tercer nivel lo ocuparían aquellos superiores que pudiendo pertenecer al grupo anterior por haberse visto superados por el entorno, no pertenecen, porque no asumen que las cosas no son como eran, y que hoy en día la pulsación de una tecla hace tanto como antes la escritura de veinte folios, y pese a tener la capacidad de adaptarse a poco que se esfuercen, prefieren que sea el mundo quien se siga adaptando a ellos. Su principal punto de crítica es que no vean o no quieran ver que la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos, y que no comprendan que uno podría estar cuatro horas leyendo la prensa y una trabajando, para llegar al mismo sitio que ellos trabajando esas mismas cinco horas al 110%, valoran más la cantidad de horas trabajadas que la calidad de éstas, y no comprenden que lo importante es saber qué tornillo hay que apretar y no estar horas y horas probando tornillos hasta encontrar el adecuado, como dice ese texto que circula por la red”. “Ahora sí”, dijo mi mascota entusiasmada, “esto ya está más en la línea de lo que hablabais antes, ¿te queda algún otro grupo?”, por supuesto le contesté yo, “nos queda el grupo criticable entre los criticables”, “¿y en qué consiste?, o ¿lo criticamos antes de definirlo?”, propuso mi multicolor ave antes de que yo hablara”, “No”, le conteste, “primero te cuento sus características y luego yo me voy a dormir y tú te quedas aquí criticándolo si quieres, pero en silencio. Según mi opinión, el último grupo estaría formado por los superiores inferiores, pues jerárquicamente siguen estando arriba, pero sus méritos laborales y humanos les sitúan muy por debajo de cualquiera. Aquellos que tuvieron su momento de gloria y ya no lo tienen, pero aún poseen el poder suficiente para marcar las directrices, con lo cual y a diferencia de los anteriores, su principal idea no es que todo se haga como siempre se ha hecho, sino que viendo peligrar como ven su puesto y situación, su misión es crear procesos y procedimientos lentos, complicados y confusos bien sean informáticos, bien sean físicos ocultando tras éstos y una pantalla de prepotencia y soberbia su ignorancia, dando la información justa de éstos para que los demás sepan lo menos posible de esas telas de araña y laberintos que crean, y asegurándose con cada nuevo procedimiento de que su marcha de la empresa siempre suponga el tirar abajo todo el proceso existente y partir de cero, lo cual hace casi inviable su destitución, y así consigue eternizarse en su puesto, ya que no suele haber nadie con el suficiente arrojo para hacer un cambio tan sumamente drástico. Y ahora ya si quieres te quedas aquí en silencio criticando a diestro y siniestro”, le di las buenas noches, puse el capuchón a su jaula, apagué la luz y me fui a acostar.