SFX Entertainment, propietaria de Beatport y Tomorrowland, oficialmente en bancarrota
Corren tiempos difíciles para el EDM, o al menos para toda la estructura financiera que en gran medida respalda este movimiento musical en EEUU y parte de Europa. SFX Entertainment, el conglomerado empresarial fundado y dirigido por Robert "FX" Sillerman, ha entrado oficialmente en bancarrota empleando el modelo "Chapter 11" tras asumir que no hay manera alguna de que puedan asumir la deuda de más de 300 millones de dólares que se refleja en su último balance. SFX es la empresa propietaria de los festivales como Tomorrowland, TomorrowWorld, Electric Zoo, o la tienda online Beatport, gracias a las adquisiciones que realizó de diversas empresas relacionadas con el sector de la música electrónica durante 2013.
La situación actual es la consecuencia de todos los problemas que ha arrastrado la compañía durante todo el último año y que no ha sabido resolver. En agosto de 2015 Beatport, tienda propiedad del grupo SFX, congeló temporalmente los pagos a artistas y discográficas alegando que la empresa estaba tratando de llevar a cabo un proceso de privatización –Sillerman pretendió comprar todas las acciones de la compañía que no estaban bajo su control–, proceso que no tuvo éxito. El desastre del festival TomorrowWorld celebrado en Atlanta el mes de septiembre y también propiedad del grupo, hizo que el valor de las acciones de la compañía perdieran un 12.5% en apenas un par de días. Las acciones de SFX llegaron a costar en septiembre 0,45$, cuando en 2013 en la fundación del grupo llegaron a un máximo de 11,59$. Todos los intentos de Sillerman por adquirir el total de las acciones de la compañía, el último en noviembre de 2015, han fracasado. A principios de 2016 las cosas no mejoraban: el acuerdo con Spotify se desvanecía por la incapacidad de SFX de pagarle los 10 millones de dólares que les adedudaba, y la empresa de management de artistas TMWRK –y que lleva a gente como Major Lazer, Diplo o Skrillex– salía del grupo SFX tras ser recomprada por sus dueños originales.
El "Chapter 11" al que se ha acogido SFX no es un modelo de bancarrota que implique el cierre de la compañía. SFX tendrá ahora que peregrinar por los juzgados de EEUU para llegar a acuerdos con sus acreedores, a los que podrá ofrecer una parte de la compañía a cambio de la deuda. El objetivo de SFX es saldar la deuda y tener la compañía en marcha y con buena salud en un plazo de seis meses, aunque Robert Sillerman queda fuera de la ecuación: un nuevo CEO tendrá que ocupar su cargo. Por otro lado, algunos de los festivales europeos que dependen de SFX como Stereosonic –Totem Onlove es la empresa que lo organiza y fue comprada por SFX en 2013– se han apresurado a asegurar que no supone ningún riesgo para ellos ya que el proceso no afecta a las inversiones europeas de SFX. Esperemos que sea cierto, y no un intento a la desesperada por asegurar la venta anticipada de las entradas.