Ludiguer-Un mayo en la vida-Capítulo 18

Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 18

Lunes 27 de mayo. Aunque no vio que nadie avisara el viernes al técnico del aire acondicionado, hoy Lewis llega a la oficina de empleo con la esperanza de que alguien lo arregle de una vez, pues empieza a ser muy desagradable pasar la mañana en la oficina, así que cruza la puerta y ya al entrar nota que había algo diferente en la temperatura, y es que gracias a que durante todo el fin de semana la oficina estuvo sin ventilar, el calor húmedo llega casi hasta la calle, así que con la idea de “¡vaya día me espera!”, se sienta en una silla cercana al ventilador, desde donde oye que ya Albert y John hablan de la jornada deportiva del fin de semana que acaba de concluir y de si sus predicciones del viernes se cumplieron o no, cuando en ese momento la conversación fue interrumpida por una llamada que le pasaron a Albert, lo que le dio a Lewis la oportunidad de darse cuenta de algo que hasta ahora le había pasado desapercibido o es que hasta ahora no había existido, y es que por unos altavoces que hay instalados en el techo se oye música, y aunque al principio ésta parece que le ameniza su estancia, pronto se da cuenta que hay algo en ella que le está poniendo cada vez más nervioso. En principio sólo se oyen voces cantando notas que suben y bajan y vuelven a subir, lo que le recuerda a algún tipo de canción popular o alguna copla, pero pasadas unas cuantas canciones se da cuenta de que también hay música, pero algo no es normal y no sabe qué, lo cual le intriga y hace prestar más atención, hasta que pasado un largo rato de atenta escucha se da cuenta que como consecuencia de la manera en la que se han instalado los altavoces, él sólo oye una parte de la canción, pues la música se oye en estéreo, y una vía va por encima de donde él está sentado, pero la otra vía transcurre en paralelo a ésta, pero en el otro extremo de la sala, así que él sólo oye lo que sería la música del altavoz derecho y esporádicamente la del izquierdo, cuando el derecho baja de volumen. Además no parece que este tipo de música sea la más adecuada para trabajar, pues tal y como le había parecido al principio, se trata de folklore del país, y es evidente que desconcentra más que otra cosa, lo cual se confirma cuando Irma dice al aire que si no hay manera de evitar esa música que le está poniendo nerviosa, comentario al que pronto se une Ann Bellyache, siempre pendiente de todo evento extra laboral, y entre John y Albert le recuerdan que la música que seleccionan en la recepción del edifico se oye en todas las oficinas, así que su única elección es oírla o no, pero no lo que en ella se oye, lo cual hace a Irma levantarse hasta donde está el interruptor y acabar con aquella tortura sicológica añadida a la física del calor húmedo. Ahora ya sin la música, Lewis se da cuenta de que se está algo mejor, si bien es cierto que la tranquilidad no es total pues las eternas conversaciones elevadas de volumen de Joe, quien sigue en la oficina sin cumplir sus proyectos, continúan rompiendo el silencio, pero si es cierto que en algo se ha mejorado. Y es este silencio el que le permite oír otro de los episodios surrealistas que en esa oficina suelen acontecer, pues minutos más tarde llegó por la oficina quien Lewis entendía que era el mensajero oficial de la empresa, ya que su presencia en ella era bastante frecuente con documentos que traía y documentos que se llevaba, y en ese día, Lewis oyó como Albert le pedía que unos documentos que había llevado a un sitio con anterioridad no eran correctos, así que debía volver allí con unos documentos correctos y recuperar los erróneos, y de ahí volver a la oficina ya que una cosa que había recogido el día anterior la debía devolver, y un par de encargos más, a lo que el mensajero algo contrariado le respondió que a ver si se aclaraban ya que le llevaban todo el día de un sitio para otro. Lewis pensaba que o no había oído lo que creía haber oído, o aquel joven no era el mensajero, pero realmente estaba en lo cierto, de otro modo, Albert no le hubiera contestado que en eso constaba la tarea de un mensajero, en ir de un sitio a otro y cobrar por ello, cosa con la que Lewis estaba totalmente de acuerdo, y mientras dudaba entre si escribir algo del mensajero o no, cayó en la cuenta de que a estas alturas aún desconocía su nombre, pues cierto es que en la oficina todos le llamaban 1001, pero era obvio que ese no era su nombre, ni tampoco sabía de qué le venía, pero conociendo