Arturia Minilab 3 Mint Edition: todo al verde menta
La llegada del gris y triste otoño (yo vivo en Asturias, qué queréis) no es razón para que el próximo teclado controlador que os compréis tenga que ser igual de "triste". Porque Arturia ha lanzado otra de sus ediciones especiales que esta vez lo apuesta todo al verde. Al verde menta para ser más precisos. Con todos ustedes: Minilab 3 Mint Edition.
Arturia Minilab 3 Mint Edition
No os podéis imaginar lo sorprendido que me siento al ver que un teclado MIDI verde me llama tanto la atención. Es cierto que el tono de verde menta elegido por Arturia para el nuevo Minilab 3 Mint Edition es bastante bonito y elegante, pero aun así, jamás creí que una combinación como esta me pudiese gustar tanto. Pero lo cierto es que me gusta mucho cómo le queda al pequeño de la familia "Lab" de controladores del fabricante francés.
El teclado en sí es ya un viejo conocido por aquí, sobre todo gracias a la review que le hizo Pablo en su lanzamiento. Pero también porque no es la primera vez que lo de Grenoble juegan a cambiarle el color a su pequeñín, como también vimos con la edición Alpine White de hace un año. Y al igual que aquella vez, esta versión es exactamente la misma en lo que a características y especificaciones se refiere, lo que significa que tenemos un teclado controlador de 25 miniteclas sensibles a la velocidad acompañadas de 8 pads sensibles a la velocidad y al aftertouch, 8 perillas de giro infinito, 4 faders, 2 bandas táctiles para tono y modulación, conectividad USB-C, MIDI Out y entrada para pedal.
De igual modo, hay también un interesante paquete de software que incluye Ableton Live Lite, Analog Lab Intro, Native Instruments The Gentleman, UVI Model D, dos meses de suscripción a Loopcloud y un curso con 40 lecciones para la plataforma Melodics.
Precio y disponibilidad
El nuevo Minilab 3 Mint Edition ya está disponible en los distribuidores habituales a un precio oficial de 99 €.
Más información: Arturia
Comunicador incansable en materia de tecnología musical. Dicen por ahí que de niño se cayó en una marmita llena de osciladores de baja frecuencia.
