DJ

Crónicas del Sónar 2016 (parte I)

Hoy por hoy es imposible acudir al Sónar y tratar de consumir todo lo que oferta. El contenido musical disponible en el festival durante sus tres días de duración es tan completa que sencillamente tienes que coger lo que más te gusta o interese, apuntarlo, e ir viajando de un escenario a otro, haciéndote una “experiencia a tu medida”. Si además tienes interés por Sónar+D, la cosa se complica aún más, porque tienes que programarte huecos en los que no haya nada que no te importe perderte para escaparte a al pequeño congreso tecnológico. Por otra parte, si eres profesional de algún tipo en el sector musical siempre encontrarás caras conocidas a las que saludar y charlar un poco, con lo que ten por seguro que irremediablemente vas a salir del Sónar muy cansado, pero probablemente satisfecho y saciado de experiencias hasta la próxima edición. Nosotros estuvimos –una vez más– este año, y así lo vivimos por nuestra cuenta.

Jueves de inicio

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Decidimos emplear las primeras horas del jueves en visitar el Sónar+D y localizar cosas interesantes. La gente de Elektron tenía un stand francamente divertido, con sus instrumentos de gama alta para probar libremente y con tres máquinas arcade fabricadas con sus instrumentos que permitían entretenerse un rato y que llegaban a tener cola para jugar. Y bueno, tenían un aliciente especial: el último día del Sónar, los que lograran la puntuación más alta en cada máquina, ganarían el instrumento empleado para controlarlas.

Justo a su lado estaba el stand donde la gente de Adagio estaba mostrando el Zoom ARQ, del que ya os hemos mostrado una demo en vídeo. El ARQ atraía mucho la atención de los visitantes, especialmente de niños –redondo, de colorines luminosos, hace ruido, se coge con las manos...–, y no muy lejos de allí la gente de Reactable Systems estaba mostrando en primicia Rotor, una versión mejorada de Reactable Mobile para iPad que ahora permite usar controles físicos. Pudimos probar los prototipos de las piezas físicas, que funcionan mediante un sistema de tinta conductiva que sirve para activar la capacitación de la pantalla táctil del iPad al cogerlos con dos dedos. No grabamos un vídeo in situ, pero os prometemos que en Hispasonic tendréis una exclusiva del sistema dentro de poco.

La instalación que hizo Novation, a la que bautizaron Metropolis, nos decepcionó un poco; cada uno de los dos “sets” que tenía su stand simplemente interconectaba cuatro dispositivos de Novation –el Circuit, Launchpad, Mininova y BassStation 2– mediante un proyecto de Live y los que por allí pasaban podían probar cada aparato de la marca, aunque sinceramente, la interconexión entre los dispositivos parecía fallar. Al menos podías pasar un rato probando los aparatos por separado si no los conocías, y en el caso del Circuit que es relativamente nuevo podías aprovechar para conocer mejor el dispositivo.

En el stand de Patchworks pudimos probar Bangers –del que también os hemos ofrecido un vídeo en portada– en versión gigante, lo tenían instalado en la superficie táctil que diseñaron el año pasado para los shows ENTER de Richie Hawtin. Francamente divertido. En frente justo teníamos el stand con Model 1, del que también os hemos ofrecido información en portada, y un poco más alante el stand de Berkeley School of Music, donde tres estudiantes del campus de Valencia enseñaban sus proyectos tecnologico-musicales, y del que en breve os mostraremos un vídeo.

Aprovechando el buen clima del jueves tarde salimos al Village –el escenario al aire libre del Sónar– para disfrutar de la sesión de Acid Arab, que como venían en formato DJ set sólo dos de los cuatro franceses del grupo estaban presentes. Con su original propuesta cargada de fusión entre ritmos de club y sonidos de la world music, principalmente elementos musicales del norte de África, India y oriente medio –sonó por cierto “La Hafla”, el nuevo tema que sacaron en mayo–, con un resultado muy cautivador que puso a bailar la danza del vientre a todas las chicas que por allí pasaban.

Mientras íbamos a la siguiente actuación nos asomamos al workshop de “Girls in lab”, un movimiento social que busca romper la brecha de género que existe entre mujeres y hombres que se dedican a las ciencias. En el taller –20 de las 25 plazas estaban reservadas a mujeres– se trabajaba con una placa Arduino y el lenguaje de programación Scratch, y el objetivo del taller era convertir cualquier objeto en una superficie de control. Sólo era necesario que las participantes llevaran su propio portátil.

