Noche de cacería
El sonido de la música era bastante alto, para los finos y delicados oídos de Ray, un vampiro homosexual, al que le gustaba cazar humanos tersos y frondosos como si fuesen puros de verdad.
Había tenido mala suerte durante cinco noches, ya que Ray a diferencia de otros vampiros era dócil y cariñoso, pequeño problema para los de su especie, porque era más difícil él poderse alimentar y a causa de esto lucía muchísimo más delgado que cualquiera que presuma de serlo.
Su progenitor, era todavía recordado por Ray, ya que cuando estaba vivo era el que se encargaba de hacer presas de los humanos, para su sustento y deseos de lujuria, nunca lo olvidaría ya que había sido el amor de su vida; pero todavía Ray siente pánico cuando recuerda la desgracia de Salermo, como si acabara de suceder la desgracia de aquel vampiro tan arrogante y depravado que nunca pudo medir los límites para sus orgías, en donde una noche perdió la noción del tiempo y sin percatarse fue víctima del sol, en aquel amanecer radiante que se encargó de dejar cenizas de aquel vampiro cruel, vanidoso y engreído progenitor. Ray recordaba las palabras de Salermo siempre le dijo, que será de ti cuando yo no este para proveerte, pero esas palabras eran extrañas todavía a casi 300 años de su muerte en donde Ray había sobrevivido en la soledad, sin embargo; sabia que en cualquier momento se acercaría alguien para poderse alimentar, ya que cuando fue creado sólo tenía 18 años y con su apariencia juvenil, delicada e inocente siempre era deseado por algún otro homosexual que imaginaba de manera equivocada que Ray era delicado pasando a ser víctima, en casos como este fingía demencia y si ya se estaba haciendo tarde aceptaba a cualquiera para saciar su voracidad.
Siempre se tomaba la pose de inexperto haciéndose a desear, así fue como en su distracción se acercó Andrés con una gran sonrisa, invitándolo a bailar, Ray por su hambre encantado salió lamiendo sus carnosos labios, al compás de la música Rave empezaron a moverse acercándose el uno al otro de manera sensual, peligrosa y atrevida, platicándose al oído. Todo iba a pedir de boca, cada vez rozaban más cerca los cuerpos de ambos, sintiéndose tremendamente excitados y deseosos de poseer sus cuerpos desnudos en una pasión desenfrenada.
Después de un par de horas de mucha agitación, Andrés le murmuró a Ray en el oído para invitarlo a su cabaña situada en las afueras de la ciudad, como si Ray fuese tímido dudó por unos instantes, para después aceptar, en donde Andrés hizo varios intentos para lograr convencerlo.
Se decidieron a salir de aquel antro gay, para dirigirse en el auto de Andrés, un Toyota deportivo rojo, que hacía juego con sus jugosos labios.
Andrés le platicó en el camino a Ray que era funcionario público, pero en sus noches de destrampe, acudía a lugares donde podía comportarse de manera natural sin preocuparse, era una plática errática, ya que en sus venas corría el elixir embriagador de las copas de un fino Bourdeaux 72, pero eso no importaba porque iban deseosos de otros placeres nada que ver con hablar, solo gemir como si se tratara de dos bestias voraces hambrientas de lujuria.
Al tomar una desviación, por un camino empedrado llegaron a una brecha por la cual atravesaron por un bosque espeso que a la luz de la luna daba una apariencia mágica y misteriosa, a lo lejos se podía apreciar una hermosa cabaña, llegaron hasta ahí, Andrés descendió del auto y con un gesto gentil le abrió la portezuela, tomando el brazo de Ray tan delicadamente que sintió mayor deseo de beber su sangre, se dirigieron al interior en donde Ray pudo admirar la lujosa decoración. Andrés se dirigió a encender la chimenea pues el vaho helado de la noche creaba una sensación de escalofrío, se acercaron de manera sensual, para entregarse en un beso apasionado donde sus lenguas se enredaban como si fueran víboras, perdiéndose una con la otra y con desesperación y desenfreno comenzaron a rasgar sus ropas, hasta quedar desnudos rompiendo cualquier protocolo, entre caricias y ese gran acercamiento sentían como sus penes erectos chocaban en un duelo como espadas siniestras.
Entre tanta hambre y desesperación de deseo, Ray empezó a morder esa lengua rosada tan vigorosa de Andrés y de un solo mordisco jaló para arrancarla, tragándosela mientras brotaba la sangre de ese beso infernal clavó una de sus garras en el ano de Andrés provocando que brotara todo ese semen blanquesino batiendo el pene y vello púbico de Ray, estremeciéndose de manera formidable por no ser tan cruel y darle un inmenso placer a Andrés el cual entre pánico y sorpresa se veía indefenso ante el ataque, con la mano que Ray tenía libre rasgó todo el pecho abriendo zanja para tocar ese corazón carnoso, jugoso y delicioso, el cual arrancó dejando de Andrés un cadáver que pagaba el tributo de la noche de cacería de Ray, que después de saciar su voraz hambre, salió satisfecho de la cabaña para dirigirse a Paso lento por ese bosque dirigiéndose a su lugar de descanso recordando con una lágrima roja que escurría por su ojo izquierdo a Salermo su progenitor, murmurando entre sus labios ensangrentados ...te amo.