Sonido en vivo

Cuando en vez de escuchar, miramos

Cuando tuve la suerte, años ha, de estudiar algo parecido a sonido, me pasé el primero de carrera centrándome con las dichosas cápsulas fonocaptoras. Luego vino la cinta y, ya casi al tercer curso, nos hablaron de algo llamado Pro Tools: a lo lejos parecía precioso. Hice las prácticas en una Tascam in-line de 24 canales (algunos de ellos no funcionaban), evidentemente analógica. Lo más parecido a un SM58 se llamaba Samson, y los condensadores se quedaron en el libro de texto.

El salto a lo digital lo viví paso a paso, hasta tal punto que puedo alardear (como muchos de vosotros) de poder utilizar virtualmente cualquier consola digital del mercado, si me das un par de minutos para que la trastee. Soy de los que admiran el sonido de una XL4, pero hoy dame una CL3, que tampoco es cuestión de cablear ocho compresores, cuatro puertas y dos efectos. Pero ya es la segunda vez que me encuentro con técnicos de sonido que son literalmente incapaces de utilizar correctamente una Heritage 3000 (y no me refiero a lo tedioso de tener que activar los auxiliares). Ni idea, vaya. Se acojonan ante tanto potenciómetro y su “mente” parece incapaz de entender algo que, según pensaba, era el abc de todo técnico de sonido: de arriba a abajo, de izquierda a derecha. Pero es que no aciertan, tú. Uno incluso muteaba los canales esperando ver cualquier gráfica en esa pantalla LCD inexistente. Que no sepan responder cuál es el trazado del sonido desde su origen hasta su fin, me parece preocupante.

MIDAS Heritage 3000
MIDAS Heritage 3000: aquí no hay pantallas

La segunda vez, el técnico se daba por vencido. Le costaba muchísimo realizar las ecualizaciones por el simple hecho que no las “veía”, lo mismo con los compresores y puertas sin esa ayuda gráfica. Y eso me hizo pensar en lo diferente que se está enseñando al sector, o simplemente cómo han cambiado las herramientas. Me doy cuenta que hay una nueva generación que está vendida a lo gráfico, a lo visual. Que necesitan textualmente “ver” lo que está ocurriendo, lo que están intentando conseguir. Además ecualizaban buscando un patrón gráfico lo más parecido posible a un supuesto estándar (¿académico?): pocos son los que rehuyen de lo estándar si para ello consiguen su propósito. Eran los mismos que eran incapaces de saber “leer” un espectograma, pero andaban locos por un RTA que les mostrase un análisis del espectro en ese preciso milisegundo. Lejos de querer criticar sus mezclas (algunas sonaban tremendamente bien), te dabas cuenta que seguían un “patrón”, un procedimiento estándar (habitual también en la vieja escuela) pero basado en un esquema cuyo objetivo es “conseguir”, en vez de “crear”. ¿Qué hubiera pasado si, de pronto, se apaga el monitor LCD?

Eso me provoqué yo mismo en un concierto: apagué el monitor de una ProFile de Avid. Sí, jugué con la ventaja de tenerlo todo controlado y en ese momento en que, si no ocurre nada raro, poco debes hacer. Me centré en lo visual de la consola, en vez de lo visual gráfico de la pantalla. En el caso de la Profile, y siendo elemento activo de este experimento, y al igual que otras consolas digitales con o sin monitor, era posible ver qué ecualización había elegido para cada canal pero, en vez de en forma de curva, “leyendo” los valores de frecuencia, Q y ganancia o, todavía más sencillo, observando el pequeño LED que abraza cada una de las setas de la Profile; vaya, como siempre había ocurrido con una consola analógica. Lo mismo con los valores de compresión y puertas (si se daba el caso), evidentemente, hechando un vistazo al nivel del vúmetro en PRE. Si algo me gusta de la Profile de Avid es, justamente, que sin monitor LCD puedes controlar toda la mesa y, además, tener la información necesaria de cada canal.

AVID Profile
Avid Profile: ¿te atreves sin ese monitor?

Mirándome bajo mi misma lupa me di cuenta que la ausencia del monitor me hizo centrar más en lo que escuchaba (había un elemento menos de distracción) y, al decidir nuevas acciones en los sonidos que estaba procesando, obtenía mayor libertad en su ejecución. Si decidía dar más ataque al bombo aplicaba sin temor ganancias en agudos y tiempos de ataque más largos al compresor que, una vez terminado el concierto, a más de uno le hubieran hecho daño a los ojos al verlo en la gráfica correspondiente. Evidentemente, la ayuda visual es una ayuda tremenda, pero cuesta (a mi el primero) saber prescindir de ella para conseguir mejores sonidos (aunque normalmente no es cuestión de conseguir el mejor sonido, sino justamente el que quieres o necesitas en ese momento).

Así que puedo determinar que muchas veces la ayuda gráfica de las consolas digitales puede llegarnos a limitar en el camino de la consecución de un sonido con firma propia. He supuesto, para que nos entendamos, que cuando el cerebro debe procesar una decision basándose sólo con lo que se escucha o junto a una gráfica se somete involutariamente a esta última, siendo más libre en el primero de los casos. Más o menos ocurre lo mismo cuando utilizas una Heritage 3000 (o la analógica que sea), cuando a medio bolo es difícil saber exactamente dónde apunta la pequeña marca del pequeño potenciómetro, dejando la decisión simplemente a nuestro oído y te libera de esos estándares académicos. De hecho, trabajando en analógico (o prescindiendo del monitor LCD) centras tu atención “visual” a los rojos, ese color que en sonido quiere decir “malo” (menos para los DJs, que parece ser que es su estado de éxtasis habitual) y por tanto centras tu atención en resolver un problema. Si no hay rojos, no te “despistas” y te centras en lo que escuchas, olvidándote del “porqué suena así” sino en “qué hago para que suene como quiero”. La de veces que, inconscientemente, habré dado por bueno un procesado simplemente porque en pantalla “parece” que está bien. Y no lo está… por que no suena como quiero.

Paralelamente a todo ello, también descubro (de hecho reafirmo) la existencia de dos tipos de mesas digitales: las que pueden funcionar sin su monitor o las que no tienen tal oportunidad. Al ejemplo de la Profile podemos contrastarlo con el de la CL5 de Yamaha: si se nos jode la pantalla LCD de la CL5, el show casi que ha terminado.

Dicho todo, quizá un nuevo ejercicio sería el de recuperar de vez en cuando el uso de una consola sin ayuda gráfica. Una vez hecho, descubrir cada uno su capacidad de trabajo y saber analizar si realmente hemos conseguido lo que queríamos o hemos intentado conseguir un “algo” basado en un estándar, hipotecando nuestros recursos a conocimientos adquiridos y alejando la posibilidad de conseguir una firma sonora determinada (ya sea propia o la que la banda musical demanda). Como siempre, el éxito es definir bien qué es una herramienta y qué una hipoteca.

R. Sendra
EL AUTOR

Con más de 20 años de experiencia en los escenarios, es técnico de sonido especializado en FOH. Trabaja para bandas nacionales e internacionales como técnico de mesa, y es productor técnico para diferentes festivales y grandes eventos. Kinosonik es su estudio de sonido basado en plataforma digital. Le gusta compartir y le encanta aprender.

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