En el recinto Complex –auditorio cerrado y con asientos– pudimos disfrutar a continuación de Field, un directo que me atrevería a catalogar de performance, ejecutado por el artista multidisciplinar canadiense Martin Messier. En esta actuación Messier emplea dos grandes plafones rodeados de micrófonos a los que va conectando cables, e interactuando con ellos, cambiándolos de posición de conexión dentro de un mismo plafón, conectando un plafón con otro… cada interactuación va generando sonidos y ruidos con los que Messier juega para crear una composición electrónica. Lo más espectacular del show no es sólo lo que messier hace con el sonido, es lo que hace también con el aspecto escénico, ya que Messier a diferencia de otros artistas que emplean la pantalla del fondo del escenario para proyectar imágenes, proyecta su sombra y la de los soportes de los plafones, y con una luz frontal en movimiento consigue un desplazamiento de las sombras al ritmo de la música que llega a loopear igual que loopea fragmentos de la música. Todo esto unido a la gestualidad y la actitud tan teatral de Messier frente al público, hace que Field sea una experiencia que solo tenga sentido en directo.

Tras otro paseo por el Sónar+D, estuvimos viendo el stand de la empresa EnTresD, con productos relacionados con la impresión 3D, tecnología bastante de moda desde hace unos pocos años, y aunque no es el tema central de nuestra web, me llamó poderosamente la atención esto:

De vuelta al Village, The Black Madonna se hacía con el control de las masas con su sesión de DJ. La de Kentucky afincada en Chicago por demanda de los mejores clubs de la ciudad donde nació el house, hizo gala de una de sus mejores habilidades durante la sesión: la conexión con el público. Sin renunciar a su house clásico de corte moderno a la par que oscuro, supo lanzar una tras otra las bombas necesarias a la pista del Village para no aburrir ni un minuto ni enfrascarse en soporíferas mezclas; todo lo que disparó causó efecto, y además lo supo realzar con un contagioso entusiasmo desde la cabina. Definitivamente, girl powah.

Me escapé un rato de la sesión de The Black Madonna para ver el directo de otra mujer: Kelela, una voz negra de origen etíope –aunque nacida en Washington D.C– que trata de abrirse camino en el r&b por los méritos de su dulce y trabajada voz, así como de los ritmos electrónicos tan de moda que le dan respaldo; y por qué no decirlo, su imponente belleza y saber moverse como una pantera por un escenario que estaba prácticamente vacío para ella sola ayudan y mucho. A pesar de desgranar los temas de ritmos no muy acelerados de sus dos trabajos en el mercado –”Cut4Me” reeditado el año pasado tras el éxito de “Hallucinogen”– puso a bailar frenéticamente al público del escenario cubierto Hall, acompañada únicamente de un ¿DJ/productor? que le ponía las bases instrumentales. Se me hizo corto, además de que fue corto, la cosa acabó casi 25 minutos antes de los previsto, y si se hubiera estirado un par de canciones más hubiera hecho un directo de r&b para la posteridad del Sónar. En fin, así me quedó tiempo para disfrutar más de The Black Madonna.

De vuelta al Complex corrimos a ver qué tenía preparado Gazelle Twin. La performance que ya anunciamos con dos vocalistas sobre cintas de correr e imágenes de fondo nos pareció… francamente decepcionante. El conjunto de las imágenes proyectadas con la música valdría por sí solo como una buena pieza de videoarte, pero escénicamente la inclusión de los dos vocalistas sobre las cintas de correr, los sonidos guturales que lanzaban en algunos momentos, la excesiva parsimonia con la que se desarrollaba el inicio del espectáculo y lo repetitivas y poco recreativas que resultaban algunas partes vocales, sencillamente resultaba cansino, aburrido y aportaba bien poco. No fuimos capaces de verlo terminar, y no fuimos los únicos, ni mucho menos. Tampoco quiero criticarlo en exceso, las performance o te entran y te encandilan, o no pillas nada, y en nuestro caso fue lo segundo.

Kenny Dope, el hombre que es el 50% de Masters At Work pasaba a ocupar el Village y con él la garantía de una buena selección de house. Sin embargo, a diferencia de su compañero de formación Little Louie Vega, que cuando trabaja en solitario suele optar por una selección de house y latin-soulful house, Dope se deja llevar por sonidos algo más tecnoides e incluso por toques de deep. La sesión encandiló a la pista que recibía con algarabías cada nuevo tema que Dope pinchaba sin excesivas florituras ni complicaciones, e incluso permitiéndose el lujo de hacer unas fotos a la multitud con su móvil.

