El diablo en la música: El tritono y algo más...
Existe una distancia en nuestro lenguaje musical cotidiano que en la antigüedad era considerado por la iglesia una “invocación” al diablo, una puerta por la que éste podría entrar a través de aquellos que lo escuchaban. A parte de ser un salto melódico de difícil ejecución para los cantantes (algo que sigue siéndolo hoy en día :P ): El tritono.
Posteriormente este intervalo comenzó a utilizarse de un modo progresivo pero con una serie de reglas muy estrictas, con el propósito de que su uso mantuviera toda la “musicalidad” posible, por decirlo de alguna manera, ya que más tarde o más temprano había que pasar por él para que el lenguaje musical pudiera continuar desarrollándose.
Conforme la música comenzó a contemplarse de un modo más vertical (acordes) este intervalo se fue asimilando mejor, el oído se fue acostumbrando, aunque se mantuvo mucha precaución en su uso. A partir del romanticismo y la nueva visión del arte, mucho más representativa, emocional y programática, su uso comenzó a ser mucho más explícito.
Si elimináramos hoy en día el tritono de las obras y canciones que se han ido componiendo, el repertorio musical que conocemos sería muy distinto. Si bien es cierto que desde el punto de vista horizontal, en la mayoría de melodías no se usa en la armonía, en la construcción de acordes, es una pieza fundamental, algo que a menudo también salpica a la melodía.
Toda tensión tiende al movimiento, mantener el tritono en el lenguaje musical es mantener una tensión. En el lenguaje puede haber muchas funciones más o menos sutiles o subjetivas, pero podemos agradecerle al “intervalo del diablo”, por sus características, saber como va a querer comportarse dentro del lenguaje tonal.
Con permiso, un poco de teoría...
El tritono tomado de manera asilada tiende a moverse hacia dentro o hacia fuera, tiende a “cerrarse” o abrirse, es decir, o bien su nota más grave sube un semitono y su intervalo agudo desciende también medio tono, o justo todo lo contrario.
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¿Que resolución de las dos eligiremos al usar este intervalo? Existe algo más poderoso que ese intervalo (por mal que le pese al diablo) y es nuestra escala más popular. La escala mayor, que condicionará la resolución del tritono debido a su potencia jerárquica hacia la tónica.
En la escala mayor nos aparece el tritono en dos ocasiones. En realidad el tritono divide la escala en dos cachos iguales:
Aunque la distancia entre los dos intervalos es idéntica (tres tonos) uno estará compuesto de cinco notas, “quinta disminuida” y otro de cuatro, “cuarta aumentada”, ya que las distancias entre las notas que componen cada intervalo son diferentes aunque en ambos casos suman un tritono.
Si tocamos unos de los dos tritonos que aparecen sobre la escala mayor, la resolución dependerá de si el tritono lo genera una cuarta aumentada o una quinta disminuida.
La quinta disminuida tiene su “sensible”, la última nota de la escala que tiende a resolver en la primera (la tónica), en su nota más grave. Por lo que en este caso se producirá esa sensación de cierre generándose un intervalo de “tercera mayor”. Pero en la cuarta aumentada estas notas aparecen invertidas así que la sensible subirá medio tono y el tritono se abrirá formando un intervalo de “sexta menor” (ver video).
Estas dos resoluciones intervienen habitualmente, entre otros casos, cuando pasamos de un acorde de dominante con séptima como el V7 (o desde un VII grado) a un acorde de tónica como un I o tónica secundaria como un VI. De que el tritono se “abra” o se “cierre”dependerá, en estos casos, de como estén dispuestas las notas que constituyen estos acordes.
Como vemos nuestro lenguaje condiciona la resolución del intervalo del diablo. El contexto en la música es determinante en prácticamente todos los aspectos que la complementan.
La iglesia lo llamaba “Diabolus in musica” y en cierto modo tenían sus razones (aunque fueran algo exagerados en los términos), al fin y al cabo era un intervalo desagradable para la época.
Hoy en día no existen limitaciones impuestas por ninguna institución y aquello que suena desagradable siempre podrá remitirse al terreno de la subjetividad. Dudo que el diablo se encuentre ya por esos lares.
Pero se dice que el “diablo” siempre está, y si por lo general hay elementos en la música que nos resultan agradables deben haber también otros que nos resulten desagradables.
Para mí el “Diabolus in música” se encuentra hoy en día en la música “fácil”, en la música de “usar y tirar”, esa tan extremadamente predecible que te suena a muchas otras. No hablo de la música de otros autores (para muchos es una descripción que puede valer para cierto tipo de música “comercial”), me refiero a las ideas con las que a veces me encuentro cuando me pongo a componer. A menudo me vienen a la mente recursos muy manidos, melodías vacías, recursos cómodos, socorridos, pero sin sustancia que pueden ser muy tentadores cuando uno va contra reloj a la hora de acabar un encargo. Canciones o letras que sabes, que de terminarlas así, no estarán a la altura de otros trabajos que has realizado y de lo que en definitiva eres capaz si estrujas bien tu cabeza y tu corazón.
Quizá parte de ello sea debido a ese lenguaje tan poderoso que entre otras cosas era capaz de condicionar, como comentabamos antes, la dirección en la que tienden a resolver las notas de un mismo intervalo como el tritono. En definitiva a aquello a lo que estamos tan acostumbrados a escuchar y hacia lo que es fácil dejar arrastrarse si uno no pelea un poco.
Me decía un antiguo profesor mío de armonía que también era compositor (¿como se llamaba?) que un tema para ser interesante debía cumplir al menos uno de estos cuatro requisitos:
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Originalidad en la melodía
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Originalidad en la armonía
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Originalidad en el ritmo
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Originalidad en la estructura
Si no era original en alguno de estos aspectos no tenía ningún valor artístico. Coincido con él, un tema que no cumpla de algún modo uno de esos requisitos es, para mí, lo que para la vieja iglesia era el diablo en la música.
Juan Ramos.
Enlaces para comprender mejor las partes teóricas de este artículo: