Oidualk, Capitulo II: La casa en las afueras

- ¡Jooder!, pedazo de chozas. ¿Son de diseño orgánico? ¡La gentuza que debe vivir aquí...! - exclamó Zuir mirando hacia los lados mientras conducía.

- Mira al frente, que te vas a salir, ya tendrás tiempo de verlas. Además, tiene que ser aquí, en una de estas. Estás de suerte, vas a verlas por dentro.

- ¡Qué cabrones! ¿Te imaginas vivir aquí? Jacuzzi, piscina, interior translucido, olor a marihuana en la madera del pasamanos. Estas casas están diseñadas para hacerte feliz aunque tú no quieras. Y mira que cochazos, ese Mitshubutshi tiene novecientos cavallos de potencia, y lo mejor, puedes estrellarte a trescientos kilometros por hora y ni lo notas: tiene un habitáculo indeformable de estructura de tela de araña. Yo lo flipo solo de mirarlo, ¿te imaginas como sería conducirlo?

- Prefiero no saberlo, así me ahorro el maltrago de darme cuenta de que nunca lo vamos a conducir. Vale más de lo que ganaremos en toda nuestra vida. Mira aquí es, gira.

Zuir giró lentamente y se detuvo mientras Oidualk enseñaba la placa al escaner del policía que había en la entrada de la casa. La verja estaba abierta, y la casa no se alcanzaba a ver desde allí, porque el gran jardín estaba lleno de cipreses, pinos y demás plantas. Desde que la jardinería se había puesto de moda, muchos garrulos corta céspedes se habían convertido en artístas, creyendose la reencarnación de Miguel Angel Buonarotti. Les invitaban a programas, ganaban el Nobel de la Paz y abrían cuentas de alto rendimiento en los bancos. El policía le dió el visto bueno levantando su pulgar. Zuir siguió conduciendo lentamente por el asfalto de color rojo.

- Fíjate que jardín. El otro día escuché que un tipo había adaptado un césped genéticamente para que creciera formando un cuadro de Van Gohg. Daba igual como de grande fuera la superficie donde plantara el cesped, acababa cogiendo la forma del cuadro. Lo comercializarán el año que viene.

- Pues en mi casa no podré ponerlo, una lástima. A no ser que lo ponga junto al moho que crece por la fachada...

- No te quejes de apartamento. Yo no me quejo, y el que no se debería quejar era este tío, ¿has visto que casa? - una espécie de montículo de colores en forma de cono componía el cuerpo principal de la casa. Un coche de lujo estaba aparcado en la puerta, junto a varios coches patrulla. Aparcaron salieron del coche, acercandose al cono, que parecía ser cada vez más grande.

- Hola, soy el agente Chaves, pasen al interior.

El el interior del cono entraba una luz tenue y agradable de todos sitios, como la luz en los días de lluvia, había un poco más de humedad y frescor y se resaltaban mejor todos los colores.

- Joder, esta casa es impesionante - dijo Zuir mirando hacia arriba.

- ¿La luz entra por las paredes? - preguntó Oidualk al agente Chaves.

- Sí, lo se, parece increíble porque es de noche. Pero lo más impresionante está en el dormitorio principal, por las escaleras, siganme.

Subieron una especie de escalera de caracol, que daba al dormitorio. En el centro del gran recinto que era el dormitorio había una cama redonda. Dentro, la silueta del cadaver se intuía bajo la sabana térmica.

- Lo han encontrado unos parientes que venían de visita, como no abrían y tenían llave decidieron entrar. El psicólogo les está atendiendo ahora. Preguntadle a Martin, el forense, ha estado trasteandolo todo.

- Sí, le conocemos, gracias.

- Bueno, estaré abajo si me necesitan - dijo el agente Chaves saliendo de allí.

- ¡Qué hay, nenes! - les llamó Martin.

- Por lo que parece mucho trabajo - indico Zuir.

- No lo sabes bien - Martin retiró la manta y apareció el cadaver.