Abandonábamos a mitad la fiesta del house de Dope para volver al Complex y ver la actuación en directo de 65daysofstatic, que se presentaban en Sónar de la mano de Sony y Playstation –tenían un stand con su sistema de realidad virtual– para interpretar en directo la banda sonora que han compuesto para el videojuego “No Man’s Sky”. No es la primera vez que 65daysofstatic han trabajado en una banda sonora, ya lo hicieron en 2011 componiendo una banda sonora alternativa para la película de 1972 “Silent Running” –”Naves Misteriosas” en España– que grabaron y distribuyeron gracias a una campaña de crowdfunding mediante Indiegogo. El directo de este nuevo trabajo nos dejó maravillados por igual a todo el equipo, una fusión francamente bien equilibrada en la que en un mismo crisol mezclaban electrónica, post-rock, tintes de rock progresivo e incluso reminiscencias del drum and bass. El directo iba acompañado con proyecciones en pantalla gigante de momentos capturados del videojuego –de una versión beta, porque aún no ha llegado a las tiendas– y quizá el único defecto que le vimos era que para ser un directo con 4 músicos tocando, algunos de los cuales alternaban entre percusión, teclados y guitarras, al final la mitad de lo que estabas oyendo claramente estaba secuenciado: era imposible que entre los cuatro pudieran desarrollar la enorme cantidad de capas y texturas musicales que formaban la obra. No obstante hicieron un trabajo muy digno, con momentos de mucha tensión musical sostenida y pasajes realmente bellos, especialmente cuando las imágenes de fondo reflejaban lejanos planetas con naves estelares aproximándose.

Viernes de tecnología y arte

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El viernes aprovechamos gran parte del día para grabar en Sónar+D los vídeos que os hemos ofrecido hasta el momento –y que todavía nos queda por mostraros–. De las pocas actuaciones a las que pudimos asistir, destacar en primer lugar en el Complex la de Golden Bug en colaboración con el estudio de diseño Desilence, música disco-funk electrónica con toques ochenteros, muy bailable –la gente se puso en pie a bailar a pesar de las butacas– con unas proyecciones mapeadas sobre una estructura que recordaba mucho al juego de la serpiente de Rubik. A Golden Bug apenas se le veía parapetado tras la estructura en la que se realizaban las proyecciones –al estilo de Amon Tobin en Isam aunque de menor tamaño–, pero eso no le quitaba frescura ni energía al show, al contrario, le daba fuerza a la música y hacía que centraras tus sentidos en la propuesta audiovisual. Al finalizar, ovación cerrada de todo el público y salida tanto de Golden Bug como de los diseñadores de Desilence a saludar al público asistente de manera muy cercana y agradecida.

Por la tarde Pioneer ofrecía en la sala de conferencias una demo de sus nuevos equipos Nexus 2 de la mano de KiNK, que más que una demo fue un lujo de directo en petit comité del artista Búlgaro, que salió armado con tres reproductores CDJ-2000NXS2, un mixer DJM-900NXS2, un caja de ritmos Roland TR-8 y… por sorpresa un sampler para directo de Toraiz SP-16, siendo así la primera vez que dicho aparato se podía ver en directo usado por un artista. KiNK hizo lo que mejor sabe hacer, combinar fragmentos de canciones, loops, sonidos, efectos y pequeñas secuencias programadas en vivo para entretener durante un buen rato. Respecto al Toraiz SP-16, KiNK lo uso para lanzar en vivo samples usando sus pads y luego secuenciaba en tiempo real algunos patrones con esos mismos samples, tampoco es que se pudieran ver todas las posibilidades que debe ofrecer el aparato.Tan buena fue la acogida de los asistentes que no había forma de que KiNK acabara el show aunque subieran a pedirle que terminara. Tras la ovación final, pude acercarme a charlar un poco con los responsables de Pioneer en España y comentarles que estaba muy bien la idea del sampler Toraiz y que había sido una jugada muy original por parte de la marca… “Es sólo el principio de lo que está por venir”, me aseguraron. Avisados quedáis.

Tras la demostración de KiNK, en el mismo espacio se celebró la charla de Richie Hawtin de la que ya os hemos dado explicado algunas cosas en este artículo –tirón de orejas a la organización por hacernos salir a todos los medios y hacer cola para volver a entrar al mismo sitio–, así que no creo que sea necesario reseñar más al respecto.

Tocaba visita a Sónar Planta, la instalación audiovisual de grandes proporciones que Sónar organiza cada año con la Fundació Sorigué, que este año corría a cargo de Semiconductor. Earthworks era el nombre de la instalación, que constaba de cinco pantallas gigantes que mostraban imagen y sonido en movimiento renderizado en tiempo real a partir de los datos sismológicos recogidos por el instituto IRIS y los sensores instalados en los alrededores de la Fundació Sorigué. El resto del espacio de la instalación permanecía en penumbra y era posible sentarse relajadamente en el suelo para admirar la obra en movimiento, además era interesante ver a la gente acercarse lo suficiente como para que las imágenes se proyectaran sobre ellos en lugar de sobre las pantallas. Curioso y relajante, muy relajante.

Y tras una escapada a cenar, nos fuimos al Sónar de noche, donde pudimos atender más actuaciones musicales… pero eso os lo cuento en la próxima entrega.

Teo Tormo
EL AUTOR

He trabajado como productor musical y discjockey. Desde hace años investigo y analizo la tecnología musical aplicada al DJ, buscando siempre las herramientas más innovadoras y observando su impacto en la industria musical.

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