Oidualk, capitulo IV: Monstruos verdes y morados

Desde su sofá, a traves del vano de la puerta de entrada de su apartamento, Oidualk veía como un agente interrogaba a Gladis. Zuir, que había ido al baño, se sentó a su lado. Cogió la bolsa de plástico donde estaba la nota. "La casa del Orador Lee estaba más limpia", decía la nota en letras rojas, escrita con un pincel. A simple vista parecía sangre, pero hasta el análisis de la nota no podrían saberlo al cien por cien.

- Al menos sabemos que tiene razón - dijo Zuir.

- ¿Como?

- Vamos, ¿no te das cuenta? Tienes la casa patas arriba, parece una pocilga, perdona que te lo diga. Vamos a tardar mucho tiempo en peinarla, si estuviera más recojida sería todo más fácil.

- ¿Ahora me retirarán del caso?

- No, vas a tener suerte. He hablado con el jefe Tamino y dice que de momento no. Te han preparado un despacho con una cama para que te quedes a dormir, allí en la comisaría vas a estar seguro. No es que sea un hotel de cinco estrellas, pero tienes policias por todos lados. Lo malo es el ruido...

- No voy a irme de mi casa porque un asesino chalado me haya dejado una nota.

- Ha entrado en tu casa. Ese cabrón a estado aquí mismo. Seguro que se ha sentado, ha visto la tele, y ha ido a cagar con total naturalidad. Yo no me sentiría seguro.

- No sabemos si ha entrado.

- Sí, tu vecina, ¿como se llama?

- Gladis

- Sí, Gladis, ha dicho que escuchó el pitido de la puerta al abrirse, por lo que es probable que se haya hecho una llave.

- ¿Y como sabemos que es él? Cualquier hacker puede hacerse una llave en unas semanas. Sólo necesita el equipo adecuado. Y cualquiera con ese equipo podría entrar en la base de datos de la comisaría y ver nuestros informes, en los que salen nuestro nombre y el número de nuestra ficha.

- No podemos arriesgar, y tú lo sabes. Comprendo que no quieras dejar tu casa sola. Pondremos vigilancia. Si alguien intenta entrar tardarmos un segundo en pillarle.

- Por supuesto - dijo Oidualk resignado.

- Ahora tengo que acerte unas preguntas. Son estúpidas, lo sé, pero hay que cumplimentar el informe.

- Si, ya lo sé - dijo mientras encendía un cigarro y se respaldaba en el sofá.

- A ver, nadie tiene tu llave, ¿verdad?

- No.

- ¿Ni tu mujer?

- No, nadie.

- ¿Ni tu hijo?

- ¡ No, joder, ya te he dicho que no!

- Tranquilízate, vamos.

- ¡Estoy tranquilo!

- Sí, no conoces a nadie que firme como Jack el Destripador, ¿verdad?

- Siii... a un tio, que vivía, ¿donde vivía? Ah, ya me acuerdo... Vivía en el siglo diecinueve.

- Vamos, Oidu, esto es serio.

- Mira Zuir, las respuestas ya te las sabes, rellenalo tú, yo no estoy para tonterías.

- Como quieras. Anda dame un cigarro.

- ¿no estas de servicio? - pregunto Oidualk ofreciendole el cigarro.

- Eso ahora da igual - cogió el tabaco, lo encendió y dio una larga calada. Lugo expulsó el humo lentamente.

- Va a haber más muertes.

- Sí, lo había pensado. ¿A cuantas personas mató aquel Jack en Londres en 1900?

- No lo sé, pero recuerdo que sólo mataba a putas. Esta noche buscaré en internet en mi nuevo "hogar", quizás nos dé ventajas.

Ambos expulsaron aquel humo de color verde y morado, que invadió la parte superior de la habitación, formando figuras grotescas, como mounstruos venidos de otra época.

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