Hace un par de años tuve la responsabilidad de formar una banda para una presentación en la que se lanzaría la primera producción de un grupo vocal. Yo mismo había estado involucrado con las cantantes desde el inicio mismo del proyecto, componiendo, tocando y realizando la grabación.
Hasta ese momento, la producción sólo se había desarrollado dentro del estudio, con la asistencia de un par de músicos amigos que prestaron sus solos. Si bien algunas canciones ya se escuchaban en algunas estaciones de radio, y se habían realizado varias presentaciones empleando pistas de apoyo (playback), llegaba el momento de salir al encuentro del público con una banda, y debo decir que encontrar los músicos fue una tarea complicada.
Si bien esa experiencia sucedió hace un par de años, recientemente, asistí a un recital de bandas de estudiantes y la sensación que tuve fue aún más abrumadora: cantantes fuera de tono, guitarristas preocupados por tocar más alto y más rápido olvidándose de las melodías y los tiempos, bateristas sin sentido del ritmo, y cosas por el estilo. Los mejores representantes los encontré en el bajo y en los teclados. Encuentro algunas explicaciones para eso pero no vienen al caso.
Días atrás escuché a un médico que comentaba que hace aproximadamente 70 años no existía la amplia variedad de productos alimenticios reducidos en calorías a la que podemos acceder en la actualidad; ni tampoco la gran cantidad de gimnasios para hacer ejercicios; sin embargo el porcentaje de gente obesa era notablemente inferior en aquella época al compararlo con el de estos días.
Algo que también llama la atención es que en los tiempos actuales, a pesar del teletrabajo y la cantidad de artefactos electrodomésticos para hacer todo en un segundo, los padres pasan cada vez menos tiempo con sus hijos. Soy docente en un colegio secundario y es notable la cantidad de padres – separados – que tratan de deslindar responsabilidades por sus hijos.
Y algo más. Desde hace años, en muchos países existen campañas para erradicar la producción de juguetes bélicos con el objetivo de reducir la violencia entre los niños y jóvenes.
Cuando era niño, recuerdo tener un “arsenal” de juguetes bélicos: pistolas, cascos de guerra, ropa de cowboys, y demás elementos que utilizábamos para jugar. No recuerdo una oportunidad en la que por jugar con esos juguetes se hubiese provocado alguno de los hechos de violencia a los que estamos acostumbrados en la actualidad, supuestamente en una sociedad sin juguetes bélicos.
Me parece que sucede algo similar al trasladar este acercamiento al plano de la música. Existiendo en la actualidad la impresionante cantidad de material de video y audio, y la enorme flexibilidad de recursos para ser mejores músicos, encuentro que:
- Muy pocos instrumentistas – no utilizo la palabra músico con intención – son capaces de poner en tono su instrumento sin la utilización de un afinador electrónico.
- Muy pocos instrumentistas son capaces de tocar en tiempo al pedirles que ejecuten, por ejemplo, un pasaje con síncopas, menos aún si deben enfrentarse a una métrica irregular, por ejemplo 7/8.
- Muy pocos instrumentistas gustan de crear melodías y otros pocos saben utilizar los silencios en sus solos.
¿Qué está sucediendo con algunos músicos? ¿Por qué razón no se aprovecha la enorme facilidad para acceder a contenidos para mejorar con un instrumento?
Hoy es absolutamente posible enviar un mensaje de correo electrónico a uno de tus héroes para hacer una consulta y obtener su respuesta.
Parece que la comodidad de disponer de cualquier elemento necesario ha derribado el desarrollo de talentos naturales para la ejecución de un instrumento; por ejemplo, cultivar un buen oído.
Estoy seguro de que si probamos a varios músicos y les hacemos escuchar una canción con armonía simple, pidiéndoles que transcriban la armonía por oído con la única ayuda de su instrumento, serían incapaces de hacerlo. Rápidamente, solicitarían buscar una tablatura en Internet.
Por favor, esto no tiene nada que ver, por ejemplo, con aquellos que se quejan contra aplicaciones como el nuevo Melodyne. Bienvenida sea la tecnología; seguramente el mejor músico, obtendrá mejores resultados al aplicarla que el músico mediocre.
No me estoy quejando de los recursos; ¡que sigan aumentando! Es muy bueno, ver una clase de algún profesor independiente que quiere comunicar algo en YouTube. Es muy bueno también, encontrar páginas con armonías. Mi punto es que no debemos permitir que esos recursos anulen la musicalidad y el talento.
Últimamente veo un aumento considerable de instrumentistas y cantantes mediocres. Bandas que sólo se dedican a copiar a bandas o solistas reconocidos. Al menos en Argentina, existe una larga lista de bandas que no hacen más que copiar a Los Redonditos y a Andrés Calamaro; y no quiero tocar el tema de las infames e insoportables “Bandas Tributo”.
Según mi punto de vista, estamos ante una generación de muy pocos músicos y repleta de simples utilizadores de material producido por terceros, ya sea que se trate de tablaturas, páginas con armonías de canciones, samples, loops, etc.
Vuelvo a mencionar para evitar ser malinterpretado: no me parece equivocado utilizar loops, tablaturas, etc.; lo que creo incorrecto es que un “músico” utilice esos recursos sin buscar explotarlos para convertirse en un mejor músico o para crear algo original.
En épocas anteriores la amplia mayoría de las bandas del Rock Progresivo utilizaban los mismos sintes; no obstante cada músico tenía su sonido. Claro, no había memorias cargadas de Presets, había que trabajar en directo. Por ejemplo, viendo el DVD de la presentación de Rick Wakeman “Jouney To The Centre Of The Earth” es posible apreciar cómo Wakeman ajustaba sus sonidos en vivo.
Deberíamos tomar esa clase de desafíos buscando desarrollarnos como músicos, para ser capaces de tocar en tiempo, de cantar afinados, de componer buenas canciones.
Por supuesto, no todo es negativo. Existe buena música en todo el mundo, en donde los compositores se animan a salir un tanto de lo preestablecido sin temores. Como ejemplo puedo mencionar la canción “Body Urge”, de Great Fiction con su modulación momentánea pero exquisita en el coro, sin olvidar el interesante arpegio de guitarra que soporta la introducción y la estrofa.
Apostemos a investigar con nuestro instrumento, a tomar acordes interesantes de canciones de nuestros artistas preferidos para combinarlos con otros buscando probar armonías alternativas. Tomemos el desafío de tocar en métricas irregulares; cambiemos los sonidos de los sintes. Seguramente dejaremos de ser simples instrumentistas mediocres para convertirnos en verdaderos músicos.