Ogg, MP3, DRM, ¿vale la pena luchar?
Glyn Moody
Recientemente, Richard Stallman ha construido sobre el éxito de sus ideas un floreciente ecosistema alrededor del Software Libre, utilizándose para combatir asuntos importantes. Estos incluyen la lucha contra DRM —«Digital Restrictions Management» como el propio Stallman lo llama— mediante la campaña DefectiveByDesign, o la batalla contra Microsoft Vista con la iniciativa BadVista.
Se trata sin duda de buenas noticias: DRM emerge como uno de los últimos grandes obstáculos contra el uso extendido del Software Libre, y Microsoft Vista representa un gran empujón al uso del DRM —hasta el punto de que Vista ha llegado a ser memorablemente descrito como una «infección DRM enmascarando un sistema operativo»—. Pero hay otra campaña que la Free Software Foundation ha lanzado recientemente sobre la que estoy menos seguro. Se llama Play Ogg.
«Aunque el formato MP3 ha llegado a ser muy común, cada vez que un distribuidor vende o regala música codificada como MP3, es responsable de pagar una cuota a los propietarios de las patentes sobre el MP3. Estas patentes son también un inconveniente para los desarrolladores que escriben software que ha de funcionar con MP3. Por el contrario, la especificación de Ogg Vorbis está en el dominio público, así que cualquiera puede utilizar el formato o escribir software que lo soporta sin depender del permiso de un propietario de patentes.»
Debería declararse inmediatamente que Ogg Vorbis es genial, tecnología de primera haciendo las cosas que debe de la forma correcta. De aquí que mis dudas sobre esta campaña no tengan nada que ver con debilidad alguna en Ogg. Es sólo que me pregunto si este es un tema sobre el cual el mundo alrededor del Software Libre debería emplear muchas de sus energías, o hay cuestiones más urgentes. Mientras que el DRM y las patentes sobre el software, por ejemplo, son manifiesta e inequivocamete malas para el Software Libre —debe escribirse «para todo el mundo»— este no parece ser el caso del formato MP3.
Muchos argumentarían que la tecnología MP3 es inferior a Ogg Vorbis. Quizás. Pero es lo suficientemente buena para la gran mayoría de usuarios. La diferencia en calidad de sonido, si la hay, no parece un argumento suficiente para imponer a la mayoría de los usuarios cambiar a Ogg.
Más seria es la cuestión de las patentes. Todo este asunto es ciertamente un lío memorable. Pero las buenas noticias son que las patentes sobre el MP3 caducan muy pronto, posiblemente en 2011. Si la campaña Play Ogg hubiese empezado varios años antes, sería más empático: Dado que el problema va a desaparecer en el futuro cercano, parece ser demasiado tarde para empezar a preocuparse por ello, habida cuenta que cualquier campaña similar tarda mucho tiempo en generar apoyos.
La razón final por la que el esfuerzo Play Ogg no es realmente necesario es porque en el código LGPL que es LAME tenemos posiblemente el mejor codificador de todo el tinglado, y uno cuya existencia parece tolerada por los propietarios de las patentes. Así que siempre que a estos últimos no se les cruce el cable y empiecen a llevar a juicio a cualquiera que se les cruce por delante durante los últimos años de validez de las patentes —por otra parte una posibilidad que existe—, este no es un caso donde se le prohíbe al usuario de Software Libre el uso de una tecnología licenciada.
Así pues, por todos los medios, utilícese y mejórese Ogg; reclámese mejor soporte por parte de los fabricantes de reproductores de música y de los vendedores de la misma en formato comprimido. Pero no perdamos de vista las verdaderas amenazas al Software Libre —patentes sobre el software y DRM— no nos distraigamos de la larga y dura lucha que será necesaria para vencerlas.