ROCK, PASION Y AMOR.

Los estridentes acordes de Rock pesado, sonaban enloqueciendo a todo el publico presente, delirando con melodías encantadas, por la mano maligna de un interprete y compositor de tesituras celestiales, capaces de dominar a cualquier hombre.

Samuel, con dominio escénico y de cabal presencia, como un griego de la época de Homero, amante del arte, pasión y estética sugestiva, con ojos profundos azules, blanco hasta mas no poder, de cabello largo negro lacio, alto, robusto, con colmillos afilados pero de manos tan delgadas como cadavéricas dejando entre su palidez la personalidad tan viva y tan muerta al mismo tiempo, creando una paradoja viviente, real, sin convertirse en una quimera.

Denunciaba un apetito hacia el sexo femenino tan voraz como vesánico, y en sus demostraciones de artista consumado, como de estrella o ídolo de todos sus seguidores, lograba seducir a la dama que más gusto le diera a su fino olfato, que usaba para seleccionar ese sabor tan delicioso de una virgen con sangre purificada.

Con el poder que proyectaba, dirigía la mirada a la que en su momento sería digna de ser seleccionada, y como siempre en este día no sería la excepción, después de finalizar el concierto, se acercaron varias jovencitas al lugar por donde se daba acceso a los camerinos, Samanta una dulzura de apenas 14 años, estaba impaciente y deseosa de ver si podía obtener el autógrafo de su ídolo, de manera para ella fantástica fue seleccionada para pasar junto con otras tres chicas que

deliraban de emoción, sintiéndose como alguna especie de estúpidas sin saber como dirigirse verbalmente a Samuel su máximo ídolo hasta el momento.

Al momento de introducirce en el camerino, la sangre se les congeló de un modo indescriptible, justo al ver de frente a Samuel, quien se acercó sigilosamente con una sonrisa sarcástica y con esa arrogancia que le caracterizaba como un ser

despreciable para todos los que no soportaban su vanidad, sin tanto protocolo despachó rápidamente a las tres jovencitas que acompañaban a Samanta, quedándose solo ella en ese lugar con Samuel, quien pidió que todos se retiraran mientras lograba realizar sus sagrados alimentos.

Empezó a deslizar sus manos por los brazos tersos de Samanta, que sin resistirse se dejaba llevar por el encanto, pasando por su pensamiento que si alguna vez tenía que perder su virginidad ya había llegado ese momento, empezó a ser despojada de sus ropas que una a una caían al piso como un suspiro, que enternece en esos momentos, que el amor es verdadero haciendo a un lado la pasión.

Era como un ir y venir por caminos de grandiosa ornamentación, lleno de curvas peligrosas, que se desbordaban con esas caricias de adoración hacia lo mas sublime de la perfección femenina.

Los cuerpos de Samuel y Samanta semejaban la creación de un nuevo cosmos, como en el principio en el que todos nacimos perfectos, tan puros y sin ningún gesto de maldad, en el que eyacular era la gestación de una nueva vida sobre el globo terráqueo, destilando toda esa vida que nos dio algún alguien o ese quien que desconocemos del cual siempre nos preguntamos, buscando la negación por el engañoso entendimiento que jamás ha entendido nada.

Sin ninguna agresión se deslizaban las uñas filosas de Samuel, dejando pequeños surcos de sangre que lengüeteaba delicadamente poniendo en frenesí a Samanta, que poco a poco se iba despidiendo de su existir por ese desangre erótico en el que se sentía transportada como en un sueño celestial, del cual nunca despertaría, prolongándose durante toda la oscuridad de la noche.

Cuando Samuel terminó, dejó un cadáver satisfecho con el sabor de una noche de amor vampírico, así disfrutaba aquella estrella de Rock sus noches de pasión.

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