Valoración de las cosas.

A lo largo de nuestra vida y desde que empezamos a tener uso de razón, vamos formando una escala de "valores" sobre aquellas cosas que creemos que son lo más importantes o por lo menos lo que más necesitamos para vivir lo más feliz posible.

La pareja, la familia, el ocio, el trabajo, el dinero...etc., son una parte de esos valores que durante nuestra vida y según las necesidades en cada etapa, desde la niñez, vamos colocando según va pasando el tiempo.

Así, un recien nacido tiene como principal valor, el comer. Sabe que su cuerpo (porque su mente apenas ha empezado a formarse) le transmite bienestar cuando está saciado una vez que ha sido amamantado. Con el tiempo se ha dado cuenta que siempre que ha llorado le han puesto a mamar y eso le ha producido una satisfación, que de momento valora como "lo principal" y desde ese momento, cada vez que tiene una sensación de que le falta algo, llora para obtener su recompensa.

Según pasan los años, cada individuo vamos colocando en esa escala aquellas cosas que más nos satisface y nos hace ser felices. No es lo mismo los objetivos de un adolescente que los de un recien casado, que los de una pareja de ancianos.

El tiempo es la vida. Tu vida puede ser muy larga por vivir mucho tiempo pero que sea lo más feliz posible o lo más triste posible, depende de la suerte, del destino o de lo que sea, y esa diferencia es la que marcan los valores de las cosas que más apreciamos, por necesidad o por egoísmo, eso es igual, dependiendo de donde naces y con quién naces, puede marcarte tu vida y dependiendo de lo que quieras o necesites, así vivirás. Unos son felices con poca cosa. Se conforman con vivir a gusto y esa felicidad es directamente proporcional a su escala de valores y a sus necesidades. Por eso mucha gente es infeliz al no conseguir los objetivos que le sacien como al niño recien nacido cuando llora. Se puede ser feliz con poco o con mucho, cada uno lo valorará como quiera, dependiendo del grado de "saciedad" personal.

...

Ayer tuve un accidente de moto. Pisé una piedra con la rueda delantera y al tocar el freno me fuí al suelo cuando me disponía a adelantar a un tractor. La caída fué brutal. Fué en una recta muy larga y con mucha visibilidad. Apenas circulaba un coche a lo lejos que vió el accidente y otro que circulaba en el mismo sentido que yo. Tuve mucha suerte. Desde el suelo y una vez que las volteretas y el desplazamiento de la caída por la carretera terminó, quedé en el centro de la calzada. Casi caigo debajo del tractor. Pude levantarme rápidamente y me eche en la cuneta. Tenía la mano izquierda sangrando y el mono destrozado. No sentía dolor. El susto hacía no sentir nada de dolor. La moto quedó siniestro. El motor partido por la mitad al golpearse con el suelo, el frontal, manillar, etc. destrozado. Una imagen dantesca. La gente paró y llamaron a emergencias. Vino la ambulancia y la Guardia Civil. Me curaron la mano "in situ" y me trasladaron al centro de salud. Afortunadamente e increíblemente no me rompí ningún hueso. Una subluxación en el hombro y la quemadura de la mano izquierda, moratones en la cadera y en la rodilla y poco más.

...

Parece que en estas situaciones es cuando revisamos la escala de valores de lo que más nos importa. De lo que nos hace feliz. Mientras las cosas nos van bien, todo perfecto. Sólo cuando tenemos un imprevisto de salud, un accidente, una tragedia, etc., es cuando "revisamos" esa escala de valores y damos un valor real más aproximado como si anteriormente estuviésemos ciegos, todo lo tenemos delante de nuestros ojos, pero no lo vemos.

Hoy "revisando" aquellas cosas que verdaderamente me importan, me he dado cuenta que las posiciones en la lista de algunas cosas, no estaban bien "clasificadas". El accidente es el que me ha hecho reflexionar y he pensado: joder, casi me mato. Tengo otra oportunidad de ver las cosas de otra manera. De ver y valorar lo que tenemos cerca, pero que el hecho de pensar que lo podemos perder, sólo pensar eso, te hace sentir algo indescriptible.

Que el destino te de otra oportunidad para ver las cosas de esta manera, es una gran suerte.

Y yo he tenido esa oportunidad. Me siento afortunado, a pesar de la racha de mala suerte que últimamente arrastro.

Ahora veo, que muchas de las cosas que para mi tenían "cierto valor", no la tienen y si la tienen no ocupan el lugar en el que ciegamente tenía valorado. Está claro, que el tener moto y disfrutar de ella hasta ahora había sido algo "necesario" para mi felicidad, porque me gustan mucho (demasiado diría).

...y resulta que después de lo sucedido, que me podía haber matado, ahora veo que estaba ciego.

...lo de "más valor" casi lo pierdo.

A partir de ahora, mi valoración de las cosas ha cambiado.

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