- Amputación de brazos y piernas de forma quirurjica, pero estamos buscando en los archivos del hospital, porque por las cicatrices diría que es cosa de hace unas dos semanas. Lleva muerto unas seis horas. Le abrieron el vientre y le ahogaron con los instentinos, metiéndoselos en la boca.

- ¡Joder, que clase de cabrón...! - Zuir apartó la mirada.

- Una hermana suya y el marido habían venido a visitarle, nadie abría así que entraron... - siguió Martin.

- Si, ya nos lo ha contado Chaves. ¿De quien se trata?

- Alfred Steven Lee, es una especie de telepredicador, tenía un programa en la televisión, la gente le enviaba donativos y el se pagaba una casa con paredes con memoria lumínica.

- ¿El movil?

- Dímelo tú, yo solo puedo determinar la causa de la muerte. Pero parece que no ha sido un robo.

- ¿Vivía alguien con él?

- Preguntale a Chaves, todavía no ha interrogado a los testigos, ya que después del shock, el psicologo ha desaconsejado hacerlo de momento.

- Vale Martin, vamos a registrar la casa.

-Seguiré con lo mio, cuando le haga la autopsia os paso el informe.

Bajaron otra vez al interior del cono. Desde una puerta se veía al psicólogo y a dos personas, un hombre y una mujer, la mujer lloraba desconsolada. Se acercaron.

- Hola, soy Charlie, el psicologo.

- Agentes Zuir y Oidualk.

- Esperenme un momento, voy a hablar con estos señores -le dijo a la mujer y a su marido, saliedo de la habitación.

- ¿Si?

- ¿Como se encuentran?

- Mal, la mujer tiene un shock post traumatico, no aconsejo su interrogatorio. El hombre parece encontrarse mejor. Pueden interrogarle, pero no mucho tiempo, no conviene separarles.

- Vale, perfecto, nos llevará cinco minutos.

El Psicólogo volvió a entrar y habló con el marido, que salió inmediatamente.

- ¿En qué puedo ayudarles?

- Señor...

- King, Oswald King.

- Señor King, es usted el cuñado del señor Lee, ¿verdad?

- Si, mi mujer es su hermana Agatha.

- Bien, ¿venían mucho por aquí?

- No, cada cierto tiempo, en navidades, ya sabe. Hoy vinimos para darle una sorpresa.

- ¿una sorpresa?

- sí, mi mujer, por fin se ha quedado embarazada. El insistió mucho en que el Señor nos daría un hijo si lo intentabamos con la suficiente fe.

- Bien. ¿Vivia alguien con él?

- No.

- Servicio de limpieza, ¿cocina?

- No, no, lo limpiaba todo él solo, era un poco maniático con ese tema, además compraba muchos objetos de arte y no permitía que nadie los tocara. Y con la comida igual, le gustaba hacerse su propia comida. No contrataba servicio porque decía que ningún ser humano podía ser esclavo de otro independientemente del dinero que se le pagase.

- ¿Ha tenido alguna enfermedad o accidente grave el señor Lee en el último mes?

- No. No que yo sepa.

- Bien, gracias. No se muevan de la ciudad en unos días, por si tuvieramos que preguntarle algo.

- Sí, le hemos dado el número de telefono a uno de sus compañeros, si tienen alguna pregunta no duden en llamarnos.

- Gracias por todo señor King - terminó Oidualk.

- A ustedes.

- Y enhorabuena...- añadió Zuir, a lo que el señor King se quedó petrificado, extrañado- por lo de su hijo, quiero decir.

- Oh... sí, gracias.

El señor King volvió a la habitación donde el psicologo atendía a su mujer.

- ¡Joder! Me cago en la puta... qué metida de pata. He hecho el ridículo - se lamentó Zuir.

- Tranquilo, a todos nos a pasado alguna vez - cogió un pañuelo y lo pasó por una mesa.

- ¿Has encontrado algo?

- Creo que sí.

- ¿Y bien?

- Mira a tu alrededor.

- No se a qué te refieres.

- Esta casa está muy limpia y ordenada para un tío que vive sólo y al que le faltan los brazos y las piernas desde hace dos semanas, ¿no te parece?

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