Yolic se echa una siesta, la vida sigue su curso frenético
Somos un océano de átomos,
nubes de esperma poseídos por la locura.
Somos la juventud que se estrella contra un cristal húmedo
sujetando una corona entumecida y babeante,
calaveras con tacones de aguja,
moho,
carne en reposo diluyéndose en un espacio infinito,
aspirando la sangre evaporada,
sumando polvo al polvo.
Aquí hay que construir una cordillera,
este bosque florecerá con hermosura,
menos potencia para el río,
el ruido molesta a la dueña.
...¿Y si nuestra era se ha acabado?
¿No se está dejando sentir ya la parálisis del miedo?
Robots aplastando caracoles,
leyendo y releyendo nuevos manuales.
De la repisa en la que se apilan los racimos de alambre,
uno que sueña que es enredadera,
rodea la boca de un perro para que no ladre.
Nadie perturba el sueño de la diosa.