El mismo día que se acabó el stock de los pocos módulos que aún seguían en venta y que varios distribuidores se han hecho con los últimos lotes de piezas de repuesto, la web oficial nos ofrece un parco pero sentido Thank You! que a muchos nos sabe agridulce. Los foros de soporte ya no tienen acceso desde la página inicial y en breve serán desactivados.
Nos quedamos huérfanos de una empresa que bebía en sus sencillos comienzos del mundillo de la electrónica DIY. Montar un Shruti-1 o un Shruthi-1 era toda una aventura que ofrecía por un bajo coste una gran paleta sonora. Una gama de sonidos que ha demostrado ser imbatible en relación funciones/€, incluso todos estos años después.
Después llegó la producción en masa (pero siempre en territorio francés), el diseño refinado y el cuidado -prácticamente obsesivo- del detalle. El mundo modular puede decir que hay un antes y un después de Émilie Gillet.
La operación de la empresa siempre ha sido increíblemente gestionada únicamente por una persona, a excepción de los diseños y sugerencias estéticas por parte de Hannes Pasqualini y de un ejército de betatesters encabezado por (nada más y nada menos que) Richard Devine. Una proeza cuanto menos.
La filosofía open hardware y código libre que la compañía abrazó como mantra desde un principio, permite que los módulos y algoritmos ya se hayan ido "reencarnado" en múltiples lugares y formatos. Y es solo el comienzo.
Como no podía ser de otra forma, el final de la compañía está cargado del mismo simbolismo y belleza que ha caracterizado los diseños y motivos conceptuales de temática hindú que acompañaron los módulos: este círculo o ciclo se cierra... Según la religión budista, el hecho de que sea el final es justamente a la vez lo que facilita un nuevo comienzo.
En lo que a Émilie respecta, lo único que sabemos es que su próximo proyecto no tiene nada que ver con la música.
Buen viaje, Mutable Instruments.