La historia de los sintetizadores Yamaha en su museo de Superbooth
No sólo de novedades y 'remakes' vive el sinteadicto; también —y mucho— de nostalgia. Yamaha trasladó a Superbooth su propio parque jurásico, lleno de sintetizadores originales de la marca plenamente funcionales, formando todo un altar de la síntesis. Rematando la faena, varios televisores de tubo reproducían en bucle anuncios y programas de TV de los años 80 con los sintes de protagonistas, como este del DX100.
En cada hueco del recorrido se podía revivir un pedazo de la historia Yamaha. Incluso haciéndolos sonar, porque estaban perfectamente operativos, aunque pocos realmente eran los que se animaban a poner las manos encima de semejantes joyas. Y es que la sensación de tener este enorme conjunto reunido en tan breve espacio tiene algo de sobrecogedor, al menos para quienes vimos presentar buena parte de estos productos en las ferias de entonces (como Expomúsica).
Pensar que este recorrido resume en realidad sólo cuatro décadas y ver lo mucho que se ha ampliado el concepto del sintetizador durante ellas da idea del vértigo de los años calientes de la irrupción y maduración de la síntesis hacia algo comercialmente maduro. Un recorrido en el que Yamaha, como demuestran sus instrumentos, atacó fuerte, abriendo terreno a la comercialización en todos los frentes posibles.
Los mastodontes análogicos tienen en este museo una más que digna representación con los gigantescos CS-40M y, cómo no, CS-80. Sin duda dos pesos pesados, y no lo decimos sólo por los kg. sino por sus ingentes capacidades, muy por encima de las de otros modelos con los que compitieron.
La síntesis FM que concibiera John Chowning en el CCRMA y que sólo Yamaha tuvo la visión de licenciar y explotar comercialmente, está muy bien representada. No es para menos, dado que los DX y otros FM Yamaha, han sido a buen seguro el mayor éxito en cuanto a ingresos en cuanto a sintetizadores no sólo de Yamaha sino a escala global. Baste pensar en la ingente cantidad de chips de sonido EN en tarjetas de ordenador y teléfonos móviles. En el museo aparecen un imponente DX-1, el DX-5, o el DX-7 en su edición original y en su mk II. También hay espacio para el rack TX-816 capaz de albergar 8 unidades TF-1 y que permitía contar con nada menos que 8 DX-7 reunidos para así obtener multitimbralidad.
Ese TX-816 es además todo un ejemplo de cómo la llegada de MIDI en aquellos años revolucionó la forma de concebir los sintetizadores, permitiendo modelos sin teclado e incluso sin controles, con esos TF-1 pensados para delegar su edición desde un único DX-7 o bien vía software y MIDI. La edición MIDI del DX-7 queda de hecho magníficamente expresada en este museo con la presencia de un controlador hardware de DTronics de reciente creación, y que ofrece un potenciómetro para cada parámetro del rey de los DX. Una sensación curiosa esa de editar vía pots un DX7 real. Sensación que en su día estaba sólo reservada a muy pocas personas (como Brian Eno, que contaba con un controlador semejante a este) y que hace enormemente atractivo jugar a extraer todo el potencial de este tipo de técnica.
Las cajas de ritmo como manifestación popular y exitosa de los primeros pasos del sampling están representadas con una RX-5, que vió la luz también en esos prodigiosos ochentas.
Pero el éxito de la FM y los DX permitió que Yamaha siguiera apostando fuerte por los nuevos desarrollos en torno a síntesis digital. Fruto de nuevo de la relación con el CCRMA (en esta ocasión con el equipo dirigido por Julius O. Smith) surgieron instrumentos representados en el museo como el VL-1 y el VP-1, basados en modelado físico.
Podría haber otras muchas referencias igualmente dignas de rescate para la historia en el catálogo de Yamaha, pero no cabe duda de que todos los que están presentes en este museo lo merecen de una forma particularmente significativa. Otras propuestas más en la línea de sampling & synthesis, workstations, y semejantes, en las que Yamaha tiene una igualmente grande historia, no forman parte de la zona museo porque en realidad están reavivadas en los muchos instrumentos que la zona de exposición y prueba convencional en Superbooth ofrecía, con abundantísima presencia de los Reface, MX, MOXF, o Montage.