Poder simplemente tocar...
Ahora entiendo un poco mejor el placer de tocar la guitarra.
Cuando uno llega a casa después de una dura jornada de trabajo, uno quiere relajarse. Ver la tele no es una buena opción para relajarse, la verdad. Como veas las noticias, no pegas ojo en toda la noche. Podría sentarme frente al ordenador y navegar un poco por Internet. El problema es que yo trabajo frente a un ordenador, así que relajarse del trabajo sentado frente a mi utensilio de trabajo no me seduce.
Una buena solución es hacer el tonto con mi pequeño estudio de música casero. Encender mi sintetizador y tocar algo, pero mi sintetizador no suena sin el ordenador encendido. No es que lo necesite para funcionar, pero está montado así. Así que, también me tengo que sentar frente al ordenador.
Me queda leer un libro, pero a mí los libros me duran dos asaltos por muy gordos que sean, y además eso me machaca aún más los ojos.
Podría sentarme, coger la guitarra, encender el amplificador -no pensaríais que hablaba de una guitarra española- y juguetear un rato. Así, qué fácil. Qué relajante. Pero ¡ay, no! Si yo no tengo guitarra. Sólo un complicadísimo sintetizador que suena como para derribar un muro, pero que no puedo simplemente sentarme y tocar. Tal como tengo montado el tinglado, no.
Yo jamás tocaré la guitarra, me temo. Adoro los sintetizadores. Pero ahora envidio la inmediatez de una guitarra eléctrica. Sí, la echo de menos. Simplemente sentarse y tocar.
Tendría que replantearme la configuración de mi estudio. Suena bien, graba bien y me permite componer con comodidad. Pero poder simplemente sentarse, encender el teclado y los altavoces y tocar...