Ludiguer-Un mayo en la vida-Capítulo 04

Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 04

Martes 7 de mayo, 9:17. Lewis se acercaba a la puerta de la oficina de empleo mientras observaba que por el lado de acera que había al otro lado de la puerta también llegaba con sus característicos pasos rápidos y sonoros el ya conocido Mr. Marth, así que se rezagó para que éste, que aparentemente tenía prisa, entrara a la oficina a toda velocidad, no sin antes apagar su cigarrillo, y detrás y a un paso más normal, lo hizo él, para como de costumbre sentarse en la sala de espera. Pero ese día y puesto que el mobiliario ya no tenía mucho más que ver, pensó que quizá sería interesante analizar a los personajes de la oficina, y por eso hoy tocaría fijarse en Mr. Marth, cuyo despacho estaba situado en uno de los extremos de la sala, pues fue allí donde entró, así que una vez en ella buscó la silla con la mejor visión y desde allí observó a su nuevo amigo desempeñar su trabajo, o lo que él hiciera. Y lo primero que vio es que era una especie de tradición el pasar al menos la primera hora de su jornada laboral con las gafas de sol puestas, lo cual, en realidad hacía más por despiste que por otra cosa, y lo segundo es que constantemente devoraba un cigarrillo de plástico, bien mientras aporreaba las teclas del amarillento teclado de su amarillento ordenador situado en su amarillenta mesa bajo el amarillento techo y al lado de las amarillentas persianas, que descansaban sobre pilas de amarillentos expedientes junto a una amarillenta cristalera fruto todo ello de los tiempos en los que se podía fumar en los puestos de trabajo o bien cuando salía de su despacho con vertiginosos pasos rumbo hacia la fotocopiadora, el fax o la mesa de algún otro compañero como si fuera un artificiero al que tan sólo le queda un segundo para que le estalle la bomba en las manos, y ya no digo nada de la velocidad que podía llegar a alcanzar si a donde le llevaban sus pasos era a la calle a fumarse un verdadero cigarro de tabaco. Sus paseos y entradas y salidas de su despacho eran constantes. Salía con un folio en dirección al fax, y al llegar allí se daba cuenta de que no se acordaba del número al que había que enviarlo, así que marcha atrás a toda velocidad a su despacho a por la agenda, pero al volver al fax se daba cuenta de que había olvidado el documento en su mesa, así que nueva carrera a su despacho para al fin y tras varios intentos hacer coincidir la máquina de fax, él, el documento y el número del destinatario, y es entonces cuando por fin consigue mandar el fax, pero hay algo que merece una atención especial pues no puede ser que esté viendo lo que cree que está viendo, tras mandar el fax una vez, lo repite una segunda y hasta una tercera, y lo hace con un solo botón, pues está utilizando el botón de rellamada, lo cual tiene una explicación que más tarde conoció, y es que ese fax iba dirigido a tres personas diferentes en la misma empresa, y por eso se mandaba tres veces, lo que llevó a Lewis a preguntarse que entonces el término, con copia, para qué servía, y que menos mal que los cien mil hijos de San Luis no son clientes suyos, porque de serlo, notificarles algo podría ser muy costoso tanto en tiempo como en dinero, pero eso ya no lo averiguó pues Frank Marth, que así es como se llama su objetivo de hoy, salió huyendo con una de sus carreras y no se lo aclaró, de modo que entre carrera y carrera, vocerío y poco más digno de destacar, el reloj llegó a la una, hora en la que Lewis decidió que era el momento de regresar al hogar, pues ese día se había agotado de ver correr a los demás.

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