la especial habilidad que algunos miembros de la oficina tienen para colocar apodos a la gente, o en el mejor de los casos tal y como ellos mismos definen, los hay que por el mismo precio se llevan el dosier completo, que está compuesto según jocosamente aclaran de apodo y canción, los cuales la mayoría de las veces, Lewis reconoce que le hacen al menos sonreír, pues es cierto que se les nota que tienen una gran maestría en encontrar una canción a la que cambiándole un poco la letra, y a veces mezclando palabras de varios idiomas, venga al pelo con la situación o con la fisonomía de la persona, y así tienen apodos como el de un transportista que charla mucho, al que llaman Charlie, pero como además siempre está de mal humor, pues él es Charlie Frown, y no es necesario decir cual es la canción de su amigo Charlie Frown, por supuesto un expediente es un file, y si ese expediente supone un problema, es un marrón, pero para ellos en un Brown, quien lleva los browns es el brown department con una sicodélica canción que dice algo así como “brown department” a lo que el coro replica, “shalaa lalalala”, parodiando la canción de the Mamas & the Papas y el que recibe un brown canta aquello de “brown file on my desk” a lo que el coro le acompaña diciendo, “tralaralala”. Uno de sus proveedores es un hombre al que Lewis vio un día, que aparentemente siempre va a la oficina porque le viene de paso a algún otro lugar, y es alguien totalmente neutro de aquellos que dan la mano flácida al saludarte, y éste es -el hombre gris- o también, -the charmless man- y por supuesto su himno es la canción de Blur de igual nombre. Otro mensajero que también frecuenta el lugar es -the smiling man- debido a las sonrisas que dedicaba a Sara cada vez que la veía. Un cliente que siempre está pidiendo que le bajen los precios con malas artes y peor estilo es Buitraker, alguien cuyos olores naturales están más cerca del mundo porcino que del humano es Tuffy, el encargado del mantenimiento de los ordenadores, que es un poco fino se le conoce como Maimousin (Mimosín con acento sajón) y el estribillo de su canción dice algo así como Bring back, bring back o bring back Maimousin to me, y si alguien cree estar tan iluminado que desde lo alto de su montaña ver el mundo desde su perspectiva, se le canta it’s my mountain and I see what I want to, see what I want to, see what I want to, you would see it too if it belonged to you, las cosas rápidas se hacen shitting milks, cuando una silla se deteriora de tal modo que le sobresale un tornillo mas o menos en el centro del asiento es una manmaker chair, y luego se les oye hablar también de Muzzy, a piece of Fermin, the real bacon man, Forrest, Pop eye’s wife, la Keli, sea and asshole o Mary asshole, y algunos compuestos por vocablos irrepetibles en horario infantil, pero que no dejaban de tener su gracia. Resumiendo, que se podía escribir todo un libro con todas las canciones que por allí sonarban, y tanto impactaron al propio Lewis, que hasta un día decidió llevarse una grabadora de bolsillo y grabar una de sus canciones la cual llamaron The blowjob y que iba dedicada a lo que ellos definían como una iluminación de las muchas que tenía el irresponsable de informática de la compañía que aparentemente un día se levantó inspirado y les obligo a todos a utilizar una total inutilidad de programa de la que él desde su ignorancia y debilidad mental se sentía orgulloso al que llamó Workflow pero que John rápidamente rebautizó como Blowjob, que para los no conocedores del idioma de las islas británicas, es un trabajo bucal de dudosa reputación. Canción que pueden oír en http://ludiguer.hispasonicos.com buscando el mp3 llamado The Workflow y en el que se oyen las voces reales de Jane, Albert y John cantándola tal y como Lewis la grabó, siendo este último el autor de la letra y el resto de los arreglos, arreglos y coros que por cierto están interpretados a destiempo con toda la intención del mundo pues el programa y su autor no se merecían mucho más. Así que recordando estos momentos, y no esperando ya mucho más de la mañana, Lewis dejó que el reloj corriera hasta algo más tarde de la una, momento en el que separó su sudorosa espalda del respaldo de la silla con la que había compartido la mañana y cogió el camino de su casa, pensando en que él no lo había pasado mal del todo pues seguro que lo habían pasado peor las cinco personas que se habían golpeado contra el maravilloso adorno adquirido días antes por James.

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