Mujeres productoras de música, la excepción al otro lado del estudio
Nadie discute que las mujeres tienen una amplia presencia en las listas de éxitos musicales, pero ¿qué sucede cuando pasamos al otro lado del estudio de grabación? Tomando los galardones individuales como medida de referencia, está claro que algo falla: Paula Cole, Sheryl Crow y Lauryn Hill son las tres únicas que aparecen en el cuadro de honor de los Grammy en su categoría de Productor del Año (no clásico). Y no como ganadoras, sino como nominadas. Teniendo en cuenta que este premio concreto se entrega desde el año 1975, tres nominaciones en 1998 y 1999 parecen una mera anécdota. Dicho de otro modo: en 44 ediciones, ninguna mujer ha ganado el premio a Productor del Año.
En la categoría de Best Engineered Album encontramos otro par de casos testimoniales: Imogen Heap lo ganó en 2010 con Ellipse, y Trina Shoemaker en 1999 con The Globe Sessions, de Sheryl Crow —luego recibió otras dos nominaciones, en 2003 y 2014—. Si nos vamos a los Grammy Latinos, que se celebran desde el 2000, la ausencia ya es absoluta. Ahora bien, podríamos conseguir más ejemplos si consideramos a las mujeres que participaron en la producción de discos o temas galardonados a su vez con un Grammy —pero eso ampliaría igualmente la proporción de hombres—.
Por otra parte, se han llegado a dar situaciones embarazosas. Laura Sisk era una de las dos mujeres que formaron parte del equipo técnico de 19 personas que en 2016 ganó el Grammy al mejor álbum (1989, de Taylor Swift). No subió al escenario a recoger el gramófono dorado, y sus comentarios tras la gala son reveladores: "Mucha gente asume que soy la mujer o novia de alguien cuando me ven en el estudio". Hablamos de una ingeniera de sonido que ha trabajado con estrellas como Carly Rae Jepsen y Shakira. "Me he acostumbrado a dar un exceso de explicaciones sobre por qué hago lo que hago, ya que se me cuestiona a cada paso".
En España, la situación no mejora. Para encontrar galardonadas en categorías de producción tenemos que irnos a los Premios de la Música del año 2001, cuando Rosa León ganó en el apartado de producción artística, que no es estrictamente técnico. En 2002 lo hizo Soledad Giménez, como parte de Presuntos Implicados. En 2008, La Mari fue finalista en conjunto con Chambao. Y eso es todo. En los más recientes Premios MIN no encontramos ganadoras en ninguna de sus ediciones.
Sin descartar posibles sesgos en la selección de premiados, hay otros motivos de fondo que explicarían esta desproporción. Quizá el más importante sea la escasez de mujeres que se forman y trabajan como productoras, respecto al número de hombres. Asociaciones como Women's Audio Mission ponen el dedo en la llaga: "menos del 5% de la gente que crea el sonido y la música en la banda sonora diaria de nuestras vidas son mujeres". Denuncian, además, una disminución alarmante del número de mujeres que estudian disciplinas STEM [Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés]: el 70% desde el año 2000 —al menos en norteamérica—.
Sin embargo, las cosas podrían estar cambiando. En declaraciones a la BBC en 2012, Trina Shoemaker decía que "las mujeres están empezando a entrar en esta profesión. Quizá deban pasar 20 años hasta que las reconozcan plenamente".
En la misma línea se expresa Catherine Marks, productora de la banda femenina Big Moon y recientemente galardonada en los Music Producers Guild Awards británicos. Para ella, el cambio ya se está produciendo: "Creo que hay muchas mujeres que empezaron más o menos al mismo tiempo que yo y están empezando a ser reconocidas". Marks cree que la normalización del papel de la mujer en la música es una mera cuestión de tiempo: "Hacerse un nombre te lleva de cinco a diez años. [Lo que me ha pasado a mí] seguirá sucediendo, y de repente, pasará a ser normal y dejará de ser objeto de debate", contaba a la BBC.
Precisamente, los MPG Awards de este año pueden ser un buen ejemplo de ese cambio de tendencia. Además de Marks, obtuvieron reconocimiento técnico otras tres mujeres: Manon Grandjean como ingeniera de sonido del año, Marta Salogni como ingeniera revelación, y de nuevo Imogen Heap, que ganó el premio a la inspiración.
La incorporación de más mujeres al oficio y un enfoque más abierto por parte de la industria puede acabar de girar las tornas. Es algo que hemos visto en otras profesiones, y puede darse también en la producción musical. Al tiempo.